Revista Opinión

Cuando nos prohibieron ser mujeres y nos persiguieron por ser hombres (2)

Publicado el 10 diciembre 2016 por Franky
CUANDO NOS PROHIBIERON SER MUJERES Y NOS PERSIGUIERON POR SER HOMBRES (2) A la mujer se le reconoce presunción de veracidad mientras que al hombre y más si es un infame heterosexual, se le establece la presunción de mentira. De esta forma, cuando una mujer denuncia, el hombre es detenido y puesto a disposición judicial y allí tiene que demostrar su inocencia. Demostrar la inocencia en un sistema orientado a que sea el poder judicial el que demuestre la culpabilidad del acusado es realmente difícil. Es una perversión de la ley y esa perversión causa muchas de las muertes que se producen.

Cuando en la pareja se alcanza el punto de no retorno, se presenta la violencia, físicamente por parte de él y psicológica por parte de ella. La diferencia es que la psicológica es constante y al final, por contenido que sea el hombre, se desencadena la violencia. Pero dado que la pena por unos moretones es prácticamente igual que por un homicidio, cuando la mujer amenaza con denunciar y que le va a quitar la casa, la nómina y los hijos, con lo cual el hombre queda convertido en un esclavo de por vida, sin techo y sin familia, la respuesta es el homicidio, al menos se da la satisfacción del momento.

Hay una consecuencia colateral en todo esto y es que los hombres y las mujeres no se tienen confianza. Y esa falta de confianza se manifiesta en el desinterés de los hombres por las mujeres y como consecuencia la disminución de matrimonios e incluso la falta de relaciones sexuales, en una sociedad totalmente permisiva, lo cual no deja de ser curioso.

Es cierto que las condiciones laborales impiden muchos matrimonios y estimulan la vida en pareja, pero también es cierto que de estas, muchas son por la falta de confianza. Esa entrega que supone el amor, ha desaparecido en muchos casos, cuando un hombre y una mujer se van a vivir juntos, lo hacen pensando en que eso no es para siempre.

Sigue habiendo matrimonios, pero también muchos de ellos son nulos antes de celebrarse, pues lo que se pretende es tener un día glorioso y mostrar el poderío económico de la familia, no establecer un proyecto de vida en común.

La desconfianza de los hombres hacia las mujeres es muy grande, hasta el punto de ocurrir algo inconcebible para los que tenemos cierta edad y es que las mujeres consideren un triunfo llevarse a la cama a un hombre y se presenten ante sus amigas como triunfadoras. Exactamente igual que hacíamos nosotros en nuestra juventud, cuando conseguir los "favores" de una mujer suponía un esfuerzo de titanes.

Se ha conseguido la liberación sexual de la mujer y que los hombres acepten la promiscuidad antes de vivir juntos, pero eso no sirve de mucho si hay un porcentaje cada vez mayor de hombres que no quieren saber nada de las mujeres. Hay libertad sexual, pero cada vez se ejerce menos.

Pero todo es pura ingeniería social. Manipulación descarada de las mentes más débiles, que desgraciadamente van en aumento y no importa mucho el nivel de estudios, pues este no supone un aumento de la cultura y del raciocinio, sino simplemente unas meras capacidades técnicas.

Y ha pasado ya suficiente tiempo como para entender que esta ingeniería social no conduce a una sociedad mejor, como nos dicen, sino a la destrucción de la sociedad, como estamos viendo. Afortunadamente ya se levantan voces y actitudes contra esa ingeniería y hay una tendencia clara hacia los valores de siempre, los que han demostrado que mantienen la sociedad estable.

Las mentiras y las manipulaciones terminan por descubrirse y esta gran mentira, tal vez la MENTIRA, por antonomasia, esté quedando al descubierto y sólo porque los medios hacen una campaña feroz, aún hay gente que la cree.

Algo que debe perjudicarla mucho es la existencia de otras muertes en el ámbito doméstico de las que no se habla, como las de hombres a manos de mujeres, sobre 10 al año; de hijos a manos de sus madres, más cien mil de no nacidos y también como diez de los nacidos. También existe de hijos a padres o de nietos a abuelos, aunque en este casos es más el terror físico y psicológico que el homicidio, ya que si matas al progenitor o al abuelo, se acaba el dinero. De todo esto no se habla, es más, se oculta. Porque si estuviera en los medios, la violencia de hombre a mujer, sería un caso más y no se podría hacer demagogia ni vivir tanta gente de eso.

FIN


vanlop


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