Revista Coaching

Cuándo duele el alma – primera experiencia con el método Grinberg

Por Valedeoro @valedeoro

Niña enfadada sentada en un banco[Hace poco pasé por un periodo personal difícil. Decidí empezar un proceso basado en el método Grinberg para trabajar mi experiencia, ya que el estrés se manifestó también en forma de contracturas musculares. He decidido compartir mi proceso de aprendizaje en una pequeña serie, tanto para poder recordarlo yo como para recomendar el trabajo excelente de Iván.
Cada relato fue escrito el día posterior a la sesión, así que representa mi estado de ánimo en aquel momento.]

El cuerpo humano tiende a estar sano. Con una alimentación equilibrada, una dosis regular de actividad física y suficiente descanso puedes llegar muy lejos. Pero existen situaciones en las que el cuerpo no requiere tanta atención, sino la mente.

Tu cuerpo sabe lo que necesita

Existen muchas expresiones que hacen alusión directa a la relación entre la experiencia emocional y el estado del cuerpo. Cuando “cargas con el peso del mundo” no solo se nota en tu postura. También se manifiesta en un dolor sutil pero persistente en los hombros. Lo que atribuyes a las horas sentadas frente al ordenador se intensifica justo cuando se acercan grandes cambios. Lo habitual es aguantar el dolor o combatirlo con medicamentos que inducen a la relajación a base de procesos químicos. Pero el dolor es una señal corporal de que algo va mal. Para conseguir un cambio duradero lo mejor es detectar la fuente del dolor y enseñarle al cuerpo a cómo actuar ante a esta situación.

Cuando duele el alma

Cuando una amiga descubrió que era celíaca, el doctor se lo explicó de esta forma: Tu malestar se debe a tu alergia al gluten. Deja de comerlo, porque te hace daño. Lo difícil no era solucionar el malestar, lo difícil era dar con la raíz del malestar para cambiar los hábitos de forma duradera y así evitar cometer el mismo error (comer gluten) una y otra vez.

De la misma forma, algunos dolores son una manifestación del malestar del alma: estrés en el trabajo, una ruptura sentimental o el miedo a los cambios. Igual que en el caso de los celíacos depende de ti buscar la fuente de este dolor para entender cómo se manifiesta en tu cuerpo y aprender a aliviarlo.

El método Grinberg: el puente entre el cuerpo y el dolor

La idea del método Grinberg es muy simple: en ausencia de una enfermedad, el dolor es la expresión de que alguna situación en tu vida requiere una atención más cuidadosa. El cuerpo avisa que no le gusta tal como van las cosas y pide un cambio. Como hoy en día la huida no es una opción, el método Grinberg aborda la situación desde otro ángulo. Te enseña cómo reacciona tu cuerpo ante la “amenaza” para que puedas influir activamente en tu reacción y pasar de la tensión muscular a la relajación. Aunque la situación en sí no cambie, ganarás claridad y serenidad para reaccionar de forma consciente.

Experiencia personal: abre tus alas y vuela

Conocí a Ivan en una charla en el jardín de Olokuti. Él realiza sesiones de iniciación al método Grinberg a través de un pequeño trabajo de 20 min para aliviar la tensión acumulada en los hombros. Aunque la experiencia puede recordar a un masaje, la técnica es diferente. Presionando contra un punto contraído me pide que aumente la presión al contraer los músculos todavía más. Me concentro en esta sensación de dolor físico hasta que me pide soltar la tensión de golpe. Ufff, que alivio. Y curiosamente el músculo ahora está menos tenso. Ivan me explica que puedo aprender a relajar estos músculos siempre que lo necesite.

¿Qué situación te duele?

Mi primera sesión de verdad empieza con la definición de la situación que me estresa. No lo tenía muy claro al entrar en la consulta, pero Iván consigue conceptualizar mi miedo y mi rabia a través de sus preguntas. Por primera vez me doy cuenta de que mi respiración se vuelve casi imperceptible cuando hablo de mi reciente separación. El miedo de estar sola y de ya no tener una red de seguridad me paraliza. Y por debajo hay rabia. Rabia de que me ha dejado sin aviso previo y sin darme siquiera una razón. Rabia por el hecho de que otra persona pueda jugar con mis sentimientos de esta forma. Estoy impresionada de lo claras que son estas señales de mi cuerpo cuando repasamos la situación: los hombros se contraen, la respiración se vuelve muy superficial. Me doy cuenta que estoy intentando mantener la postura mentalmente en vez de solo con mi cuerpo.

Permitir el dolor, analizarlo y dejarlo ir

Empezamos a trabajar e Ivan detecta los puntos en mi cuerpo donde se ha acumulado la tensión. El nudo en mi estómago me hace saltar las lágrimas de dolor y mi cuerpo automáticamente quiere contraerse. Sé que son tan solo los dedos de Iván, pero siento como si me clavaran un cuchillo hasta la columna. No quiero sentir dolor! Pero Iván insiste. Me enseña a sentir no solo el dolor en sí, sino la reacción de mi cuerpo. Cambiando la respiración superficial y contenida por una respiración profunda consigo aguantar el dolor hasta que que la punta se hace más pequeña. El efecto de la concentración en combinación con la respiración consciente es impresionante.

Reflexiones finales de la primera sesión

Cuando me levanto de la camilla me siento más serena, menos víctima. Todavía me falta práctica, pero hoy he aprendido que puedo vencer el dolor y que no tengo que aceptarlo porque sí. Tengo la impresión de que en las próximas sesiones no solo aprenderé a escuchar mejor mi cuerpo. Ya estoy empezando a revisar la imagen que tengo de mi misma dentro de mi situación actual. Entre miedo y rabia prefiero la rabia y a lo mejor consigo canalizar esta energía a algo más constructivo.

[Esta es la primera entrada de una serie sobre mi experiencia con el método Grinberg, guiado por  Iván Andrade (Qualified Practitioner of The Grinberg Method). El relato fue escrito el día posterior a la sesión.]


Imagen: vau vau / flickr


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