Revista Economía

Cuando un tahur se mete a banquero

Publicado el 19 octubre 2010 por Tiburciosamsa
Cuando un tahur se mete a banquero Adivinanza: ¿Qué está haciendo Farnood en esta foto? a) Jugando al poker; b) Invirtiendo los ahorros de los depositantes en su banco; c) a) y b) simultáneamente.
Con la crisis financiera hemos aprendido que nuestros ahorros están con los banqueros levemente más seguros de lo que estaría nuestro hijo de cinco años al cuidado de un pederasta. Si esos banqueros son los dueños del Banco de Kabul, entonces sería nuestro hijo de cinco años el que estaría más seguro en manos del pederasta.
El Banco de Kabul fue creado en 2004. Su fundador fue Sherkan Farnood, el único afghano que figura en la liga internacional de jugadores de póker. Si en 2007 descubrimos que los banqueros tradicionales trataban nuestros ahorros como fichas de casino con las que apostar en la ruleta, qué decir de un banquero que se ha formado en mesas con tapete verde.
Aparte del póker, los otros conocimientos bancarios de Farnood consistían en haber fundado una hawala para mover dinero entre Moscú y Kabul. La hawala es un sistema para realizar transferencias de dinero sin que el dinero se mueva físicamente. Se basa en la confianza entre los intermediarios que la operan y al no dejar rastro documental ni electrónico resulta ideal para blanquear dinero. Farnood ya demostró en estas operaciones que servía para el mundo de la banca: en 1998 diez de sus empleados fueron detenidos y condenados en Rusia por actividades bancarias ilegales. Si hubieran trabajado en Wall Street seguramente habrían recibido una inyección de dinero público y luego les habrían recompensado con una bonificación millonaria.
En comparación con Farnood, el otro gran accionista y CEO del Banco, Khalilullah Frozi, casi hasta despierta confianza, a pesar de su pinta de chuloputas y de que su experiencia previa no había sido en el mundo de las finanzas, sino en el del comercio de piedras preciosas.
Está bien cuando una persona que no pertenece al mundo de las finanzas se mete en él, porque aporta cosas de su experiencia personal. Así uno de sus medios de conseguir depositantes en sus inicios fue instituir una lotería. Por cada 5.000 afghanis depositados, uno recibe un boleto. Los boletos ganadores tienen premios de hasta un millón de afghanis. Aunque según los empleados del Banco no se trataba de una lotería, lo que sería antiislámico, sino de un “incentivo”. Un periodista de la revista “Fortune” calificó la idea de “genialidad”. Y no, el nombre del periodista no era Bernie Madoff.
En agosto de 2009 el Banco celebró su quinto aniversario con una lotería (¿o debería decir con un incentivo?) entre sus depositantes, en la que se regalaron nueve apartamentos en Kabul y premios en metálico por la suma total de un millón de dólares. Conociendo a Farnood hubiera sido más adecuado que para repartir los premios se hubiese escogido la ruleta más que la lotería y, puesto que estamos en Kabul, la ruleta rusa.
En otro país, todo habría olido muy mal desde el principio, pero después de tantos años de guerra y tanta corrupción, la gente ha perdido el olfato. Las primeras señales de alarma no aparecieron hasta comienzos de este año, cuando un artículo del “The Washington Post” sacó a la luz los vínculos del Banco con la familia Karzai y sus prácticas “heterodoxas”. Desde ese momento, el Banco estuvo baja el rádar informativo, pero ocurren tantas cosas en Afghanistán que las noticias sobre él casi se perdieron entre la avalancha de desastres que afligen al país.
Y tampoco había que exagerar, un afiliado pakistaní de PriceWaterhouseCoopers había auditado el banco y había declarado que estaba limpio de polvo y paja. Eso sí los auditores, que tal vez fueran los mismos que auditaron Enron en su día, no se dieron cuenta ni del dinero que el Banco estaba enviando a Dubai ni de los créditos sospechosos que concedía. PriceWaterhouseCoopers se ha apresurado a anunciar que el afiliado es una entidad aparte y que es el solo responsable de sus auditorías. Sí, pero alguien en PriceWaterhouseCoopers debería asumir la responsabilidad por haberse buscado un afiliado tan poco de fiar.
Farnood cometió el gran error que un granuja nunca debe cometer: mosquear a su asociado Frozi. Digo que es un error que nunca se debe cometer porque si hay alguien al corriente de sus tejemanejes es precisamente su asociado. Por otra parte, por el mero hecho de haber aceptado asociarse con él, ya ha mostrado cuál es su catadura moral. Lo peor es que Frozi había servido de asesor electoral al Presidente Karzai, o sea que tenía acceso a los despachos del poder.
Este verano estalló el conflicto entre Farnood y Frozi y uno de los dos fue a chivarse a la Embajada de EEUU. Mientras que desde el gobierno acusan a Farnood de ser el chivato, hay otros que apuntan a Frozi. Siendo los pájaros que son, no es de descartar que cada uno de los dos fuera por su cuenta a la Embajada de EEUU a largar y de paso a pedirles ayuda en la guerra intestina que tenían. Desde el verano de 2008 a los norteamericanos la palabra “banco” les eriza los pelos, porque más veces que no la ven asociada a la frase “amenazado de quiebra”. A finales de agosto expertos del Tesoro norteamericano llegaron a Kabul a examinar la situación y se encontraron con que tenían entre las manos el equivalente afghano de Lehmann Brothers con el agravante de que en Afghanistán los depositantes estafados guardan un kalashnikov en su casa y ya se sabe que deber dinero a un tipo que tiene un fusil en su casa es la mejor manera de tener una carrera efímera en el mundo de las finanzas en particular y en el mundo de los que respiran en general.
Lo que los expertos norteamericanos se encontraron en Kabul era una pesadilla financiera hecha realidad. El Banco había perdido una cantidad importante de dinero, que podría llegar hasta los 300 millones de dólares, con el agravante de que muchos funcionarios, soldados y policías eran pagados por transferencia bancaria a través del banco. Desde el piso de arriba del Banco Farnood operaba una hawala, que habría utilizado para enviar dinero a Dubai, donde tiene importantes inversiones inmobiliarias. Hasta 300 millones de dólares habrían podido ser despachados a Dubai sólo el pasado año. Aparte de utilizar el dinero del Banco para sus operaciones en Dubai, Farnood lo habría utilizado para sacar adelante Pamir Airways, de la que es copropietario. Por cierto, con respecto a las inversiones inmobiliarias en Dubai, hay que señalar que el batacazo del mercado inmobiliario norteamericano es un chiste comparado con lo que está sucediendo en Dubai, donde empieza a haber más rascacielos a medio terminar que arena.
En muchos países, cuando un banco de repente tiene dificultades, no tardan en aparecer créditos sospechosos y vínculos todavía más sospechosos con personajes poderosos. Algunas de las conexiones curiosas que tenía el Banco de Kabul: el hermano del Presidente, Mahmoud Karzai, posee el 7% del Banco y es dueño de una cementera que ha sido financiada por el Banco; Haseen Fahim, el hermano del Primer Vice-Presidente, posee el 3% del banco y ha recibido créditos de éste para sus compañías de hidrocarburos y de construcción; el primo del Presidente, Hashim Karzai, ocupa una alto cargo en Pamir Airways. Y la madre de todas las conexiones políticas: el Banco financió la campaña electoral de Karzai de 2009.
Farnood no sólo hacía préstamos sospechosos a personajes prominentes. También hacía préstamos sospechosos a alguien a quien conoce muy bien y aprecia mucho: él mismo. Al parecer se concedió un préstamo de 140 millones de dólares para inversiones inmobiliarias en Dubai, que han resultado ser un pozo sin fondo. Una de sus simpáticas aficiones era escriturar a su nombre chalés en Dubai y luego altruísticamente dejar amiguitos suyos como Mahnoud Karzai o el ex-Vicepresidente Ahmed Zia Massoud viviesen en ellos. Hay veces que la frontera entre el filántropo y el hombre de paja es muy delgada.
Finalmente Farnood y Frozi han sido forzados a dimitir de sus puestos en el Banco o, como lo ha expresado más suavemente el Gobernador del Banco Central, han dimitido voluntariamente ya que según la nueva normativa sólo profesionales de la banca pueden ocupar altos puestos operativos en los bancos. Por fin alguien se ha dado cuenta de que jugar al póker no es experiencia suficiente para moverse en el mundo financiero.
La historia del Banco de Kabul muestra que los intentos de construir un Estado normal en Afghanistán son un éxito. Ya han tenido su primer fraude bancario como cualquier país desarrollado que se precie, como Wall Street sin ir más lejos.


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