Revista Economía

De catorce puntas

Publicado el 02 mayo 2017 por Joseluisortin

Los equipos grandes, el Real Madrid sobre todo, mantienen sus esencias en el ánimo de propios y extraños con un gran trofeo cada año. Y cuando no cae esa breva hay que cebar la bomba, en palabras del presidente Pérez, con fichajes de relumbrón. Otros, como el Barcelona, tienen alguna  baza más para caldear su ambiente; la política, por ejemplo. El problema es que el  España nos roba, también en lo deportivo, no tiene un pase más allá del Ebro o de los Pirineos, y en caso de anemia deportiva solo algún árbitro puede ser la percha de sus fracasos.Pero hay otros símbolos de catorce puntas que también son el objeto del deseo de sus mandatarios ocasionales; en el caso del Madrid, don Florentino es el paradigma. Nunca en ningún momento de su historia, ni siquiera cuando Bernabéu, hubo un personaje de su calibre en busca de piezas de museo. Esa práctica era más bien una costumbre ancestral en el viejo Barcelona, que buscaba así colgar de sus paredes lo que no conseguía para sus vitrinas. Afortunadamente, el dinero no es garantía de títulos en el fútbol, aunque acompañe poderosamente. De ser así, el Barça hubiese barrido en el siglo XX y el Madrid desde que Pérez accediera a la presidencia blanca en el 2000; la historia demuestra lo contrario. El circo, las pasarelas y los trofeos colgados de la pared son una cosa, y los terrenos de juego, el fútbol y sus vitrinas son otra muy distinta; ahí radica su grandeza.También el mismo poder es muy diferente en el fenómeno futbolero. Hemos reiterado que en el Barça reside en el césped: Messi; en el Atlético en el banquillo: Simeone; y en el Madrid en el palco: Pérez. Y cuando se perpetúan aparecen sus ultras, que como se dice en la religión cristiana católica son más papistas que el propio Papa. Así, ahora andan algunos preparando antorchas para quemar a Zidane en le pira del supuesto fracaso madridista. Y lo hacen enarbolando la bandera florentinista de que el omnímodo presidente blanco no soporta una temporada en blanco sin colgar en su retablo particular la cabeza de turno. Particularmente no creo que sea el caso. Quienes siguen esta columna saben y me han comentado a veces mi actitud crítica con don Florentino, aunque sea por la demostrada trayectoria de su gestión deportiva, que contiene con los números en la mano más sombras que luces; pero también saben que nunca he regateado elogios a su brillantez e inteligencia. Es un hombre que más allá de la formación académica ha ido aprendiendo de la vida; creo que a estas alturas es más importante su bachiller callejero que su ingeniería de caminos. Dimitió en el 2006 reconociendo que había maleducado a las figuras de catorce puntas que fue acumulando desaforadamente, con el error  gravísimo añadido de finiquitar a Del Bosque, que aún tuvo tiempo después de ser campeón de Europa y del mundo con España. Por eso intuyo que esta vez no cometerá el mismo error con Zidane. Quien puede ser “su Guardiola”, a poco que le dé tiempo, sobreviviría al desastre de no ganar nada este año, que no creo, y podrá planificar la próxima temporada  aprendiendo también de los errores de la presente. Y ha tenido tres muy gordos: quedarse con un solo medio centro, Casemiro; apostar por la continuidad de Coentrao, sin cubrir las espaldas de Marcelo; y a día de hoy todavía sigue con su empeño de hacer balón de oro, siguiendo las ilusiones de su presidente, a un futbolista como Balecon físico de cristal. Gran gestor de egos y de recursos; la prueba más evidente es mantener a todos sus profesionales súper motivados, tanto los de catorce como los de menos puntas; sabrá elegir también sin duda su próxima plantilla. La que debe consolidar su todavía cortísimo reinado. Y presumo, además, que será muy joven, por aquello de hacer historia de la buena. Al francés le une un bachiller callejero parecido con su presidente; seguramente la vida le habrá enseñado más que el propio fútbol. Se le nota, sobremanera, en la sencillez que vende, que es la divisa de los verdaderamente importantes.
Esta vez, el más grande de los catorce puntas blancos seguirá al timón porque la quinceava es la que une su destino al del baranda superior. Es el limpiador que puede blanquear para los restos los baldones de don Florentino. Hay Zidane para rato; y Pérez.    

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