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¿De qué va?

Publicado el 13 septiembre 2017 por Angeles

No hace mucho, por esos encuentros casuales que se producen en internet, di con una entrevista a un escritor islandés al que no conocía, Jon Kalman Stefánsson.La cuestión es que el autor dice en la entrevista algo que me interesó: que saber “de qué va” un libro, de qué trata, no siempre es relevante, y que puede que la respuesta a esa pregunta no nos diga nada. Según él, lo que importa no es de qué trata el libro sino cómo es el libro.

Yo nunca me había parado a pensar en esto de forma consciente, pero en cuanto lo escuché reconocí la idea; es decir, es algo que yo también pensaba pero de forma difusa, porque nunca lo había meditado ni le había dado forma con palabras.

Herman Melville

Herman Melville

Pero creo que es verdad que muchas veces lo  más interesante no es de qué trata el libro, o cuál es la historia que cuenta, el argumento, sino la forma en que está contado. Y no me refiero siquiera al estilo, a las características del lenguaje, sino al enfoque que se le da a la historia, la forma en la que el autor la presenta, y las ideas que se encuentran en ella. Y más aún,  las ideas que nosotros como lectores extraemos. Es decir, lo que importa es lo que el libro nos hace pensar.
Por ejemplo, si alguien me preguntase “de qué va” Bartleby,el icónico relato de Melville, podría decir que va de un oficinista que se niega a hacer lo que su jefe le manda. No dice mucho, ¿verdad? Pero, en resumidas cuentas, de eso va la historia. 
Y, claro, si decimos sólo eso, estamos obviando algo tan importante como las ideas que se contienen en la historia, y tambén la forma magistral en que Melville va intrigando al lector. A medida que el bueno de Bartleby se va encerrando más en su educada y pertinaz negativa, va aumentando el misterio, y al mismo tiempo van apareciendo sugerencias sobre la condición humana: cómo nos enfrentamos cada uno a las situaciones conflictivas; cómo las circunstancias que vivimos condicionan nuestra visión de las cosas; qué nos hace ser a cada uno quienes somos; cómo manifestamos nuestra individualidad...
Todo esto, la forma en que se va desarrollando una historia, la forma en que capta nuestro interés, y las reflexiones que nos inspira, son tan importantes como el argumento y el tema, si no más.

Yo suelo bromear diciendo que ya desde los griegos está dicho todo, y que si algo  les faltó por decir, ya se encargó Shakespeare.  Es una forma de decir que todos los temas están ya tratados en la historia de la literatura. Y que por eso es absurdo empeñarse en ser original, pretender escribir sobre algo nuevo. Y de todas formas, dicho sea de paso, la originalidad no es garantía de nada: se puede ser muy insípido de una forma muy original.

Incluso hay quien dice, como es el caso del escritor Christopher Booker (que tiene un nombre de lo más apropiado, por cierto), que sólo existen unos cuantos temas básicos: la lucha contra el monstruo; la burla contra los poderosos; la búsqueda; el viaje; el renacer... y que todas las historias, de una forma u otra,  tratan sobre alguno de esos temas.No sé si esto es simplificar demasiado, pero vistos de manera amplia, incluyendo todo lo que metáforas como “el monstruo” o “el viaje” pueden incluir, quizá no sea tan simple.

La cuestión es que la originalidad no hay que buscarla tanto en el tema como en la forma de tratarlo. Lo importante es el planteamiento y las ideas, lo que la historia nos aporta o nos inspira;  que nos haga meditar sobre cosas en las que nunca antes habíamos pensado, o que pensemos en ellas de manera diferente, con nuevas perspectivas; que nos sorprenda y nos diga algo de una manera interesante y propia.
Por eso, cuando me preguntan de qué va un libro determinado, siempre tengo la impresión de no hacerle justicia. Siempre siento que me quedo corta si sólo hablo del argumento. Y esa sensación está justificada, porque -salvo que el libro sea una verdadera simpleza-, incluso una mera obra de entretenimiento podrá evocar diversas ideas, sea cual sea la trama en la que esas ideas están contenidas. Pero claro, cuando alguien pregunta de qué va un libro, espera una respuesta escueta, no una disertación, así que quizá sea inevitable que nos quede esa sensación de estar trivializando la profundidad del libro, y que siempre corramos el riesgo de que, como dice el escritor en su entrevista, la respuesta que demos no le diga mucho a quien nos preguntó.
¿De qué va?


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