Revista Educación

De Liverpool a Santa Cruz

Por Siempreenmedio @Siempreblog
De Liverpool a Santa Cruz


La pasada semana Liverpool acogió la edición número 67 del Festival de Eurovisión. A diferencia de lo sucedido en 2022 en Turín, cuyo ritmo de vida apenas se alteró con el frenesí del mayor evento musical del mundo, la ciudad de Los Beatles literalmente se volcó durante más de quince días.

Aparte de la emocionante votación decantada a favor de Loreen, representante de Suecia, que sumó la séptima victoria para su país y se convirtió en la primera mujer en ganar dos veces el certamen, como testigo que fui de lo sucedido, creo interesante señalar las oportunidades que brinda un festival capaz de registrar audiencias que alcanzan los 200 millones de espectadores y unas ganancias estratosféricas para la ciudad, que invirtió unos 4,6 millones de euros en organizar el certamen y, a cambio, ha podido ingresar 46 millones de euros de forma directa y otros 288 en tres años por el incremento futuro de visitantes.

De Liverpool a Santa Cruz

Liverpool, como Londres, Barcelona o Bilbao, son el perfecto ejemplo de urbes que han sabido conectar con su futuro desde el orgullo de haber sido enclaves portuarios o industriales. El espacio que acogió el festival es un recinto ferial con capacidad para 11.000 personas, situado en uno de los antiguos muelles,pero no es la única instalación de estas características. Un almacén reconvertido del Royal Albert Dock alberga la Tate Liverpool, una de las principales galerías de arte del Reino Unido, y sobre otro de los diques se levanta el Museo de Liverpool.

De Liverpool a Santa Cruz

Paseando por aquellos espacios abiertos, con el río Mersey tan cerca que podía tocarlo, solo podía acordarme de mi propia ciudad, en una isla a miles de kilómetros, condenada a vivir de espaldas a su mayor fuente de riqueza. Porque el gran tesoro de Santa Cruz de Tenerife es su mar. Una bahía natural al abrigo del macizo de Anaga, buen clima todo el año, y las ventajas de un régimen económico y fiscal específico dentro de la Unión Europea, son argumentos de sobra para que empecemos a entender de otra manera nuestra relación con el puerto y el litoral.

Me pregunto cómo es posible que cada nueva construcción que surge en esta ciudad sea otro mamotreto cúbico, un bloque de cemento carente de forma y encanto. Sería muy interesante que la Autoridad Portuaria, el propio Cabildo insular y el Ayuntamiento aunaran esfuerzos para liderar una reconversión profunda de nuestra capital a partir de las inmensas posibilidades de un frente marítimo hoy seriamente degradado después de años de dejadez.

Es imprescindible contar con un proyecto urbanístico innovador, resultado de un concurso internacional de ideas, que nos ayude a recuperar el contacto con el mar desde Añaza hasta Las Teresitas, prolongando la línea del tranvía, con un carril bici en condiciones, una marina deportiva, espacios verdes, parques temáticos y el aprovechamiento de esos viejos muelles actualmente sin forma y hasta en desuso, reconvertidos en nuevas oportunidades para una ciudad a la que urge cumplir con la aspiración de una playa urbana. Sí, una playa.

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Imagino la respuesta que darán muchos: No se puede por tal o cual cosa, a saber quién va a mamar de ahí, los vándalos lo van a destrozar, quieren llenar Santa Cruz de hoteles para los guiris...

Me duele que se haya instalado (y hasta inculcado) en la ciudadanía la impresión de que toda actuación que se desarrolle tenga detrás un pelotazo urbanístico o similar, cuando debería subyacer el deseo de todos por ver florecer a nuestra amada Santa Cruz y dejar atrás tanta improvisación para empezar de verdad a planificar, a creer en la ciudad de nuestros sueños.

De Liverpool a Santa Cruz

Es urgente que abandonemos los complejos y empecemos a mirar a quienes han sabido hacer las cosas mucho mejor. Me gustaría que se pusiera en práctica una manera más moderna y eficiente de entender la gestión pública, tratando a los vecinos como seres inteligentes y emocionalmente maduros, capaces de comprender que es posible seguir ejemplos como el de Liverpool, que nos invitan a mejorar nuestro presente, diseñando el futuro y respetando el pasado.

Que no nos engañen: No estamos condenados a vivir de espaldas al mar.

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