Revista Psicología

De la longitud de las historias clínicas

Por Lizardo

De la longitud de las historias clínicas
Hace poco llegó a mis manos una historia clínica psiquiátrica de numerosos e inabarcables folios: tras leerla, sin embargo, me embargó la sensación de haberme extraviado en una densa maraña de datos acumulados y, deplorablemente, no se alzaba ante mí, clara, rotunda, la imagen del individuo que supuestamente tan dilatado documento pretendía describir. Si bien el autor se había asomado a las nimiedades biográficas del paciente, a sus vericuetos laborales y académicos, a los vínculos establecidos con cada primo y tío de su familia extendida, y no dejaba de mencionar con sus respectivos nombres a las mascotas criadas en la casa, el resultado era más bien discreto y del todo estéril: entre tanto dato irrelevante no asomaba la persona historiada, sino que ella quedaba aplastada por el cúmulo de informaciones anodinas y prolijamente enumeradas.
Pero no acabó allí mi consternación: cual un registro policíaco, el colega que había confeccionado la historia clínica había sido obligado a inscribir, en el frontispicio de su historia, todas las fechas y horas de inicio y fin de cada entrevista efectuada con el fin de elaborar su historia clínica, a manera de prueba para los evaluadores, que valorarían así, con dicha draconiana exigencia, la cantidad de minutos consagrados a dicho fin.
Cuando carcomido por la duda de dónde, en qué institución de germánica disciplina, era dónde se exigían tan minuciosos detalles cuantitativos de la duración de cada entrevista, quise inquirir al autor de dicha historia clínica las señas de ese Olimpo de la formación psiquiátrica, no me fue posible: el pobre yanacona se había marchado apresurado pues en dicha espartana academia le exigían elaborar no menos de 20 historias al mes para aprobar mínimamente su rotación mensual de Psiquiatría.
Así pues, me quedé con este párrafo inútil en el tintero: es de Karl Jaspers (en la parte final de su Allgemeine Psychopathologie) cuando detalla sus puntos de vista para la apreciación de los resultados del examen de los enfermos:
"Cómo debe escribirse la historia clínica, al respecto las opiniones son muy distintas. La exigencia general es que debe ser objetiva. No hay que aportar juicios y conclusiones y categorías sistemáticas, vacías, sino reproducir hechos vivaz y concretamente. Pero como toda descripción de un individuo, si quisiera ser completa, sería una tarea infinita y por tanto insoluble, tiene que tener lugar en la descripción una selección. De una buena historia clínica, realizada con una buena selección, nos surge un caso individual con evidencia e iluminado multilateralmente. De una mala historia clínica tenemos que hacer abstracción, primero, de todo lo accesorio, de todo lo superfluo, lo indiferente, tenemos que eliminar los escombros de las observaciones fútiles, para formarnos laboriosamente un cuadro de todo el resto. La selección es en gran parte todavía cosa del arte personal. Pero es favorecida, con la misma predisposición del examinador, por el estudio consciente de los puntos de vista de la psicopatología. Cuanto más claros son esos puntos de vista, tanto más multilateral se vuelve la historia clínica, mientras que, con puntos de vista confusos, el examinador prolijo se sumerge fácilmente en la mescolanza de lo descriptible y de lo que se puede reproducir, escribe una historia clínica infinita y deja en olvido sin embargo quizá lo psicopatológicamente más esencial. Una buena historia será siempre larga, pero una historia clínica larga no es forzosamente buena. Para aprender a hacer historias clínicas, junto a la práctica, el único camino es: el estudio completo de la psicopatología científica. El psicopatólogo se muestra él mismo en las historias clínicas por él redactadas."
Intuyo que el problema de las historias clínicas viene desde más atrás, de carencias formativas que privan a los colegas del bagaje para describir en términos acabalados a un ser humano: si las mejores descripciones de una persona han sido hechas por los literatos de todos los tiempos y no los hemos frecuentado ni estamos familiarizados con sus páginas... ¿de qué manera un conteo prolijo de minutos o de palabras podrá garantizar que nuestra historia clínica sea eficaz y no un invertebrado acúmulo de datos y minucias de donde no emerja prístina la imagen de un ser humano?
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