Revista Opinión

Cuelgamuros se descuelga

Publicado el 03 mayo 2010 por Rgalmazan @RGAlmazan

La Piedad y esas otras majestuosas esculturas de Juan de Ávalos, esas gigantescas obras faraónicas de Cuelgamuros, se tambalean. Al igual que se derrumbó lo que representan.

Ese Valle de los Caídos, monumento para rendir homenaje a los rebeldes que ganaron la guerra, esa ampulosa y espectacular vergüenza que se edificó con la sangre de los republicanos, de los presos represaliados que habían defendido el orden democrático, parece que se cae.

valle_caidos_1959

Ese mausoleo de dictadorzuelos, donde todavía se celebran las manifestaciones católico-franquistas más importantes parece que se hunde.Lástima que como suele hacer este gobierno, en vez de dejar que se desmorone seguro que apuesta por apuntalarlo.

Así, una vez más, se demuestra que siguiendo la tradición franquista –parecer antes que ser-- este monumento se elaboró buscando la espectacularidad a corto plazo, deprisa con mano de obra no cualificada y a coste cero –presos políticos republicanos que trabajaban de sol a sol bajo la amenaza de las armas de guardias civiles— y con material de ínfima calidad. Su fin era enaltecer la grandeza del imperio franquista, lo importante era el impacto que causaría, su tamaño, no su duración.

Ahí están las pirámides, los acueductos romanos y demás monumentos con cientos de años y en pie. Pero la vacuidad del franquismo (al igual que el fascismo del que es una variante) le llevaron a edificar monumentos de inmenso tamaño, pero feos y sórdidos, cuya única aportación era intentar perpetuar en la memoria ese régimen cruel.

Lo mejor que se podría hacer es dejarlo caer, ver como se desmorona el monumento paradigma del régimen franquista, esa ignominia donde cayeron muertos muchos de los que lo construyeron. Dejar que ocurra lo que pasó con el régimen que lo sustenta.

No apuntalemos el monumento al franquismo. Que se caiga por su propio peso. O en todo caso, si lo apuntalamos, convirtámoslo en el Museo del Horror –dejando allí las tumbas de los asesinos para desprecio de visitantes— para que propios y extraños, generaciones actuales y venideras, puedan ver una obra funesta creada para magnificencia de unos criminales dictadores del siglo XX.

Salud y República


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