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Cuando los goles pueden con las bombas

Publicado el 15 octubre 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

El mundo no ha aprendido. Es la única conclusión a la que se puede llegar al observar las múltiples guerras que asolan el planeta. Resulta desolador que en pleno siglo XXI sean innumerables los conflictos armados que marcan el devenir actual de millones de personas. Batallas que relativizan cualquier asunto ajeno al mayor de los intereses del ser humano: la supervivencia. No obstante, la grandeza del fútbol, el deporte más practicado de la Tierra, siempre reserva un resquicio para el balompié.

Porque las bombas nunca podrán con los goles. Y aunque la delicada situación que produce un panorama bélico en cualquier país siempre provoca un retraso, cuando no un parón, en la vida del mismo, el fútbol sobrevive. La pregunta es cómo. Por ello, para darnos un bofetón de realidad en el primer mundo, ahora preocupado por los efectos de la pandemia, vamos a hacer un recorrido por el fútbol de algunos de los territorios inmersos en la guerra. Para llevar esta tarea a cabo, nos basaremos en la situación de ciertos países de los que ACNUR ha destacado su dramatismo en el último año. No hablaremos de todos, porque desafortunadamente la lista de contendientes es interminable, como la barbarie humana.

Un sueño en plena pesadilla

Empezaremos por la zona más caliente del globo: Oriente Próximo. Un rincón que no conoce la paz. En concreto, por Siria, que en nueve años de conflicto ha provocado el destierro de once millones de habitantes. Un conflicto de marcado acento étnico que engloba a un sinfín de contendientes: fuerzas armadas, kurdos, terroristas, Rusia... Algo que no ha influido en la continuidad del fútbol sirio, que sigue gozando de su Premier League y de la participación de su selección en competiciones internacionales. Lo curioso es que se viva actualmente uno de los mejores momentos históricos de está última, que podría clasificarse por primera vez para un mundial. Todo sin jugar en casa desde hace 10 años.

Cuando los goles pueden con las bombas
Siria estuvo a punto de clasificarse para Rusia 2018. (Fuente: elespanol.com)

Una hazaña que pudieron rozar hace tres años de no ser por el gol en plena prórroga con el que Tim Cahill metió a Australia en Rusia 2018. Desde entonces, los pupilos del tunecino Nabil Maâloul andan mentalizados en llevar una porción de alegría a sus compatriotas. Así lo atestigua su racha de cinco victorias en las clasificatorias para Catar 2022. Lo ha ganado todo, saca ya ocho puntos a su máximo rival, China, y su capitán, el delantero del Al Ahli saudí, Al Soma lidera la tabla de goleadores. El mediocampista Omari y el atacante Kharbin son las otras estrellas de una selección que podría hacer historia en tiempos de guerra.

Un interminable exilio

Mucho más cerca de nuestras coordenadas, nos encontramos con un conflicto mucho más delimitado. Hablamos de la guerra entre Azerbayán y Armenia por el territorio conocido como Nagorno Karabaj. Una porción de tierra fronteriza que vive en la incertidumbre desde la caída de la Unión Soviética. Una coyuntura que choca diametralmente con su gran referente, el mejor equipo azerí de la última época, el Qarabag Agdam. Un club que alcanzó fama internacional en la fase de grupos de la Champions League hace tres años. Sobre todo al arrancar dos empates a todo un Atlético de Madrid.

Ya más alejado del foco mediático, el club, que cumple 27 años exiliado en Baku, vivirá una nueva fase de grupos en Europa League. Villarreal, Maccabi y Sirvasspor serán los rivales del conjunto entrenado por Gurban Gurbanov, un mito en el fútbol azerí. Un míster que ha sabido dotar de fundamentos tácticos a un equipo en el que juegan dos ex de nuestro fútbol: el albaceteño Jaime Romero, que vive su segunda campaña en los jinetes, y Kwabena, un canterano del Leganés habituado a las cesiones. Aún siguen soñando con volver a sentir el aliento de su gente.

Un continente maltrecho

Si hay un continente marcado por la belicosidad, ése es el africano. Mientras el primer mundo mira a otro lado, miles y miles de personas mueren al día en innumerables conflictos armados. La lista de guerras en el territorio sería inabarcable, por eso sólo nos vamos a centrar en dos países.

Por un lado, nos encontramos con la selección de fútbol más joven del planeta. Y es que Sudán del Sur apenas cuenta con nueve años de independencia. A nivel de clubes, los trece goles encajados por su representante, el Atlabara, en la ronda preliminar de la última Champions africana, da buena medida de la humildad de su liga. Sin embargo, su combinado nacional va haciéndose poco a poco con un nombre en el panorama continental, espoleados por la experiencia de futbolistas afincados en la Premier League australiana. Sus últimos empates, este mismo mes, en amistosos contra la poderosa Camerún arrojan un halo de esperanza a una población necesitada.

Cuando los goles pueden con las bombas
Somalia y su victoria histórica a Zimbabue. (Fuente: cafonline.com)

Ya en el cuerno de África, Somalia es uno de los países con menor esperanza de vida. 30 años de guerra, sequías, piratería, una renta per cápita por los suelos... parece imposible que aún pueda rodar el balón allí. Aunque más sorprende, si cabe, que hace un año, las estrellas del océano lograran ante Zimbabue su primera victoria en clasificatorias del Catar 2022. Exiliados a Etiopía, el combinado somalí se nutre de jugadores que compiten en divisiones inferiores de países tan dispares como Croacia, Finlandia o Canadá. Pero, ¿cómo conseguir que la selección abandone el último puesto del ranking FIFA si en el país al que representa sobrevivir es todo un reto?


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