GUADALAJARA, JALISCO (12/MAR/2013).- Daniel Bencomo
(1980) es originario de San Luis Potosí y vive en Guadalajara desde
hace dos años. Lo trajeron aquí motivos personales, pero también la
necesidad de cambiar de aires después de estudiar una maestría en
Filosofía e Historia de las Ideas en la Universidad Autónoma de
Zacatecas.
Además de trabajar en su propia obra poética –gracias
a la cual ganó el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en
2010— Bencomo tiene un empleo como corrector de estilo en una revista de
interiorismo y arquitectura. También es traductor de poesía y prosa en
alemán, y publica trimestralmente una reseña en la revista Crítica, de
la Universidad Autónoma de Puebla.
“De su trabajo, Ángel Ortuño
subraya el papel determinante que tiene el discurso filosófico, pero
como un elemento que el autor emplea en términos estéticos más que como
una indagación trascendentalista. El también poeta y editor de la
revista Metrópolis, Carlos Vicente Castro, subraya además su crítica
del lenguaje y su capacidad de crear metáforas novedosas a partir de un
desfasamiento del discurso.
Ingeniero
“Estudié
ingeniería mecánica, que esencialmente se dedica a la construcción de
máquinas, pero a mí eso nunca me interesó en el plano de la realización
sino como una cosa abstracta. Ahora estoy en posibilidad de pensar que
me llamaba la atención en ambos casos el trabajo con los conceptos, el
nivel de abstracción y el nivel de especulación.
La edad de la inocencia
“Empecé
a escribir poesía durante la carrera. Quizá en un inicio comencé a
hacerlo con cierta inocencia y cierta pretensión, y ahora siento que es
algo que puedo hacer sin sentirme tan incómodo. Algo en lo cual me
siento bien llevándolo a su mínima concreción.
Temas e intereses
“Cuando
escribo poesía o pienso sobre poesía, siempre están en mi primera línea
de intereses los asuntos de la filosofía involucrados con la poesía,
que es un vínculo muy estrecho y remite al origen de ambas prácticas en
Occidente. Me interesa mucho la filosofía presocrática y la crítica de
la modernidad; filósofos desde Schopenhauer, Nietzsche o Baudrillard,
por ejemplo.
Me interesa la posibilidad de la filosofía para
revalorar nuestro estar en el mundo, como único mundo que tenemos. Para
criticar, minar, erosionar algunas ideas, como Dios, como ley, como
culpa. Me interesa por ahí la poesía. Y también la poesía como
revaloración del instante, de lo que vivimos.
¿Escribir poesía para qué?
“Creo
que el ejercicio de la poesía se debe practicar con desapego. Si uno
está esperando los grandes reflectores o los homenajes, se va a
equivocar, porque no van a llegar. Me gusta pensar que yo escribo por
necesidad. Con cierto desapego y con cierta serenidad puedo verlo así.
Eso me permite la sinceridad, creo. No espero demasiado; me costó
entenderlo pero ahora lo entiendo un poco más.
Poesía con ritmo
“A
la hora de leer en voz alta, a algunos poemas que hago les ayuda a esa
especie de rapeo, de mímica parecida al hip hop, aunque los temas no
sean tan parecidos. Me agrada y me hace sentirme más suelto leerlos así.
Eso es todo. Nunca he intentado preparar un performance, pero si así
funcionan me da gusto.
Los libros
“Apuntes
en el baño lo publiqué en San Luis Potosí y está lleno de cosas que a
veces me cuesta volver a ver, pero agradezco mucho al escritor que
confió en mí, mi maestro David Ojeda. Fue también él quien me publicó el
segundo libro: De maitines a vísperas. En el tercero, Morder la piedra,
ya estoy más preocupado por el lenguaje, y ese libro ganó el premio
Manuel José Othon. Gracias a ese premio pude estudiar tranquilamente mi
maestría, y fue publicado más adelante en Mantis. Finalmente está el
libro con el que obtuve el premio Elías Nandino, que se llama Lugar de
residencia.
Premio Elías Nandino
“Además
de seguir sobreviviendo (risas), ese premio pone cierta atención en tu
trabajo. Tu obra sufre una nueva valoración, y es algo que agradezco.
Becas para poetas
“Por
ahora tengo la fortuna de vivir de esto pero estoy seguro que en
cualquier momento me tendré que dedicar a otras cosas; me interesa la
docencia, la edición, la crítica. Hay quien piensa que es injusto que
haya becas para escritores. Yo creo que nuestro país es una excepción,
porque en los países desarrollados las becas son de instituciones
privadas. Son circunstancias que no lo eximen a uno de ser crítico, y
que uno y debe aprovechar para hacer algo interesante, algo bueno, algo
que valga la pena.
Publicar en físico
“Actualmente
parece que ya no se necesita una editorial. Puedes auto promoverte a
través del internet y muchas veces tiene más difusión que un libro, pero
a mí me gusta todavía publicar en libros y revistas. Me gusta ese
método. Mi blog lo utilizo como bitácora de lectura: pongo poemas de
autores que me gustan, pero soy medio flojo para actualizarlo.
Poetas de cabecera
“Me
gusta mucho Paul Celan, el argentino Héctor Viel Temperley; Borges me
gusta mucho también. Los polacos Adam Zagajewski y Zbigniew Herbert. De
poetas mexicanos me gusta David Huerta, y el cubano Lorenzo García Vega.
Manías a la hora de escribir
“De
preferencia trabajo en casa, pero puede pasar que se me ocurre un poema
en algún lado, lo voy meneando en la cabeza y lo hago en mi casa.
Trabajo durante el día pero a veces los poemas salen ya en la noche”. Poema Podrían ser colmillos Tú piensas que al no estar en casa no trabajaré: enciendo una pipa y cuento las cadenas de bencina en cada nota musical Yo pienso que hay una mina por estallar en tus verbos ¿Son luces afiladas con esmeril o son colmillos? pocos brigadistas de la Realidad nos buscan. Estamos en cadena nacional de Paranoia Street los 7 y 24. Ríen los pensamientos sentados en un árbol del cual se desconoce toda escala taxonómica, verbal, bacteriana del absurdo. Tú no deberías estar aquí yo no he completado una dieta rica en minerales yoicos ni en pólvora tampoco pero vamos: la política de amor es una alta reja electrificada en la que huele a humano a la parrilla pero vamos ¿no es este el sonido maxilar que nos persigue cada vez que no soñamos?