De profesión… padre!

Ser padre es la única profesión en la que primero te dan el título, y luego se cursa la carrera.

Aquí dejas de ser tú, para convertirte en maestro, guía, amigo, cómplice de juegos y no sé cuantas cosas más, que no caben en este post.

Así que en mi caso, aprovecho esos pocos ratitos, para vivir, disfrutar de mi peque, aprender y volver a saborear el redescubrimiento de la vida, cada mirada, cada sonrisa, cada palabra… es una lección que me regala mi hija sin pedir nada a cambio, es maravilloso.

Todo a cambiado, ella me ha cambiado MI CAMINO DE VIDA.

Desvelos y preocupaciones pasan a formar parte ahora de mi rutina diaria, la desinformación, la anarquía que impone mi ruptura, no las antepongo ni dificultan mi relación con mi hija, al contrario, quedan fortalecidas por cada segundo que paso con ella.

Ahora cuando las fuerzas se me escapan, por los acontecimientos que me rodean, me sujeto con firmeza, la miro con toda la ternura de la que soy capaz  y le digo cuánto la quiero, su mirada me reconforta y me deja en paz.

Va creciendo, lo veo en cada entrega, la veo mas estirada, me sorprende con nuevos gestos, nuevas palabras, frases que enlaza con maestría demostrándome que va dejando de ser bebé, para convertirse en mi princesita. Ya canta, ya entiende hasta es capaz de exigir mi plena atención y dedicación, pero también demanda sus espacios, sus juegos ya son compartidos, sus coreografías son ensayadas con su padre, soy su esparring, soy su compañero de juegos.

Vengo de dónde vengo, pero si miro atrás, me aferro a mi ahora, sabiendo que al lado tengo a mi familia y a unos pocos amig@s que me apoyan, nos apoyan.

Aprecio y me doy cuenta, que no importa la cantidad, sino la calidad del tiempo que paso con la peque, aunque también es cierto que sus ausencias, sobre todos las forzadas e impuestas, hacen mucho daño.

Mucho camino que recorrer, mucho que aprender en esta profesión que he elegido tener, una mochila que llevaré de por vida, y que cargo con gusto y responsabilidad, a pesar de las muchas circunstancias que hacen complicada la coexistencia con el derecho elemental de ser padre.

Lo difícil está por venir lo sé, las preguntas llegarán, las espero y las temo, pero me desprendo en  presencia de mi hija de las armaduras de guerra que me impone mi litigio con su madre, por responsabilidad y educación. No gozo, ni quiero ni disfruto manipulando ni desacreditando a quién alumbró a esta criatura, mi hija no tiene la culpa, ella no eligió esta situación, así que mi obligación es eludir utilizarla como escudo, como Caballo de Troya, cómo misil o arma arrojadiza ¡NO!