Revista Diario

De nuevo un parto respetado

Por Treintañeraconhijo
Aunque hace ya casi cuatro meses que di a luz todavía no había escrito como fue el parto de Pequeño y creo que igual que relate como fue el de su hermano Pequeño también se merece que relate el suyo.
Con Mayor las contracciones me vinieron de riñones y como no pude aguantar el dolor pedí la epidural. Me fue tan mal el postparto gracias a ella que decidí que cuando tuviera otro hijo iba a intentar no ponérmela y digo intentar porque no estaba segura que no la pidiera a gritos llegado el momento.
Y llego el 19 de Diciembre y a las seis y media de la mañana me dio como un dolor de regla. Nada que no me hubiera dado noches anteriores pero no se porque sabía que en esta ocasión si que me iba a poner de parto. Estuve todo el día con estos dolores de regla pero totalmente irregulares y que me permitieron hacer una vida totalmente normal. Sobre la seis de la tarde como cada vez era más intensos aunque no regulares decidimos irnos al hospital. Justo cuando iba a salir de casa se rompió la bolsa aunque no del todo.
Entre en la planta de maternidad a las siete y media de la tarde. La matrona me dijo que estaba de tres centímetros y que me quedaba. Ahora si que había llegado la hora de la verdad. Las contracciones eran cada vez cada menos tiempo pero eran totalmente soportables. Me pregunto si me iba a poner epidural y le dije que iba a intentar que no. Así que me preparó la bañera con agua caliente y allí que me metí a intentar relajarme. Cuando me venía una contracción al estar en el agua caliente parecía que dolía menos. Cuando llegue a los cinco centímetros me dijo  que si quería epidural era el momento que al no ser primeriza más tarde no llamaba al anestesista ( con mi primer hijo me la pusieron de siete). En ese momento a mi no me dolía como para ponerme epidural después de la mala experiencia del primer parto con ella así que dije que no, que sin epidural. Poco a poco aquello fue doliendo más hasta que llego un momento que no me sentía nada cómoda en la bañera, así que me salí fuera. Y ahí fue cuando empezó el dolor de verdad y cada vez iba a más. Me paseaba por la habitación, me sentaba en la pelota, la matrona me hacía masajes cada vez que venía una contracción pero llego un momento que necesitaba tumbarme. Llego la ginecóloga. No quería que me hablará nadie, necesitaba aislarme para soportar aquel dolor. Llego un momento que estaba tan tensa que el parto se empezó a parar. Ahí la gine consiguió que me relajara y menos de diez minutos después mi hijo estaba encima de mi. Eran las diez menos cuarto de la noche.  Parí de lado que era la postura que más cómoda me resultaba y no me desgarre absolutamente nada. La matrona y la gine me ayudaron en todo momento intentando interferir lo menos posible. Como la otra vez  no hubo episotomia, ni edema, ni rasurado y en esta ocasión tampoco epidural.
Si que es verdad que durante unos minutos mientras  le reviso el pediatra mi hijo no estuvo encima de mi, estuvo a mi lado, pero no encima. Pero quitado ese momento estuvimos piel con piel durante las siguientes horas. Mi hijo se engancho al pecho antes de salir del paritorio para la habitación y fue en ese momento cuando sentí que esta vez si que podía conseguir la lactancia materna junto con él.
Y no me arrepiento de no haberme puesto la epidural, mereció la pena.

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