Revista Libros

De orgullos y vergüenzas

Por M.a. Brito @mabrito67


Madrid elige a sus héroes. La capital pone alfombras rojas, con la venia de Monarcas y políticos, a los que de rojo tiñen el mundo, el rojo de la sangre que representa la furia y la entrega. Se llenan las calles de orgullo, y jalean y gritan, y aplauden y vocean: ¡España! ¡España! ¡España! No importa que no se pueda dormir por el ruido. Que suenen las bocinas, que rompan los cristales, que enseñen los chavales sus culos por la calle. Se olvidan fobias y filias por éste o aquel jugador, porque ahora las barbas de Piqué son algo más fashion para los blancos, y el corte de pelo de Ramos le queda hasta mono a juicio de los culés: ya no parece gitano. Madrid los recibe como héroes, héroes pisando de rojo y amarillo la alfombra roja de las galas.Lo que no gusta a Madrid es el negro, el negro viudo, el negro que tiñe las manos y caras de los carboneros asturianos: ¡Qué asco! La sangre, también roja, que tiñe las caras de esposas, hijas y nietas indignadas, no son dignas de ser jaleadas. Solo algún curioso con su cámara recoge el momento. Las expulsan como escoria bulliciosa del Senado y salen pacíficas al ritmo de Santa Bárbara, para mí mejor canción que el tan manido no hay dos sin tres de Bisbal. ¡Qué ruido, por Dios! ¡Callen a esas mujeres! ¡Salgan del hemiciclo! Lo de la celebración de La Roja de hoy es una traca, que tal como viene se irá. Una venda en los ojos. Lo de hace quince días se consume a fuego lento, como el carbón. La traca ya no se oye. Las brasas de las mujeres de los mineros sigue consumiéndose. Pero eso ya no importa: De necios está este país lleno, es una vieja historia. Así fuimos. Así somos. Así nos va. 


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