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De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos desde el cielo de Arkansas

Por Isladesanborondon
De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos desde el cielo de Arkansas
Lleva semanas insomne, y esta noche no se presenta muy distinta a las otras. Dice Sonsoles que es por esa manía de leer las encuestas antes de irse a la cama, pero él sabe que la culpa la tienen esos cartelitos con “espacio libre de humos” que ella ha colocado por todas las habitaciones de Moncloa. Para un cigarrito que se echaba al día…Pero todo sea por la civilización de los sexos. Nada, el reloj avanza. Las dos, las tres y que acaban de dar las cuatro de la mañana, así que José Luis que para eso es el Presi llama a Alfredo al teléfono rojo.
―¡Alfredo!? ¡Alfredo! ¿Estás despierto?
―Para ti siempre Presi.
―Mira Alfredito me tienes que hacer un enorme favor….
―Presi, antes de que me lo pidas, creo que aún te queda tiempo para meditarlo. No hace falta precipitarse.
― Pero, ¡si llevo cuatro horas pensando! Necesito que vengas y me cuentes un cuento. Chico, desde que cerraron CNN, no sé lo qué me pasa, pero tengo problemas de sueño.
―Ya. Será por eso. Bueno, José Luis no te preocupes, llego enseguida.
El Presi, en la cama, algo más tranquilo, está dispuesto a escuchar la dulce voz de su Vice que sin dilación comienza su relato.
―La historia se titula “De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos en Arkansas."
De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos desde el cielo de Arkansas
―¡Contra! ¿Se titula así? ¿Qué pasa?, ¿a ti también te ha dado por hacer un curso de escritura creativa?
―No he ido a ningún curso Presi, lo escribí ayer por la mañana mientras corría las cuatro manzanas de mi barrio.
―Mira que te admiro Alfredito, eres el único de mi gobierno que puede estar en dos o tres marrones a la vez y sobrevivir a todos…, es por eso por lo que quería pedirte…
―No, no, no. No me lo pidas todavía. Tómate tu tiempo, hombre.
―Quería pedirte que empieces de una vez, que con ese título, estoy en ascuas. Mira que me parece que estás un poco raro esta noche…
―Pues como ya había empezado a contar, un día cualquiera, en dos lugares de continentes distintos, acontecieron al mismo tiempo fenómenos paranormales, algo así parecido a un efecto mariposa. Cada vez que se oía el rechinar de cascos en Asturias, caían mirlos muertos desde el cielo de Arkansas.
De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos desde el cielo de Arkansas
―No eran mirlos, eran gaviotas.
―Era mirlos.
―Eran gaviotas.
―Presi, ¿quién ha escrito el cuento tú o yo? Pero si quieres que sean gaviotas, a mí me da lo mismo…Déjame seguir que pierdo el hilo.
De cómo al rechinar de cascos en Asturias llovieron pájaros muertos desde el cielo de Arkansas ―Total que buscando una explicación racional a aquello, a los periodistas se les ocurre preguntar sobre aquello a un profesor extranjero, un asociado de la universidad de Georgetown, famoso ornitólogo y reconocido experto en gaviotas. Este mesándose el bigote, que ya de por sí lo tiene bastante ralo, en un perfecto inglés contestó: “¡Estamos trabajando en ello!”.
La reacción de sus declaraciones fue como un tsunami en Génova. El Presidente de las gaviotas, que por ser gallego se le sobreentiende hombre avezado, supo leer más allá de las palabras, y creyó entender que el profesor estaba pensándose muy en serio dejar el birrete de la razón pura y pasarse de nuevo a la acción.
―Alfredo, la verdad es que esta historia me suena. ¿No la habrás plagiado? Mira que Sinde está muy sensible con este tema…
―Que no presi, que esto es original, tú escucha hasta el final.
En lo más alto, se había posado un guirre, que como bien conocen los de mi pueblo es una ave rapaz, familia de los buitres. El guirre estaba contento pues pensaba que todo lo que ocurría se lo tenían bien merecido, pues no habían contado con ella para…
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―¿Ella?
―Sí. Es que el guirre es hembra. Tenía que haber introducido antes este dato en el relato. Eso lo corrijo en un segundo.
―Sigo. El guirre reía a carcajadas desde la cima, pues pensaba que todo lo que estaba sucediendo le estaba bien empleado al gallego porque había invitado al otro y no a ella a participar en el vídeo de Navidad. Pero como dice el refrán el que ríe el último, ríe mejor, y para su desgracia descubre que ése, de cuyo nombre no quiere mentar, la tiene encerrada en las cocheras de los autobuses de Madrid Visión hasta Dios sabe cuándo. “Como salga de aquí, cierro Imade y no aviso a nadie”, pensó el guirre.
Mientras, por todo el país, la ira de cascos continúa su estampida. Primero fue uno, ahora dicen que son cuarenta, y que lo mismo fundan un partido nuevo y todo.
―Alfredo, ¿y qué pasó con los pájaros? ¿Cómo termina el cuento?
―¿Cuento? No presi, esto no es un cuento, ¡esto da para una novela! No, qué digo, por lo menos para cuatro o cinco, a lo Stieg Larsson.
―Mira Alfredo, no quiero que te molestes por lo que voy a decirte, pero…
―No, no, no, Presi, no me lo pidas esta noche, por favor. Espera a mañana o a la semana que viene.
―Pero a ti te pasa algo… Mira que estás raro. Lo que necesito es que me dejes ahora a solas, a ver si puedo dormir aunque sea una horita. ¡Ea!

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