Revista Comunicación

De proyectos, espinas y necios

Publicado el 06 abril 2014 por Oscarparracine

Pasado ya el estreno de BAJO UN MANTO DE ESTRELLAS, y con la película aún exhibiéndose en pases puntuales (el viernes en Barbastro, por ejemplo), me he embarcado en mi siguiente proyecto: LA ESPINA DE DIOS. Una historia largamente acariciada y que ahora, por fin, podré llevar a cabo.
De este modo reza la sinopsis:

Palestina. Siglo I.
El pueblo de Israel permanece bajo dominación romana. En la región de la Galilea, un pequeño grupo de hombres comienza a predicar la próxima venida del Reino.
Su líder, el rabí Jesús de Nazaret.
Su destino: la Eternidad.
La película narra los tres años de predicación de Jesús de Nazaret vistos desde la perspectiva de sus apóstoles. Por primera vez la cámara se introduce en el grupo. ¿Cómo vivieron aquellos hombres la Revelación del Mesías? Asistiremos a las tensiones y alegrías propias de todo grupo humano, la despedida de Simón Pedro de su esposa, el cumpleaños del apóstol celebrado con todos sus compañeros, etc.
Bienvenidos a la Historia.
Bienvenidos a La Espina De Dios.

Así las cosas, llevo más de un mes a la búsqueda de los personajes que conformarán esta historia que, por sus características, necesita de actores excepcionales, no podemos fallar.
Naturalmente y como cualquiera que lleve en esta profesión un cuarto de hora sabe, la selección de unos implica el descarte de otros, y ahí comienza el tiempo de los reproches: si no me escoges ya no eres mi amigo, es la máxima de una serie de estultos que confundieron la palabra amistad con profesionalidad.
Ya dije una vez que ser director lleva adjunto el título de hijo de puta, esto es así y no va a cambiar puesto que esta característica responde al hecho de que, cada acierto nos trae un enemigo, ¡cuán acertadamente lo definió mi admirado Oscar Wilde al afirmar que para ser popular entre los amigos es imprescindible ser mediocre!
Sea como sea, se está construyendo un reparto en base a dos pilares: la calidad interpretativa y la humana. Ambas han de ir de la mano pues en careciendo de una, el conjunto cojeará irremediablemente y, la verdad, con los cuarenta cumplidos no tengo necesidad de atestar un rodaje de imbéciles; siendo que Marlon Brando y otros de idéntico fuste ya no están entre nosotros, al que no sepa estar que lo aguante su bendita madre.

Esta enfermedad de hacer cine no tiene cura, ya echo de menos el ambiente de un rodaje, los mil y un imprevistos a enfrentar y esa sensación de asomarte al abismo que trae aparejada cada nuevo día, cada claquetazo y, en resumen, cada minuto de la existencia de quien ha hecho de esta locura su modo de vida.

Un momento del rodaje de BAJO UN MANTO DE ESTRELLAS.

Un momento del rodaje de BAJO UN MANTO DE ESTRELLAS.

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