Cumpleaños y mesas electorales (sin conciliación)

Hoy es mi cumpleaños. Por si alguien no se había enterado, ya está tardando. Quiero felicitación. Sobretodo hoy, la necesito. Porque ha sido un día duro. Cuando creía que por fin podría celebrar mi 36 cumpleaños en domingo en compañía de mis preciosos hijos y amado marido pues vienen los del ayuntamiento con un bonito sobre que lo chasca todo. Ala, te ha tocao. Presidenta de mesa electoral. Así que hoy ha sido un día duro. Me parece lamentable que en pleno siglo XXI tengamos que estar no sé cuántos miles de personas pringando en domingo más horas de las que se supone que tiene una jornada laboral por un sueldo que no llega ni a los 10 euros hora. Pero habéis hecho un buen trabajo, me dice un interventor cuando llevábamos más de 11 horas. La lengua mordida, que luego me dicen mis queridas compañeras de trabajo que digo muchos tacos. Suerte he tenido de tener a gente majísima en mi mesa electoral y al menos hemos estado muy a gusto juntos. Pero me he quedado sin poder ver a mis pequeños que me preguntaban una y otra vez esta mañana que leches tenía yo que hacer un domingo a esas horas por la calle si teníamos que ir todos juntitos a dar el paseo dominical. Los pobres han venido a verme dos veces para cerciorarse que estaba donde les había explicado pero yo creo que muy claro no les ha quedado. He llegado a casa y ya estaban dormidos y mi marido, al que por cierto, me he quedado sin ver otro fin de semana (a esperar al próximo porque ganar buenos sueldos no ganaremos, pero vaya si trabaja) se ha llevado la medalla al padre más genial de todos. Porque claro, cuando entras en el bombo del sorteo no cuentan que seas madre de familia, que tengas que cuidar de tus hijos y que puede que nadie se pueda hacer cargo de ellos. Tendrá asertos el tema que desde que nacieron mis hijos no había pasado tantas horas sin estar lejos de mi pequeño gran hombre y mi pequeña princesa. Tenía que ser la voluntad de unos cuantos (que no de un pueblo) la que me tuviera que romper esa bonita racha.En fin, que me voy a dormir orgullosa de haber contribuido a la patria, a mi país o a mi estado, aunque ahora mismo no tengo muy claro ninguno de estos conceptos. Lo que sí que tengo claro es que me han robado un día con mi familia. Y eso no tiene precio.