Revista Cultura y Ocio

De lo que no se habla

Publicado el 28 julio 2014 por Regina

Mi marido tiene dengue. O chikunguya, que la diferencia solo se sabe luego de una prueba que demora. No hizo falta mandar a buscar a la Médico de la Familia porque andaba de casa en casa pesquisando personas con fiebre u otros síntomas sospechosos. La doctora, luego del reconocimiento físico y de hacerle una serie de preguntas, le rellenó un papel y lo remitió al Hospital Fajardo.

–No se preocupe, que para esto no tiene que hacer cola.

A las once y media Alcides se fue para el hospital con una de las hijas que llegó muy oportuna, me quedé en casa cocinando, cosa de que al regreso del hospital pudieran almorzar.

A las cuatro de la tarde, apareció mi hermano, y me llevó hasta el Fajardo. A esa hora todavía la doctora de guardia no había visto el resultado de las pruebas de urgencia. Alcides había tenido que hacer una larguísima espera, porque la cola de “los que no tienen que hacer cola” era mucho mayor que la de los que llegaban por otro motivo. Al fin le tocó el turno. Una joven médico guineana, con una paciencia envidiable atendía cada caso, rellenaba un montón de papeles y todavía le quedaba espíritu hipocrático para ser amable.

Firmé un papel para llevarme bajo mi responsabilidad a Alcides. La preocupación de las doctoras (la del hospital y la del consultorio del barrio) es el conteo de plaquetas muy bajo y los leucocitos muy altos, pero prefiero ir todos los días al policlínico a hacerle el análisis de seguimiento que dejarlo ingresado en el hospital. No me gustó nada el aspecto del Cuerpo de Guardia, desorganizado y falto de higiene, y no tengo razones para suponer que el resto del hospital estuviera diferente.

En la espera, los pacientes no paraban de quejarse. ¿Por qué si venían con una remisión de su consultorio tenían que repetir el mismo procedimiento con el médico de guardia en vez de pasar directamente al laboratorio? Nadie sabe explicar quién dio “la orientación”. Luego, solo había dos médicos y estaban desbordados. Los que faltan, deben estar en Barrio Adentro o en Más Médicos, que a eso de “Potencia Médica” hay que añadirle: “…de exportación”.

Tener un caso de dengue en la casa no es noticia. La lista de enfermos en las cuatro manzanas circundantes llena dos hojas de libreta escolar. –Y no se ha encontrado el foco–, me dice con preocupación mi doctora de la familia. Le comento: –no insistan tanto con el autofocal y que limpien el solar yermo de la esquina, y si no han encontrado el foco, ahí van a encontrar por todos los que hasta ahora no han aparecido.

Como la situación es creciente (yo hablaría de epidemia, pero las autoridades sanitarias parece que no han recibido “la orientación”), la prioridad es el foco. Ayer vinieron a fumigar y preguntaron por el autofocal (si tienes vasos espirituales, plantas en agua, bebedero de animales, depósitos de agua dentro de la casa, ya me sé de memoria la lista por lo que desde que los veo, la recito). Luego vino el supervisor a preguntar por el autofocal; después pasó el jefe del supervisor a preguntar por el autofocal.

Y al frondoso yermo de la esquina, ¿nadie le pregunta por el autofocal

 


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