Revista América Latina

Daños colaterales

Publicado el 30 agosto 2016 por Jmartoranoster
En los últimos tres años hemos visto subir los precios de todo. Se hizo cotidiana la sonrisa sádica de algunos comerciantes avisándote que algo había subido “porque el dólar, tú sabes”. Muchos se frotaban las manos ajustando sus precios al de Dólar Today. Aspirantes que creían que mientras más subía el dólar delincuencial, más ricos serían. Nada se salvó, desde los productos más superfluos hasta los más vitales, mientras más vital más caro y que siga la fiesta.
Aquel dólar que celebraban mientras escalaba hacia precios obscenos metió un frenazo, mientras que el dólar oficial, el no protegido, empezó a cotizar al alza. Entonces, los adoradores del dólar negro pusieron un cínico grito en el cielo. “¡Maldito gobierno que devalúa el bolívar y nos empobrece!”.
La rabia radica en que parece que, en buena medida, se les cerró el chorro de dólares baratos para vender muy caro. Se acabó la borrachera y ahora viene el ratón.
Nosotros, que hemos venido nadando en esta tormenta, muchos con el agua en hasta las orejas, hemos visto cómo, con subidas brutales de precio, nos alejaron de cada tabla que conseguimos para mantenernos a flote. Fue así como la yuca, el plátano, el ocumo y cada cosa que quisimos comprar para suplir a otra que ya no alcanzábamos llegaron a precios inalcanzables. Hasta que ya no se puede más.
Pero algo está cambiando. Hay precios que están bajando, especialmente de la carne y el pollo. En los centros comerciales, las tiendas llenas de mercancía y desiertas de clientes anuncian ajustes de hasta 70%. Nos llevaron al punto de no poder comprarles y ahora penan por hacer una venta.
Hace una semana miraba la vitrina de una tienda cuando me sorprendió la dependienta que salió hasta el pasillo. “¿Puedo ayudarla? Pase y pruébeselos, sin compromiso”, me dijo, esta vez con una sonrisa nerviosa de por favor, por favorcito. El verdulero se resiste mientras la mercancía se le marchita. “La cosa está jodida -dice-. Hace 15 días que no repongo mercancía porque no se vende”. Más allá, otro verdulero vende 50% más barato y no se queja.
Muchos de los que se sumaron a esta guerra o “boicot económico para salir de Maduro” -como lo definió un diputado opositor-, hoy, con el agua al cuello, descubren que a ellos esta guerra no los convirtió en ricos, sino en daños colaterales.
carolachavez.wordpress.com

Autor:

Carola Chávez

Daños colaterales Periodista y escritora. Autora del libro “Qué pena con ese señor” y co-editora del suplemento comico-politico “El Especulador Precóz”. Daños colaterales

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