Revista América Latina

Cuatro en línea

Publicado el 30 abril 2015 por Javier Montenegro Naranjo @nobodyhaveit

neuer-miss-penaltyFallar un penal es siempre una posibilidad, poco probable, pero real. Son más los cobros que provocan el grito de gol frente a las atajadas del portero, los balones a las nubes y los caprichosos postes. Fallar un penal es tan probable como que Pauleta te marcase un gol.

Ahora, abrir con un fallo de tu capitán debido a un resbalón en la grama de su propio estadio en la tanda de penales es como si Sergio Ramos te marcase a la salida de un córner. Los rivales siempre le miran con malos ojos cuando entra al área del portero; su testa es como un fantasma buscando manifestarse en el marcador. Lo mismo ocurre con el primer cobro desde los doce pasos, pero esta vez el temor es de los aficionados locales. El fallo es una posibilidad que desean azorar a toda costa, abrir abajo puede ser el principio del fin.

Cuando tu segundo cobrador, quien por mucho tiempo fue el encargado de finiquitar desde los doce pasos en la selección nacional de España, no cualquier España sino la de las dos Eurocopas y el Mundial, también se resbala y la envía a tres metros de la portería, piensas cuándo fue la última vez que Javier Mascherano marcó un gol (con el Barça nunca ha marcado). Porque ese segundo fallo duele tanto como ser la víctima del “jefecito” después de 72 meses de sequía; o peor, estar en el séptimo inning de un partido de beisbol sin que ninguno de tus jugadores haya llegado a primera, y te repites una y otra vez “esto no nos puede estar pasando a nosotros”.

Hay escenarios peores. Un penal atajado al tercer cobrador, al goleador de la final del Mundial Brasil 2014, al delantero que dejó con la miel en los labios a la Argentina de Lionel Messi, te traslada en el tiempo al 2005, cuando Ronaldinho era un crack en el Barça; tú eres mexicano, hincha de los Gallos Blancos de Querétaro, y sueñas con que un día, el brasileño le marque dos al América en el Estadio Azteca. Es un sueño tonto, pero un día despiertas y lo vives. Claro, soñar con tres fallos al hilo en una tanda de penales es una pesadilla, pero igual un día despiertas y la vives, como le sucedió a Suiza con Ucrania en octavos de final del Mundial del 2006.

No obstante, cuando uno falla tres penales, el rival tiene la posibilidad de asestar un golpe terrible en su tercer cobro. A menos que tu guardameta sea Manuel Neuer. Y esto solo puede convertir la pesadilla en algo peor. Fallar un cuarto disparo desde el fatídico punto es el equivalente a ser víctima de una remontada épica en la final de la Champions League. Llegas al descuento con una ventaja de un gol, y tres minutos después, cuando el árbitro da por concluido el encuentro, estás debajo en el marcador. Ambas cosas solo pueden ocurrirle a un equipo. Les presento al Bayern de Múnich.


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