Revista Cultura y Ocio

De salud bien

Publicado el 09 febrero 2016 por Icastico

Hasta que volé del nido por voluntad propia viví en la octava planta de un edificio de renta limitada. El último piso. Tenía un ascensor con artrosis que se quejaba de sus huesos mientras iba y venía cargado de vidas. A las visitas no le gustaban mucho sus lamentos. Era lento, el tal para ir en busca de la muerte. Me hice experto en el tiempo de frío, lluvia o calor y en la salud, los dos temas que abrían y cerraban las invariables letanías en esa carrera espacial. Toda queja o actualización existencial de adversidades propias y ajenas (cotilleo) que entre hola y adiós intercambiaban los vecinos o vecinas remataba inexorable entre gestos y suspiros con la misma lapidaria frase: “ay, fulanita, lo importante es tener salud”. Hasta los huevos estaba de viejos y de salud.

El tiempo, el otro, el del frio eterno, trae los ecos del vetusto ascensor, la coletilla que me tenía frito. En tres visitas al médico hice un máster de speech elevator a la antigua usanza. En tres meses me quitaron la sal, el azúcar y sale positiva una prueba que me lleva a realizar una colonoscopia mañana, día del entierro de la sardina. Lo primero lo llevo mal, con lo segundo trampeo y la prueba de marras me trae de calle. He dejado para el final la lectura del papeleo previo a la misma, que se divide en dos partes: La preparación para la colonoscopia. Dos días antes (ayer) dieta pobre en residuos. Hoy solo agua, caldo, zumos colados, infusiones, té, café. Todo sin sal ni azúcar, claro. A partir de las 20:00 comienza el festival. A esa hora me tomo un sobre de Citrafleet disuelto en un vaso grande de agua seguido de un litro y medio (mínimo) de más agua, a beber lentamente durante las siguientes 3 horas. Cinco horas antes de la prueba, o sea, a las 05:00, tomo un segundo sobre de ese mejunje y repito operación. Un aljibe con patas. Vigilia acuosa. Por momentos creo ser un preso en Guantánamo ante un interrogatorio, espero que no me pongan una bata naranja.

Imagino que está todo estudiado y calculado para llegar aligerado, pero me conozco y sé que tardo en evacuar cualquier líquido o sólido; mis amistades visitan el wc al cuarto de hora de tomar una cerveza y el menda no suelta gota hasta llegar a casa de madrugada. Quizás en la cuarta visita el médico desahucie mis riñones. Temo deslucir el momento, desconozco qué puede pasar cuando la sonda penetre en el cráter de mi alterado planeta para iniciar la exploración, lo veo como un espectáculo pirotécnico, para abreviar. Es posible que el personal enfermero tenga memorizados, a su vez, otros papeles preventivos sobre su seguridad. Me alegro por ellos.

La otra parte del papeleo corresponde al “consentimiento informado”. A mí todo lo que sea consentir cuando hay médicos, enfermeros y cachivaches revueltos, me inquieta, me enfría. Uno firma que puede morir de cualquier cosa, por el olvido de instrumental en el vientre, no sería el primer caso, firma un modelo “gajes del oficio” y otro “que dios te pille confesado” (con tanto recorte hay fila en los confesionarios), todo en una jerga poco tranquilizadora, total, como te van a sedar o anestesiar para qué se van a andar por las ramas.

Con el papel que leí la noche pasada (que secuestró mi sueño) pienso que hubieran sobrado laxantes, no paro de hacerme caca. Los pólipos son el descubrimiento más frecuente, se extirpan para su análisis (benignos, malignos o premalignos), se enlazan y cortan con bisturí eléctrico, de forma indolora. También se pueden tomar muestras de lesiones sospechosas (biopsias) para analizarlas y conocer su naturaleza. Es una prueba incómoda. Dura unos 60 minutos, en la gran mayoría de los casos es un procedimiento muy seguro, pero existe un pequeño riesgo de complicaciones, especialmente en el caso de realizar extirpaciones de pólipos. Las más frecuentes son dolor mareo y vómitos (leves y pasajeras). Menos frecuentes y graves son el sangrado importante (una de cada 150), la perforación intestinal (una de cada 1500) Muy excepcionalmente puede producir la muerte (una de cada 10000) Algunas de estas pueden ocurrir varios días después.

En caso de negarme a hacer la prueba (parece que han leído mi mente) debo saber que por el hecho de haberme dado positiva la prueba previa implica una posibilidad del 6-8% de padecer un cáncer colorrectal, aunque no tenga síntomas. Asimismo la probabilidad de padecer lesiones premalignas (adenomas) que podrán ser extirpadas en la colonoscopia y de disminuir el riesgo de sufrir dicha enfermedad en el futuro es de un 50% aproximadamente.

Ya sé, el rollo positivo. Con la flojera de tanto papel y agua me cuesta sostener la cruz (+), se me caen al suelo los dos palitos y es lo que veo, dos rayas, dos negativos. Tengo todo un día (y diría que una noche) para hacer prácticas. Hablando de prácticas…en esto de la colonoscopias ¿hay becarios? ¿estarán de carnavales los titulares? Uy, lo que me va a costar el positivo…


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