Revista Opinión

Cuánto que aprender y cuánto que callar (Por: Alfredo Abrisqueta)

Publicado el 06 marzo 2013 por Alfredo

Cuánto que aprender y cuánto que callar. (Por: Alfredo Abrisqueta).La tristeza no entiende de océanos. Vuela y vuela cada vez más alto olvidándose del viento que la sostiene. En cada rincón y en cada cobijo, en cada esquina y en cada abrigo, desciende por corrientes cálidas y húmedas, frías y secas donde acaba consumiéndose en cada corazón insensible e impasible, indiferente e inconsciente. Insensible a las notas que claman por la libertad. Impasible ante la llamada que implora dignidad. Indiferente ante el dolor derramado que, como simples gotas de agua, se dejan caer por la gravedad. Inconsciente, porque no termina de alcanzar el resbaladizo entender panorámico que se deriva de todas las consecuencias anteriores.
Destartalada nuestra identidad y derruidas las ideas. Azorados sentimientos y ahogadas las intenciones. Sentenciados los pueblos libres y deshonrada la humanidad  No hay hombre que dentro de sí mismo pueda hallar orientación. No hay hombre que dentro de sí mismo pueda albergar paz en su débil corazón.
Poco a poco se han ido desnudando a las palabras, que hoy día, carecen ya de todo significado. Vuelan libres rebotando de boca en boca sin pasar por el corazón. Y aún existen aquéllos que enferman por la humillación inmerecida que se hace a la divinidad del lenguaje. Nuestro mundo de posibilidades está siendo invadido por la indiferencia que cierra dimensiones al entendimiento y espacios a la acción. La inmediata consecuencia de ello deriva en la transmutación de significados tan necesarios para conocer nuestro mundo. Los héroes lo son para algunos pueblos así como tiranos lo son para otros. Y no hay mayor solución que dependa de uno mismo aprender a volar para descubrir de nuevo el Mediterráneo.
Deshonrada la palabra, aborrecida y condenada a morir, queda la imagen. Una sencilla imagen que se vanagloria de valer mil veces el peso de la palabra. Una imagen que pretende representar la universalidad en su liviana naturaleza. Una imagen que desplaza a la palabra del ágora de los hombres libres. Una imagen que no entiende de libertades es el principal medio de expresión del hombre del siglo XXI. Del prehistórico "homo loquens" nace sin historia el "homo videns".
Espectadores del mundo juzgamos como emperadores mientras nos delata nuestra arrogancia. Condenamos aquello que vemos sin cuestionarnos nada. Aceptamos la realidad callados cuando el mundo necesita nuestra voz. Continuamente, en cada palabra del periódico, cada onda de radio, cada imagen en la televisión configura nuestro pensamiento. Y, sin embargo, la verdadera tiranía es la nuestra por rehusar a dudar.
Entregamos satisfactoriamente nuestra mente a la prostitución de los intereses comerciales de las grandes corporaciones. Con un relato nos basta. Un sencillo cuento que explique el camino que recorre una hormiga desde un punto A hasta un punto B. Y nos da exactamente igual qué es lo que le ocurre a esa hormiga a mitad del camino. Solamente nos importa el punto B, nunca la hormiga. Pensamos y creemos lo que nos dicen que pensemos y creamos sin cuestionarnos si las creencias o los pensamientos que nos imponen guardan verdad.
Aquellos que valientemente abandonaron el camino del autómata se convirtieron en proscritos. Héroes los llamo yo por desafiar a Goliat. Héroes que dejaron su propio camino para trazarse uno nuevo. Héroes que aprendieron a dudar y descubrieron la libertad. Incapaces de volver a la caverna entregarán su vida por sus semejantes y amados como el prisionero platónico. Serán rechazados por los pueblos domados como leones y colmados de intereses que no son los suyos. Verás al pobre defender la explotación infantil en el tercer mundo. Verás al pobre apoyar guerras injustas por intereses económicos que no son los suyos. Verás al pobre justificar políticas que van en contra de su propia dignidad. Verás al pobre odiando a sus semejantes e incluso a sí mismo. Verás al pobre culpándose de su propio fracaso en la vida. Una vida idealizada donde comercian con los sueños. Unos sueños que encadenan a los pueblos. Unos pueblos condenados a repetir su historia.
Entre el anochecer y el amanecer falleció el último héroe del siglo XX y la tristeza no entiende de océanos. Aquella hormiga que fue desde A hasta B, ha conseguido recomponer los trocitos divididos de la identidad de su pueblo y levantar una revolución contra Goliat. Mientras los ciudadanos pobres, americanos y europeos, sigan creyendo en la injusta y manipulada imagen de Hugo Chávez, seguirán defendiendo inconscientemente los intereses ajenos que se contraponen descaradamente a los suyos. La oscuridad del Hombre del siglo XXI no reside en creer que los héroes trágicos son los trágicos villanos, sino en la dependencia a creer que siempre lo serán.
Cuánto que aprender y cuánto que callar. (Por: Alfredo Abrisqueta).


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