Revista Educación

Dar rienda suelta a los instintos

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Westworld es un parque de atracciones futurista en el que los robots han alcanzado la perfecta imitación del ser humano y permiten, en un ambiente de lejano oeste americano, que los adinerados den rienda suelta a sus instintos que, por norma general, suelen girar en torno al asesinato y el sexo. Esta serie de ficción, que se basa en una película de 1973 del mismo nombre y que escribió el autor de superventas Michael Chrichton, reflexiona sobre dos temas fundamentales de la filosofía humana: el descubrimiento de lo que somos y la libertad. En esa diatriba entre la tecnología y nuestra capacidad para dar vida a lo que en principio no la tiene, en ese juego a ser Dios con la prepotencia de pretender que no surjan errores, hay varias dudas de base. ¿Quiénes son en realidad los robots? ¿Los seres metálicos o nosotros, incapaces de vivir nuestras vidas como queremos? ¿Son sólo ellos los programados? ¿Quién es el creador y quién la obra? Y lo más difícil de contestar: ¿de verdad queremos ser libres? ¿sabemos dejar libres a los otros?

Puede que muchos digan que todo esto no es más que filosofía barata salida de un libro de autoayuda, pero la realidad es que Westworld fomenta la duda existencial, inmersa en un paquete de ciencia ficción bien decorado, con unos actores de que garantizan el disfrute, como son Anthony Hopkings y Ed Harris, y con unas escenas pomposas, que ayudan  a crear el ambiente de fingimiento entre huéspedes y visitantes del parque y que recuerda demasiado al que, quizás, rige nuestras propias relaciones o, al menos, al concepto que tenemos de ellas.


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