Revista Opinión

Cuando la salud es lo primero

Por Carmentxu

Cuando la salud es lo primero

Foto de portada por: Petits Detectius

El Tribunal Constitucional ha tirado por tierra una de las medidas más inmorales puestas en marcha por el Ejecutivo ejecutor. Si es que puede establecerse un ránking en el que no gane alguna ex aequo (ya me disculparán el latinajo), excluir a los sin papeles de la sanidad pública era una de las más malsanas decisiones, propia de un Gobierno enfermo también. Tiene razón el dicho popular: la salud es lo que importa. Lo demás queda en un segundo plano más aún cuando lo segundo es ese ahorro, mal planificado desde su concepción y que está resultando inútil, como el resto, basado en recortar por recortar con dolor para que se note y sin anestesia ni red de seguridad cuando lo que debería recortarse de raíz es una gestión basada en el beneficio rápido y cuantioso para poderosos, altos cargos y amistosos asesores, que se sustenta en una mala gestión de compras, una nefasta logística que encarece los costes, una falta de previsión (tan importante en sanidad y en otras tantas materias) y una decidida y manifiesta sumisión a los lobbies de la poderosa industria farmacéutica.

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Que los sin papeles se quedaran sin sanidad pública y gratuita es indecente, como lo es la exclusión de cualquier colectivo y no solo de la sanidad, uno de los pilares de este llamado estado del bienestar. El balance de este primer año es fácil y nada tiene que ver con ninguna herencia recibida, que este Gobierno se ha decidido a dilapidar. Se ha basado en reducir el poder adquisitivo de las pensiones, a sabiendas de que son ahora la principal, y muchas veces única fuente de ingresos de muchas familias; en prostituir la educación vistiéndola como una puta para españolizar y adoctrinar a nuestros niños, creando futuros analfabetos sociales con la esperanza de mantener su base electoral dentro de unos años; en desmantelar la sanidad pública en favor de la privada, más cara y de peor calidad; en convertir la justicia en terreno abonado para la injusticia a base de tasas imposibles; en reducir hasta la nada la ayuda a los más necesitados, dependientes, a los más vulnerables mientras se tiran por la borda años de lucha y esfuerzo de todos y del llamado tercer sector como si fuera un lastre prescindible en esta travesía. Aún quedan tres años para avistar tierra y apenas quedan ya alimentos frescos en la bodega.


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