Ante la liberación de cerca de un centenar de terroristas, asesinos y violadores-asesinos sin cumplir muchos ni la décima parte de sus condenas, nos asombramos de la imprevisión de las leyes, que durante décadas dejaron huecos que facilitaron esa iniquidad.
Los ciudadanos se preguntan por qué no se había previsto que un tribunal como el de los Derechos Humanos de Estrasburgo podría anular la doctrina Parot basándose en que la aplicación de las leyes no puede ser retroactiva.
Aunque en este caso es una interpretación artificial porque no había tal retroactividad, sino una interpretación legal más restrictiva de los beneficios penitenciarios.
Realmente fue una sentencia política para liberar etarras, aunque también a otros depredadores, para culminar la promesa de Rodríguez Zapatero a los terroristas si dejaban de matar.
Algo que no está comprobado: ETA no se ha disuelto y la kale borroka rebrota, como los extremismos izquierdistas, derechistas y nacionalistas.
Ahora, y gracias a los ordenadores, numerosos ciudadanos le recuerdan a los informadores los momentos en los que nacieron los desafueros que propician estas liberaciones.
Así, los lectores han desenterrado del Diario de Sesiones de las Cortes Generales, de 12 de noviembre de 1991, gobernando Felipe González, la intervención del diputado popular Rodrigo Rato solicitando la modificación de los artículos 98, 98 bis, 99 y 100 del Código Penal y concordante con la Ley General Penitenciaria.
De aprobarse, la reforma impondría a partir de entonces el cumplimento íntegro de las penas, con lo que los asesinos liberados ahora, cuya mayoría actuó después de 1991, seguirían en la cárcel ahora, y muchos más años.
La mayoría socialista, IU y los nacionalistas rechazaron la propuesta. Destacó entonces un discurso pro-presos encendido, humanitario y bondadoso de un portavoz del PSOE, ¿se imagina usted quién?: José Luis Rodríguez Zapatero.
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