Revista Cultura y Ocio

Cuando llega la decadencia (Reseña de Desgracia.- J.M.Coetzee)

Publicado el 30 octubre 2012 por Jdmora

Carlos Alberto Gamissans (@gamissans)
El autor sudafricano J.M. Coetzee, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003, ha escrito algunos de los libros más interesantes de la literatura contemporánea. Entre ellos se encuentra 'Desgracia' (Editorial Mondadori), una novela que explora con maestría el presente de Sudáfrica, sacudido por un conflicto étnico que nunca parece resolverse del todo a pesar de la abolición del apartheid. 
El protagonista, David Lurie, es un profesor universitario en Ciudad del Cabo (como el propio Coetzee) que da clases sobre Literatura Clásica. Ha trabajado la obra de los poetas románticos, con énfasis en el poeta Lord Byron, pero es incapaz de generar interés entre sus alumnos. Divorciado, cincuentón, abandonado por su prostituta de cabecera, seduce a una de sus estudiantes y mantiene con ella una relación que muy pronto deja de ser secreta. Todo deviene en escándalo y reprobación pública. Es calificado de acosador sexual y se ve obligado a abandonar su empleo. Sin grandes planes para el futuro, decide visitar a su única hija, Lucy, que vive en una granja en el campo, el tradicional territorio de los negros. 

Cuando llega la decadencia (Reseña de Desgracia.- J.M.Coetzee)

'Desgracia'
J. M. Coetzee
Editorial: Random House Mondadori

Allí la visión anacrónica que Lurie tiene del mundo se verá desafiada una y otra vez. Conocerá a personas con otros valores que le asombran, incluyendo a su propia hija. La violencia de la sociedad sudafricana se reflejará en la novela, así como la incomprensión y la discriminación entre hombres y mujeres, padres e hijos, negros y blancos, urbanitas y granjeros. 
Coetzee escoge el estilo indirecto libre, en el que la narración se funde en ocasiones con los pensamientos y sentimientos del protagonista. La historia se cuenta en presente, como corresponde a una descripción de algo que no está concluido, sino en proceso de construcción constante. Solo se conoce el punto de vista de Lurie, de modo que el lector debe hacer el mismo esfuerzo que el protagonista para entender las motivaciones de los demás personajes. Sin embargo, Coetzee no se atreve a juzgar a ninguno de ellos. En ocasiones,
Lurie se ve condenado a imaginar lo que sucede desde la impotencia de quien no puede transformar una realidad hostil. La prosa es directa, concisa, fría, cruda a veces dada la naturaleza de los hechos narrados. Lurie sufrirá una progresiva renuncia. Pierde su posición social, su empleo, sus privilegios, el vigor de su cuerpo… su decadencia es irreversible y él no es capaz de adaptarse a los cambios. Sin demasiadas pretensiones, para matar el tiempo, se enfrasca en la creación de una ópera que, sabe, nunca será representada. En ella Lord Byron es un espectro al que le faltan las palabras. El único que escucha la obra es un perro cojo sentenciado a morir. El protagonista, caído en desgracia, se pregunta si se atreverá a introducir a un animal en el sofisticado mundo de la ópera. Al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene una representación que nunca saldrá de su mente? Y, más importante, ¿alguna vez esa representación se ha correspondido con el mundo real?


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