Cuando me preguntan lo que estoy pensando…

Con el pasar de los años he perdido algunos filtros, me refiero a los filtros que me imponía la timidez, la forma en que creía que mis parientes y autoridades esperaban que actuara, temores, etc…

Actualmente cuando me preguntan qué estoy pensando creo que es un verdadero peligro contestar…y en muchas ocasiones presiento que me preguntan qué estoy pensando pero en realidad no quieren escuchar lo que estoy pensando sino lo que creen (O QUIEREN) que esté pensando. Es un trabalenguas lo sé, pero así lo percibo. No a todas las personas podemos decirles con honestidad qué estamos pensando. Son muy pocas las personas que están dispuestas a aceptarnos tal y como somos. Y no lo escribo sólo como ¨cliché¨ sino que en realidad lo he vivido. Muy pocas personas nos conocen a profundidad, pero personalmente prefiero esas relaciones duraderas y profundas, que saludar a 20 personas que ni me conocen bien (sólo de nombre) y tener que sostener una plática incómoda de 30 segundos en la que uno le pregunta a la persona ¨¿Y qué tal estás?¨ y viceversa. Agradezco en sobremanera las pocas (y con el tiempo sí se vuelven escasas) amistades reales, honestas y comprensivas. Aquellas que no nos tratan de cambiar, que no nos apuñalan por la espalda, que nos reciben con errores, tristezas, enojos y alegrías.

No todas las personas están acostumbradas a escuchar respuestas directas y honestas. Y algunas personas nos preguntan, pero no escuchan realmente. Hay toda una cuestión de estándar social para nuestras respuestas…y si somos asertivos (decimos y expresamos lo que pensamos) entonces somos irreverentes. Los niños responden y dicen lo que piensan, a veces nos asustan, nos hacen sudar y ¨quedar mal¨ pero resultan las respuestas más honestas. Saben ser ellos y nosotros queremos callarlos y que pierdan esa honestidad. Por eso ahora cuando me preguntan qué pienso acerca de algo, les pregunto si están seguros de querer saber.