Revista Ciencia

Cuatro pasos para ayudar a un consultante que viene obligado a terapia

Por Davidsaparicio @Psyciencia

No es fácil lograr una buena alianza terapéutica cuando los consultantes llegan derivados por sus jefes, por un juez o son presionados por un familiar o pareja para que busquen ayuda. En estos casos lo más útil es que el terapeuta sea muy claro desde el inicio y al mismo tiempo sea muy validante y receptivo con el consultante. Si te has visto en un situación similar, aquí hay cuatro principios que aprendí en el libro Getting unstuck in ACT de Russ Harris y que él tomó de Kelly Wilson (uno de los principales pioneros en ACT) para lograr que los consultantes se comprometan en la terapia.

Por supuesto que esta no es una receta mágica que funcionará con todos los consultantes, pero te dará cuatro principios para saber cómo abordar este tipo de situación. Intenta aprenderte los principios, pero úsalos con tus palabras y con tu propio estilo.

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Empatiza

La mejor manera de empezar es empatizando con el consultante y lo molesto que es tener que venir obligado a terapia. Puedes decir algo como:

A nadie le gusta que le digan qué hacer. Si a mí me obligaran a venir a terapia y tuviera que hablar con alguien que no confío, también me sentiría enojado. Así que me gustaría preguntarte ¿cómo te sientes en este momento?.

Esta pregunta ya abre la oportunidad para que la persona pueda abrirse un poco y hablar de las sensaciones de incomodidad o emociones que experimenta.

Normaliza y valida

Al empatizar con su situación los consultantes responderán de diferentes maneras. Algunos se abrirán un poco y hablarán de lo enojados que se sienten por estar ahí o expresarán que se sienten incómodos o avergonzados por la situación que los ha traído a la consulta. Otros negarán que se sienten incómodos y sostendrán que no tienen ningún problema con la situación. Cualquiera que sea la respuesta, el terapeuta debe normalizarla y validarla. Puedes decir algo como: “Tiene sentido que te sientas así”. Si yo estuviera en tu lugar me sentiría igual. En caso de que la consultante responda que no tiene problemas por estar en sesión, aun cuando es una sesión que ella no ha solicitado, el terapeuta puede decir algo así: “Debo admitir que me sorprende un poco que no te moleste estar aquí. Pero la verdad es que cuando las personas afrontamos situaciones desafiantes respondemos de diferentes maneras y si no es un problema para ti estar aquí, genial”.

Declara tus valores

Es muy útil declarar nuestros valores como terapeutas, en especial cuando trabajamos con un consultante que ha venido porque el trabajo se lo exige o su pareja lo presiona para buscar ayuda. Puedes hacerlo de la siguiente manera:

Hay algo muy importante que quiero comentarte. Quizás no me creas cuando te lo diga, pero aun así quiero decírtelo. Me dedico a la psicoterapia porque quiero ayudar a las personas a construir una vida que valga la pena ser vivida, una vida comprometida con lo que es realmente importante para ti. No estoy aquí porque tu jefe (juez, pareja, o trabajo) lo exige. Lo digo en serio. No estoy interesado en los objetivos que quiere tu pareja (jefe, trabajo, juez, etc.). Estoy interesado en ayudarte a construir lo que realmente quieres para tu vida.

Lo de una vida que valga la pena ser vivida se lo tomé prestado a DBT. ¡Gracias, Marsha!

Esta declaración suele funcionar bastante bien, pero en ocasiones los consultantes pueden decir que estamos en la terapia solo por el dinero. En ese caso podemos contestar algo así:

Es totalmente normal y hasta esperable que tengas ese pensamiento. Y la verdad es que sí, una de las razones por la que hago este trabajo es por mi salario. Pero también es cierto que no es la única razón. No estoy aquí solo por el dinero. Realmente valoro poder ayudar a las personas a crear un futuro mejor, una vida mejor. No tienes que creerme. Si quiere creer que estoy aquí solo por el dinero, también está bien. Lo menos que quiero es perder nuestro tiempo tratando de convencerte.

Usa la metáfora del interruptor de la libertad

Por último, podemos utilizar la metáfora del interruptor (switch) de la libertad o del libre albedrío (llámala como quieras):

Antes de seguir me gustaría que te imaginaras algo. Imagina que al frente de ti está el interruptor de la libertad. Cuando el interruptor está apagado, estás aquí contra tu voluntad, contra tu libertad. No estás aquí por ti misma, estás solo porque alguien te envío aquí (juez, pareja, trabajo, etc.) y te han forzado (amenazado, empujado, etc.). Así que estar aquí es una perdida completa de tiempo cuando el interruptor de la libertad está apagado. Por supuesto, al venir complaces a las personas que te enviaron, pero no ganas nada al estar aquí. Puedes usar el tiempo de la sesión para quejarte de las otras personas, enojarte conmigo, mirar por la ventana o darme respuestas de tipo “si/no”. Para ti todo esto es una gran perdida de tiempo.
Sin embargo, cuando enciendes el interruptor de la libertad todo cambia. En el momento que lo enciendes, estás aquí por ti, no para complacer a nadie. Estás aquí para usar el tiempo para tu propio beneficio y lograr algo que puede transformar tu vida.
Recuerda que mi objetivo es ayudar a las personas a crear una vida mejor. Así que en el momento que enciendes el interruptor de la libertad, tendrás a tu disposición todos mis recursos para que puedas crear una vida que quieras vivir. Y cuando digo “mejor” me refiero a lo que tú definas como mejor. No lo que define tu pareja (jefe, etc.).
Recuerda: puedes dejar el interruptor de la libertad apagado o encendido. Es tu decisión y nadie puede obligarte. De eso dependerá si la hora que pasas aquí será de provecho para ti o será una perdida total de tiempo.
¿Qué te gustaría hacer? ¿Quieres dejar el interruptor de la libertad apagado o encendido?

La mayoría de los consultantes decide mantener encendido el interruptor de la libertad, pero también hay consultantes que prefieren dejarlo apagado. En esta circunstancia, el terapeuta puede decir algo como: “Está bien. Nadie puede obligarte a hacer algo que no quieres. Y la verdad es que será una perdida de tiempo para ti y para mí. Así que quizás lo más conveniente es que terminemos la sesión”.

Es posible que la consultante se enoje y argumente que va a perder el trabajo o irá a la cárcel, etc. En ese caso el terapeuta puede decir algo como. “Está bien. ¿Qué te parece si enciendes el interruptor de la libertad y empezamos a trabajar para que puedas crear una vida que no esté en riesgo de perder su trabajo o familia?”.

Lo más poderoso de esta metáfora es que nos permite ser muy claros desde el inicio de la terapia y poner sobre la mesa los objetivos del tratamiento. No tienes que hacer todo en una sola sesión, los terapeutas pueden decidir que es necesario dar algunas sesiones más para que el consultante pueda a confiar un poco más en el terapeuta y decidir si realmente quiere trabajar en la terapia.

Tip: La metáfora del interruptor de la libertad puede utilizarse en cualquier momento de la terapia, no solo en las primeras sesiones. Puede haber momentos donde los consultantes están desconectados, distraídos o simplemente dan respuestas sin mucho sentido. En esos casos podemos utilizar nuevamente la metáfora y decir algo como: “Parece que apagaste el interruptor de la libertad. ¿Te diste cuenta?”.

Conclusión

Cómo terapeuta no he tenido la experiencia de atender a una persona derivada por el sistema de justicia o como condición para mantener un puesto de trabajo. Pero si he recibido consultantes que vienen un poco empujados por algún familiar o pareja con los que están teniendo serias dificultades. En esas situaciones los principios recién descritos han sido muy útiles y me han ayudado a no dar tantos rodeos en las primeras sesiones y al mismo tiempo han contribuido a generar más motivación y apertura a un proceso tan desafiante como lo puede ser la terapia psicológica. Intenta ponerlos en práctica en tu consulta y si lo deseas coméntame ([email protected]) cuál ha sido tu experiencia.

Imagen: En el segundo capítulo de la nueva temporada de In treatment, la terapeuta debe iniciar el tratamiento con un consultante que ha sido derivado por el sistema de justicia.

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