Revista Insólito

Cuando se fumaba en las iglesias

Publicado el 20 enero 2017 por Monpalentina @FFroi
Nada más pisar el Nuevo Mundo, aquellos intrépidos españoles ya advirtieron aquel humo que los nativos expulsaban de sus bocas que provocaba el tiznón encendido que aspiraban. Rodrigo de Triana comprobó de primera mano sus efectos entre mareantes y reconfortadores y fue el primero que lo trajo a Europa. Pronto se extendió su consumo entre todos aquellos que podían pagarlo. Pero no tardó la Iglesia Católica en “poner el grito en el cielo” al considerar aquel humo como algo diabólico, una especie de conexión etérea con los espíritus maligno.

Cuando se fumaba en las iglesias
Una de las primeras medidas fue que nuestro amigo Rodrigo fuese encarcelado por la Inquisición, pero paralelamente a ese rechazo institucional en Europa, aquellos curas aventureros fumaban un “cigarrillo” tras otro durante las liturgias. Hasta 1583, año en el que fueron advertidos que el consumo de tabaco en la administración de los sacramentos estaría penado con la condenación eterna de sus almas. Una vez terminada la misa tendrían permiso para fumar a su antojo…
El papa Urbano VIII, el 30 de enero de 1642, emitió la bula Cum Ecclesiae en respuesta a las quejas del Decano de la Catedral de Sevilla, por la que se declaraba que cualquier persona que consumiera tabaco por la boca o por la nariz (hay que recordar que así fumaban los americanos), ya sea rayado, en polvo o en pipa, en las Iglesias de la Diócesis de Sevilla, recibiría la pena de excomunión latae sententiae.
En 1650, ocho años despúes de la bula de Urbano VIII, Inocencio X puso la misma pena para el uso del tabaco en las capillas, en la sacristía o en el pórtico de la Archibasílica de San Juan de Letrán de San Pedro de Roma, por la razón de que se había invertido mucho tiempo y dinero en embellecer con mármoles y bajorelieves las mismas, y no se quería que fuesen manchados con el jugo del tabaco y el humo…
La pregunta clave vino en 1685. Muchos teólogos se ensarzaron en un polémica discusión sobre si estas normas debían aplicarse a la Iglesia Universal y, de ser así, se preguntaban a que lugares afectaría (rectorado, capilla, sacristía…) En 1725 se revocó la pena de excomunión por fumar en San Pedro, ya que Benedicto XIII se dió cuenta de que los parroquianos tenían la tendencia a salirse a la puerta a “echar un cigarrillo” y se decidió que lo mejor era que se quedasen fumando en el interior, evitando así la interrupción de la liturgia o que se perdieran parte de ella… pronto se volvería a prohibir…
Benedicto XIV, Pío IX, León XIII, Pío X, Pío XI ó Juan XXIII le daban al tabaco cosa mala, y como curiosidad citar que Benedicto XVI compraba el marlboro por cartones hasta poco antes de ser nombrado Papa. Santos vicios que los llaman...
Cuando se fumaba en las iglesias
© Una sección de Félix Casanova para Curiosón, 2017



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