Revista En Femenino

¿De la mano o con correa?

Por Mamikanguro @MamiKanguro

 Cada vez es más común ver en centros comerciales o en la vida cotidiana mamás y papás que llevan a sus peques con correas de seguridad. Como era de esperar, las críticas no tardaron en aparecer: “que no es un perrito para que lo lleven con correa” “que es por la seguridad del niño”… hay montones de justificaciones en ambas posturas, a cada familia le funciona o no y hay que respetar cada elección.


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Yo siempre he llevado a mis hijas de la mano, pero claro, nunca tuve ningún incidente de que se me escaparan corriendo o no quisieran darme la mano, simplemente no pasó nunca. Nunca temí por su seguridad, simplemente porque me funciona llevarlas de la mano desde que comienzan a caminar.

Pero esa es mi realidad, no significa que a todas las madres les pase lo mismo, por otro lado, sí es verdad que el arnés para caminar aporta seguridad a los padres para controlar al bebé, en especial cuando se encuentran en espacios abiertos como estacionamientos  o centros comerciales,  pero tampoco conviene abusar.

Es muy importante para el desarrollo emocional de los hijos saber que cuentan con los padres y el solo echo de darle la mano está cargado de significaciones: el padre estará presente para su hijo apoyándolo y sosteníendolo cuando lo necesita, cuando más vulnerable es.

Se puede explorar el mundo de la mano de papá o mamá. A los niños se los puede educar para que no salgan corriendo, simplemente hay que estar atentos a nuestros hijos.

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Dar la mano: Un reflejo natural e innato

Los reflejos innatos aseguran la supervivencia de los bebés.  Para asegurarse la protección de sus padres, el bebé dispone del reflejo innato de asir con las manos. Tomar la mano del niño siempre es una respuesta a su necesidad por obtener seguridad y afecto.

Como dice Patro Gabaldón:

Todos los bebés, cuando están aprendiendo a andar, tienen miedo a andar solos, por caerse, y se resisten a dar un paso separándose de la silla, el carro o la pared sobre la que se apoyan. Salvo que un adulto les dé la mano. Entonces se ponen en marcha con una seguridad que roza la temeridad: les vemos bajar (más bien arrojarse) por las escaleras o bordillos de las aceras. El sentirse asidos a una mano fuerte les da una confianza total para afrontar lo que solos son incapaces de hacer. También se ha demostrado médicamente que las personas que atraviesan enfermedades dolorosas, se sienten físicamente aliviadas cuando una persona a la que quieren (alguno de sus padres, su marido o mujer) les da la mano.

La mano abierta es símbolo de ofrecimiento, ayuda y proximidad. Es como si la puerta a nuestro corazón estuviera localizada en la palma de la mano. Al tomar de la mano a nuestros hijos les transmitimos seguridad y cariño. Sólo hay dos gestos tan significativos como este: el abrazo y el beso.

Por eso, yo elijo dar la mano a mis hijas, no uso el arnés, pero como dije antes, es una elección de cada padre, las mejores decisiones son las informadas.


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