Revista En Femenino

… de mi abuela, esa señora

Por Arusca @contrasypros

Mi abuela

A fecha de hoy, sólo me queda una abuela, la materna. Va camino de 90 años y, según ella, no llegará a la novena decena. Por supuesto, yo espero que se equivoque y que aún le queden muchos años de vida. Como dije el otro día, tengo con ella una relación muy especial que no tenía con mi otra abuela, aunque, por supuesto, también la quería.

Mi pasión por la cocina no la heredé de mi madre, me viene directamente de mi abuela materna. Igual que mi afición a las plantas. Mi madre lo hace todo corriendo, yo no y mi abuela tampoco. Nuestro ritmo es más pausado.

Para que os hagáis una idea, os diré que mi abuela es esa señora que, cuando yo era pequeña, se levantaba antes de que amaneciera, al compás de mi abuelo. Mientras él se iba a trabajar en el campo acompañado sólo por las cabras y un pastor alemán, mi abuela empezaba a hacer cosas de la casa. Y, sin embargo, ahora se levanta la última.

Mi abuela es esa señora que nació en mi pueblo, se crió en mi pueblo, se casó y tuvo sus hijas en mi pueblo y que nos ofrece cada verano un lugar escondido del mundo para ir a pasar unos días.

Mi abuela es esa señora que se pirra con los dulces y los bollos. Le gusta hacerlos y aún más comerlos. Cuando yo era pequeña, recuerdo que la gente del pueblo venía a su casa a comprarle rosquillas de azúcar. Las guardaba en tinajas enormes y a mí me dejaba ayudarla a darles forma. Ahora le falla la fuerza en los brazos y hay muchos dulces que no puede hacer.

Mi abuela es esa señora que me enseñó a hacer queso. Y hasta me compró un molde pequeñito para que hiciera mi propio queso fresco que luego nos zampábamos ella, mi abuelo y yo.

Mi abuela es esa señora que, en cuanto le digo: “abuela, vamos a hacer tal dulce” empieza a decirme dónde guarda las cosas y me mira con ojos golosones mientras lo preparo. Y luego se lo come con gusto para, al final, acabar diciéndome que no me vaya sin dejarle apuntada la receta, aunque no la vaya a hacer.

Mi abuela es esa señora que, a pesar de su edad, sigue disfrutando de las plantas y flores de su huerto. Las riega al caer la tarde aun a sabiendas de que mi tía las ha regado por la mañana. Cuando viene a Madrid, siempre se pregunta cómo estarán sus plantas.

Mi abuela es esa señora que aceptó al Tripadre como a su propio nieto. Primero porque sabía que yo le quería y segundo porque él mismo se lo ganó.

Mi abuela es esa señora que me lo perdona todo, hasta que sus biznietos no estén bautizados. No me presiona ni hace críticas constructivas. Respeta nuestra decisión y dice que, cada uno en su casa, hace lo que le da la gana, que para eso es su casa.

Mi abuela es esa señora que siempre me anima a seguir adelante, dándome los ánimos que otros a veces no me dan. Pero hace mucho más: me escucha e intenta comprender mis argumentos. Y muchas veces, casualidades de la vida, resulta que me da la razón.

Mi abuela es esa señora que se desvive por mis hijos, sus biznietos. Dice que sólo le pide a Dios vivir otro año para que pueda verles jugar en verano en el huerto.

Mi abuela es esa señora que no se queda dormida después de comer, sino que sólo se queda traspuesta. Aunque se le haya caído la cabeza y ronque un poquito.

Mi abuela es esa señora que, cuando me ve con la cámara de fotos, siempre me dice que ya podría haberla avisado antes, para que le hubiera dado tiempo a arreglarse y salir guapa en la foto. Lo que ella no sabe es que siempre sale perfecta.

Mi abuela es esa señora que tiene fotos de mis hijos en el salón, en sitios bien visibles, y todas las noches les da un beso antes de irse a la cama.

Mi abuela es esa señora que me dice que, cuando no le interesa la conversación, se hace la sorda y que, cuando le preguntan cosas sobre las que no quiere hablar, se hace la tonta. Pero no se pierde un ápice de la conversación.

Mi abuela es esa señora que me quiere como mi propia madre, que me cuidó cuando me quedaba los veranos en el pueblo, que me enseñó que hay varias formas de hacer una misma cosa y a la que quiero con locura.

CONTRAS:

  1. Como he dicho, en unos pocos años se plantará en los 90. Cada día es más evidente que un día nos faltará a todos.

PROS:

  1. Sabe escuchar.

  2. Sabe dar ánimos.

  3. Quiere al Tripadre.

  4. Le chiflan los bollos.

  5. Le apasionan las flores.

  6. Adora a mis hijos.

  7. Pero, sobre todo, es mi abuela.

Resumiendo, mi abuela es esa señora que, cuando no esté, la echaré muchísimo de menos. Al fin y al cabo, ella es mi cachito de corazón.


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