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Cuando el Bayern no reinaba

Publicado el 19 junio 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

Tras el consabido parón al que el fútbol se ha visto abocado a causa del desastre de la pandemia por coronavirus, el primer campeonato nacional que retornó a la actividad fue la Bundesliga alemana, que ha ejercido como pionera en el ámbito de las grandes ligas europeas en este apartado. Encomiable esfuerzo el realizado por parte de los responsables federativos germanos para hacer que su liga nacional haya sido la primera en volver a la competición, máxime cuando Alemania ha sido un país fuertemente azotado por la influencia del virus. Aun más mérito tiene la tan temprana vuelta del campeonato teutón habida cuenta de que en países de su entorno, concretamente Holanda y Francia, directamente dieron por finiquitadas y finalizadas de forma anticipada sus respectivas ligas de fútbol.

Ahora bien, el desenlace de la Bundesliga, en lo que a conocer su campeón respecta, no ha podido ser más previsible y anodino. Naturalmente, el Bayern de Múnich se ha alzado con el trofeo a falta aún de dos jornadas para dar por concluido el campeonato. Es éste su octavo entorchado consecutivo, que termina de certificar que el torneo liguero germano carece de todo interés en las alturas. Cuestión distinta es la pelea por determinar las plazas europeas o por evitar el descenso.

Desde que en la segunda fecha liguera tras la vuelta de la Bundesliga el Bayern derrotara al Borussia Dortmund y con ello consiguiera un mullido colchón de puntos sobre los renanos, ni el más temerario contestatario se hubiera atrevido a pronosticar una debacle del elenco bávaro ni un desenlace distinto al que ha terminado siendo. Se corroboró todo ello cuando el conjunto muniqués se asegurara su trigésima Bundesliga el pasado 16 de junio en el Wohninvest Weserstadion de Bremen al imponerse por 0-1 al Werder Bremen, un histórico del balompié alemán con cuatro títulos ligueros en su palmarés que con casi toda seguridad la temporada venidera militará en la segunda categoría del fútbol germano.

Pero que nadie piense que esta tiranía que el Bayern de Múnich ejerce sobre el resto de equipos alemanes ha sido así siempre. Hubo un tiempo en que el Bayern no reinaba. Un tiempo en el que los muniqueses eran un equipo de segunda o tercera fila en el ámbito nacional alemán.

Ésta es la historia de cómo el equipo bávaro probó las más amargas hieles de la segunda división germana y de cómo, aprovechando este paso por el infierno, cimentaron las bases de su grandeza y forjaron un equipo tricampeón de Europa.

El fútbol alemán en la posguerra

Para entender cómo era el fútbol germano en el período previo a la grandeza del Bayern nos hemos de poner en contexto: al acabar la Segunda Guerra Mundial para Alemania en mayo de 1945 con una economía devastada, la mayoría de las grandes urbes del país asoladas y reducidas a cenizas y la población diezmada; no estaba la situación en el país como para pensar en un gran torneo nacional de fútbol. No era momento, en definitiva, para proyectos faraónicos de ningún tipo y obviamente el fútbol no iba a ser una preferencia sobre otros asuntos mucho más capitales en aquel crudo período histórico para Alemania.

Así pues, se optó por dividir a los equipos en cinco grupos regionales. Así se agrupaba a los conjuntos por cercanía geográfica a efectos de minimizar en lo máximo posible los gastos de desplazamiento y alojamiento. A grandes rasgos, el campeonato funcionaba así: los campeones regionales de cada uno de los cinco grupos pasaban a una siguiente ronda en que se batirían el cobre entre sí para dirimir quién sería el campeón nacional.

Éste sería el sistema de competición que estuvo vigente desde 1948, en que se reanudó el fútbol oficial de competición en Alemania tras la guerra, hasta 1963, en que ve la luz la moderna Bundesliga. Estamos hablando, naturalmente, de la Alemania Occidental, dado que en la parte oriental del país se disputaba una competición distinta, la llamada DDR-Oberliga, cuya vida se prolongó desde 1949 hasta 1991, en que el país queda reunificado.

Pues bien, para hacernos una idea de lo que era el Bayern y de su nivel durante todo este periplo baste con decir que durante este lapso que media entre 1948 y 1963 el conjunto bávaro no alzó ni una sola liga alemana. Ya no sólo eso: es que no se clasificó en ninguna ocasión para la segunda ronda, esto es, nunca terminó en primera posición de su grupo regional. Era una época en que conjuntos de su entorno como el Stuttgart y el Nurenberg dominaban el panorama regional y que, en algunas temporadas, conquistaron el entorchado liguero a nivel nacional.

Otro certero indicativo de cuál era la influencia del Bayern en el fútbol germano de la época lo atestigua la casi irrelevante presencia de jugadores de su plantilla en la selección alemana. Como muestra un botón: cuando la Mannschaft se proclamó por primera vez campeona del mundo en 1954 sólo un jugador del Bayern, Hans Bauer, integraba la convocatoria para el Mundial que Alemania disputara en suelo helvético y que se terminó llevando a casa tras batir en la final de Berna a un equipo que todos creían por entonces invencible: la inolvidable Hungría de los "Magiares Poderosos".

Sólo en 1957 fueron capaces en el club bávaro de llevar un título a sus aún exiguas vitrinas: la copa alemana de aquel año, que pasó a acompañar en el palmarés muniqués a la liga que conquistara el equipo en el ya por entonces lejano año 1932, en que Alemania ni se llamaba Alemania, sino República de Weimar y un año antes del ascenso al poder de Hitler fruto de su aplastante victoria en las elecciones germanas de 1933. Había llovido mucho desde entonces.

La creación de la moderna Bundesliga

Al término del curso 1962-63, con una Alemania Occidental ya definitivamente reconstruida y en tiempos de incesante y fulgurante crecimiento económico y de prosperidad, había llegado la hora de dejar atrás el arcaico y poco ambicioso sistema de grupos regionales para pasar a la reunificación y consiguiente alumbramiento de una liga como un país de la importancia de Alemania merece: la que se diera en llamar Bundesliga.

Como el lector puede sospechar, uno de los mayores problemas que iba a suscitar el nacimiento de la nueva competición liguera iba a radicar en decidir qué equipos serían los que pasarían a integrar esta primera categoría del fútbol alemán. Asunto espinoso ése.

Para ello, los responsables del balompié germano de la época idean un sistema de baremación y de coeficientes basado en las participaciones que cada uno de los equipos hubieran tenido en las ediciones anteriores de la competición en el período 1948-1963 y los dieciséis mejores conjuntos con las dieciséis mejores participaciones y méritos futbolísticos serían los escogidos para contender en la nueva y flamante Bundesliga.

Y el Bayern no fue de los elegidos, no se encontraba entre los dieciséis mejores equipos alemanes de la época. Lo más impactante a ojos del actual aficionado al fútbol es que esto no fue en aquel tiempo una sorpresa para nadie. Así pues, el club muniqués daba con sus huesos en la segunda división.

La singladura del Bayern en segunda

Pese a este cataclismo que supuso para el Bayern quedar encuadrado en segunda división y la vergüenza de verse relegado a segundón de la ciudad, pues el Múnich 1860 sí se contaba entre los dieciséis equipos que pasarían a conformar la primera Bundesliga de la historia, los dirigentes bávaros no perdieron los estribos y se pusieron manos a la obra para dar inicio a la forja de un proyecto sólido que les hiciera abandonar la categoría de plata.

Y no se puede decir que el proyecto fuera conservador y exento de riesgo, sino todo lo contrario: contrataron a un desconocido entrenador yugoslavo, el croata Zlatko Cajkovski, quien tomó las riendas de un proyecto que iba a estar basado en la apuesta decidida por la cantera de jóvenes talentos bávaros.

Cajkovski fue ante todo un entrenador valiente y no dudó en darle confianza a una extraordinaria e irrepetible camada de jóvenes promesas de Baviera que, a la postre, serían parte fundamental de la columna vertebral del Bayern que en la década siguiente se proclamaría tricampeón de Europa.

Estamos hablando de una serie de prometedores y formidables futbolistas que empezaron a despuntar bajo la égida del técnico yugoslavo y que no se arredraron ante la responsabilidad que les fue otorgada, consistente en hacer retornar al club muniqués a la primera categoría del balompié teutón, pese a su exultante y casi insultante juventud.

Así, la joya de la corona de este Bayern en segunda división fue un chaval de la cantera de dieciocho años, Franz Beckenbauer, quien con el tiempo se convertiría en el mejor futbolista alemán de todos los tiempos.

A ello hay que sumarle jugadores de la talla del meta Sepp Maier (nacido en 1944 y contando, por tanto, con sólo diecinueve años cuando debuta con el Bayern en segunda), o de Franz Roth, apodado "el Toro" por su forma de jugar y su formidable despliegue y derroche físico sobre el verde.

Tampoco podemos olvidar a Georg Schwarzenberger, nacido en 1948 y que aunque no llegó a debutar con el Bayern en segunda, sí era ya un habitual en entrenamientos de la primera plantilla durante aquel periplo por el infierno del conjunto muniqués.

Este proyecto del Bayern de Múnich, basado en la apuesta por la cantera local, quedaba apuntalado por una secretaría técnica en incesante búsqueda de jóvenes jugadores por lo todo lo largo y ancho del fútbol modesto alemán.

Fruto de este buen hacer de la parcela dedicada a los fichajes en el club de Múnich es la llegada en 1964 de un joven chaval que destrozaba las porterías rivales en la séptima división alemana en las filas del humilde Nordlingen. Se llamaba Gerd Müller, casi nada. El mismo que sería años después apodado "el Torpedo" y se convertiría, sin duda, en uno de los mejores delanteros centro de toda la historia del fútbol.

Todos ellos formarían parte, años después, de la Alemania campeona del mundo en 1974 y del Bayern campeón de Europa. De hecho, algunos como Beckenbauer ya tendrían una actuación capital en la Mannschaft subcampeona del mundo en Inglaterra'66, torneo mundialista en que el kaiser completó una soberbia actuación contendiendo como mediocampista, y no como líbero, que sería la posición sobre el verde que a la postre le haría pasar a los anales de la historia del fútbol.

Pues bien, sobre esta base de jovencísimos pero talentosos jugadores y comandados desde el banquillo por Cajkovski, consiguieron subir a la Bundesliga en su segundo año en la división de plata.

Aquel curso completaron una temporada prácticamente inmaculada, quedando primeros en su grupo regional anotando la friolera de ciento cuarenta y seis goles en treinta y dos partidos.

Posteriormente, en la ronda final por el ascenso, consiguieron quedar primeros en el grupo que se conformó junto al resto de campeones regionales.

El Bayern a primera división.

Debut en Bundesliga y primeros éxitos

El sorprendente Bayern de Cajkovski y de sus jóvenes cachorros no defraudó en su primera aparición en la élite del fútbol germano: se hicieron con un más que meritorio tercer puesto y consiguieron alzar un título al proclamarse campeones de la copa alemana batiendo en la final al por entonces potente Meidericher (posteriormente renombrado como MSV Duisburgo), conjunto que sólo dos años antes había sido subcampeón de liga.

Aquella final, disputada en el Waldstadion de Fránkfurt, es recordada por los aficionados bávaros como el comienzo de la consagración de aquella generación dorada y por una estelar actuación del cancerbero Sepp Maier, quien aquel día tuvo gran parte de la culpa de que el conjunto bávaro alzara la copa. Corría el mes de junio de 1966.

Al año siguiente, estos jovencitos seguirían haciendo de las suyas. Proclamarse campeones de la copa les abría las puertas de Europa y sería en la extinta y añorada Recopa de Europa donde este joven e irreverente Bayern exhibió su carta de presentación ante el gran público europeo.

Tras ir superando eliminatorias se plantaron en la final, en que medirían sus fuerzas contra el Glasgow Rangers. El rival era de una dificultad mayúscula, habida cuenta de que los dos colosos escoceses representaban por aquella época dos de los mejores y más potentes conjuntos del panorama europeo. No en vano, aquel mismo año, el Celtic se proclamaría campeón de la Copa de Europa.

Así pues, la ocasión se presentaba ideal para el Bayern a fin de consagrarse ahora también a nivel europeo. Por añadidura, la final iba a tener lugar en Múnich, en el estadio del eterno rival ciudadano, un 31 de mayo de 1967. Aquel día, tras un constante acoso y derribo del Rangers a lo largo de todo el partido y una defensa numantina del equipo muniqués, los de Cajkovski terminaron alzando el título europeo. Fue Franz Roth quien, merced a su gol en el minuto 19 de la prórroga, pasara a los anales de la historia del Bayern como el artífice del tanto que encumbró por primera vez a los bávaros en Europa.

Cuando el Bayern no reinaba
El Bayern campeón de la Recopa de 1967. Arriba, de izquierda a derecha: Cajkovski, Olk, Sepp Maier, Beckenbauer, Roth, Kupferschmidt y Nowak. Abajo, de izquierda a derecha: Nafziger, Ohlhausser, Gerd Müller, Koulmann y Brenninger. Fuente: fcbayern.com

Diez días después, los chicos de Cjakovski batirían por 3-1 al Hamburgo de Uwe Seller en una nueva final de la copa alemana. Este Bayern ya era una realidad y se habían colocado unos sólidos cimientos para proceder en los años venideros al asalto del reinado de Alemania y de Europa.

Lo primero no se hizo esperar y en el curso 1968-69 la temporada se culminó con la conquista de su primera Bundesliga de la mano de un nuevo entrenador yugoslavo, Branko Zebec. La conquista de la Copa de Europa tardó un lustro más en llegar, coincidiendo con la madurez futbolística de Franz Beckenbauer y compañía, con la consecución durante un trienio dorado de sendas Copas de Europa en los años 1974, 1975 y 1976.

Pero ésa es ya otra historia, la historia de un equipo de leyenda que nada tiene que ver con los inicios no fáciles e inciertos de un club que se vio relegado a posiciones impropias de un coloso del fútbol europeo y mundial como es hoy. Pero en el Bayern seguro que no olvidan de dónde vienen y de lo mucho que costó hacerse un hueco en el Olimpo del fútbol alemán y continental durante aquellos complicados años en que no eran ellos los que reinaban.


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