*Cortar las hojas del Aloe por la base. Procurar que sean las más externas.
*Dejar las hojas en posición vertical para que drene una especie de resina de color amarillo que contiene aloína, una sustancia irritativa para la piel.
*Transcurrido este tiempo, limpiar muy bien las hojas con agua para quitar cualquier resto de suciedad (podéis quitar también las espinas para trabajar mejor).
*Cortar las hojas por la mitad y con la ayuda de una cuchara extraer el jugo y colocarlo en un recipiente de cristal. Podéis ayudaros con un mortero o batidora para acabar de extraerlo mejor.
*Llenar una cubitera y congelar. De este modo el jugo extraído se conservará mejor para la próxima vez y ya veréis qué gustazo cuando está tan fresquito.
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