Cuore

Resulta difícil de digerir el comunicado hecho público por la Sra. Pantoja, cuya autoría ignoro, pero desde luego, no es fácilmente entendible que una joven embarazada de cinco meses que acaba de cumplir dieciocho años, esté gestando una criatura buscada, deseada y fruto de una larga relación, como se afirmaba en los medios. Más aún si el padre de lo que venga es otro joven de diecinueve o veinte años que tiene un hijo de dos… con otra mujer. El deseo de paternidad fue sometido a una reflexión cuando menos, escasa y el responsable de imagen de Dª Isabel no hiló fino con la cosa esta de los tiempos, y se columpió en sus consideraciones sobre la madurez de los padres.

No me cabe duda de que Dª Isabel canta bien, e incluso cantaba mejor que lo hace en la actualidad, pero su vida social, sus turbylentas relaciones con la justicia, su vida sentimental en fin, ensombrecen su labor artística y tampoco ella faculta a la hija, adoptada, a que demuestre un exceisvo interés por la moda y la música y menos atención a lo que debería hacer una joven de su edad, que es formarse a través de estudios profesionales o universitarios en busca de una salida profesional perfectamente compatible con la expresión artística para la que parece predestinada por línea familiar.

El hermano, D. Francisco Rivera Pantoja, también fue relativamente precoz con la cosa de la paternidad, pero menos, y desde luego, ha encontrado la vocación de su vida en pinchar discos, algo para lo que parecía verdaderamente predestinado, más por ser un trabajo nocturno que por las virtudes musicales del muchacho. Ignoro si vestirá chándal durante sus actuaciones o si dejará el Audi R8 aparacado a la puerta del establecimiento que requiera sus servicios, pero tengo el convecimiento de que también sintió excesivamente pronto la llamada del arte y de la música, el reclamo de la noche, la farra y la vida fácil, y lo tenemos ahí, permanentemente oculto bajo unas enormes gafas de sol, como representante de esa España que nunca ha debido ser.