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Cuando la psicóloga se convierte en mamá

Publicado el 16 marzo 2016 por Luciand

Siempre pensé que uno de los más grandes desafíos como psicóloga era sin duda mi propio crecimiento personal, sin embargo cuando la maternidad llegó a mi vida el convertirme en una mamá modelo se volvió mi preocupación. Me preguntaba a mi misma si era demasiado flexible o si era demasiado rígida,  si convenía enseñarle a mis hijos ejercicios de respiración o quizá de relajación, si debía administrar a mis pequeños el Test de la Familia o quizá el de Machover (o ambos!), si mis hijos tenían las suficientes habilidades sociales para desenvolverse en su salón de clases, en fin, todo lo que sólo una psicóloga puede imaginar.

Cuando la psicóloga se convierte en mamá

Mis hijos: Jimena, Rodrigo y Micaela
(De izquiierda a derecha)


Pasó el tiempo y lo que he aprendido después de todo este proceso de adaptación es sólo una gran verdad:
Ser mamá es una aventura, y como toda aventura es impredecible. Ser psicóloga no me ha librado de llorar cuando he sentido la pena de alguno de mis hijos, no me ha librado de cuestionarme sobre mis métodos de crianza, no me ha librado de ser como toda mamá. Es cierto que como psicóloga tengo recursos extras, pero frente a mis hijos me siento tan humilde como aquella mamá que llena de preguntas pide un consejo.
He tomado una decisión: No quiero vivir esta aventura llena de miedos y preocupaciones, quiero sentir el efecto dulce y transformador de la maternidad sobre mi, quiero aprender a reír, sorprenderme y soñar junto a mis hijos.
He comprendido que esta aventura tiene fecha de caducidad y pienso disfrutar todo lo que de ella me espera. 

Me he convertido en una mamá


Cuando la psicóloga se convierte en mamá

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