Revista Cultura y Ocio

Cuando el Joker fue la mujer de la relación

Publicado el 21 agosto 2016 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Este mes que vamos (un poco) menos justo de pasta, nos hemos dado un par de caprichos: un Jeep Grand Cherokee de segunda mano y varias visitas a la gran pantalla. Lo primero es un medio de transporte que va genial para mover a los perros de arriba para abajo y escaparse a la montaña, pero no viene a cuento ahora; lo segundo es algo que valoro mucho, porque durante un buen tiempo no pude hacerlo tanto como hubiera querido.

Así que, como no estoy dispuesto a seguir escribiendo cosas serias este agosto, pero tengo mono de retomar el blog como se merece, os voy a explicar mis últimas tres visitas por el lado más cinematrográfico de mi vida. Después, ya me decís que me deje de tonterías y vuelva a lo de siempre.

Warcraft, el Origen

Warcraft, el Origen

La primera película que vi en estos meses de calor, y que aún sigue en cartelera, aunque poco le quedará. Un buen inicio para una compañía que sabe rodearse de quién debe para ganar. Salí del cine y me fui de fiesta con unos amigos y amigas, así que quizá la situación puede arrojar algo más de épica de la que allí hubo entre Anduin Lothar, Orgrim Doomhammer, Llane Wrynn o Garona.

Anduin Lothar, en Warcraft, el Origen
Anduin Lothar, héroe de la primera y la segunda guerra contra los orcos, en Warcraft, el Origen.

Sin embargo, la historia sigue una línea bastante similar a la que vimos en el primer juego (con notables matices: Medivh, Khadgar…), y sirve para recordarnos que ese movimiento tan consolidado de convertir videojuegos de éxito en películas muy rentables continuará. Como film no aporta nada nuevo al género, pero es un buen producto de fanservice, que, visto lo visto, no es decir poco.

Mascotas

Para Mascotas no me hizo falta recordar el día de su estreno, porque la mitad de amigos, amigas, conocidos e incluso algún lector y lectora de este blog no pudo evitar repetirme varias veces cuándo se estrenaba (y yo que lo agradezco). Supongo que me lo he ganado, tanto hablar de animalismo y de perros, así que el 8 o el 9 de julio, ahí estaba yo.

The Secret Life of Pets (Mascotas)
¡Equipo de rescate! Con Cloe, Mel, Buddy, Gidget, Norman y Alitas.

La historia de Max, uno de los perros protagonistas, se explica a través de una línea argumental que engloba varias lecturas: el qué harán tus mascotas cuando no estás, cómo se desarrolla la vida en casa con un miembro más; el abandono animal, acción, humor, y una pizca de romance a lo Dama y el Vagabundo que genera esa relación que mueve la trama entre Max y Gidget.

Pero más allá de cómo Bola de Nieve demuestra que incluso el mayor villano puede volver al redil, también podemos leer, directa o indirectamente, otras cuestiones básicas en el día a día con nuestras mascotas: todo lo que representan para cada uno de nosotros, y nosotros para ellos, lo que supone una adopción, o estar muchísimas horas fuera de casa y, por supuesto, ser abandonados.

Mascotas: Duke, Bola de Nieve y Max
Ese conejo tan mono… está como una puta cabra.

Lo bueno de Mascotas es que te deja con buen sabor de boca tras un viaje que se ha movido por momentos graciosos, y otros más trágicos. Algo que conmigo ha conseguido mucho Píxar, pero pocas veces la Universal. Bueno, quizá con Gru, ¿o no? Y visto así, quizá no es mala idea dedicar una entrada a todos esos retazos que, como ocurre con las buenas historias, siempre puede encontrarse una lectura más; eso sí, por ahora, solo diré que la única iniciativa que no comparto (ni compartí) fue aquella de ir con tu mascota al cine, me pareció absurda, egoísta y poco conocedora de las necesidades, incluso viniendo de uno de los pilares en cuidado animal de este país: la Fundación Affinity. Aunque en el cine hablen, un perro es un perro y una persona es una persona, y de ahí surgen muchos de los problemas de conducta de nuestros colegas de cuatro patas, nunca al revés.

Escuadrón Suicida

Escuadrón Suicida no funciona. No marca; no deja huella, nada. Como la mayoría de películas que han dado el taquillazo, tengo mis reservas antes de ir a verlas, y después culpo a mi chica por haberme dejado hacer, de nuevo, una estupidez recurrente de entre veinte y cuarenta euros.

Harley Queen
Harley Queen, un personaje poco aprovechado en Escuadrón Suicida (como la mayoría, en realidad), aunque brillante si lo comparamos con el Joker que le han legado a Jared Leto.

Del mismo modo, no son pocos los críticos que acusan de machismo a la película —como la tontería que he soltado yo por aquí arriba—, pero, en realidad, Escuadrón Suicida no necesita ser tildada de machista para obviarse. Artículos como El Escuadrón Machista no terminan de entender el universo DC y sacan algo de puntilla a frases que, si bien son pronunciadas en el film (¿conducir tú? ni de coña, le dice Deadshot a Harley Queen), también son terriblemente sacadas de contexto. Harley Queen es una puta loca. Por eso Harley Queen no debe conducir, no por ser mujer. Como esa, otras tantas; si bien, en honor a la verdad, hay otras escenas donde sí flota cierto tufo a machismo rancio, pero no es ni en la vestimenta ni en ideas tan simples como la anterior.

En Escuadrón Suicida te encuentras con villanos que no son villanos, pero tampoco héroes; y con un alegato demasiado agrio de cómo el fin justifica los medios, pero también de cómo los medios no siempre consiguen salvar a una mala idea.

Como prueba, ahí tienes a Jared Leto interpretando a un Joker de cartón pluma carente de su verdadera alma; un bufón que se contenta con ser la mujer de la relación de cualquier película de Hollywood: aquella que apoya al personaje principal, pero que, o bien resulta jodidamente brillante, o demasiado innecesaria.

También aquí las fuerzas de los protagonistas son excesivamente desiguales (¡hola, tío del bumerán!; ¡adiós, extra sin cabeza que no sé para qué has venido!), y se juega con un arma de doble filo que no solo alcanza a la Encantadora, sino también a su origen, su ejército mágico y la ausencia total de medios e intenciones de la misma como para convertirse en una verdadera villana de DC; sin obviar, por supuesto, la falta de interés en tratar las tramas de los protagonistas más allá de un leitmotiv que solo permite que la trama avance a empujones.

Escuadrón Suicida (completo)
¡Somos malos, y lo sabemos!

Salí creyendo que había sido entretenida (y lo mantengo), pero que, con el planteamiento, tanto narrativo como visual, podían haber hecho algo verdaderamente digno de recordar como un paseo por el lado más salvaje de la vida. Pero para eso, David Ayer debía recordar que los malos tienen carisma, y no solo deben quedar bien en un póster promocional.


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