Revista Cultura y Ocio

De vocación, profesora.

Publicado el 15 marzo 2015 por Beatriz68
 

     Llega tarde, pero entra sin prisa al colegio. Le da una pereza tremenda pensar en otro día aguantando a los niños. Está casi en su clase, 6B, cuando la profesora de la clase de enfrente entreabre la puerta y la mira con reprobación. Sus alumnos están armando mucho jaleo. Ella ni la mira. Entra en la clase sin saludar. Directamente se va detrás de su mesa. Da unos golpes. No tiene ganas de gritar. Vuelve a golpear la mesa. Se va aplacando el jaleo. Por fin se callan todos, todos menos dos niñas que parece que pelean. Las mira con gran seriedad pero nada. Por fin tiene que alzar la voz: F. y M. ¿no os pensáis sentar?

  F. es la niña rubia y pelota cuyos padres van con frecuencia a hablar con ella y le llevan regalos. M. es la niña de pelo sucio, gafotas y cara paliducha, esa a la que no traga. Seguro que es ella la culpable de la pelea, porque es que es tonta la pobre. Les manda callar y sentarse de una vez en su sitio. De camino a su pupitre, la rubia da un tirón de pelo a la otra. Ésta grita. La profesora se desespera : ¡Castigada M. Hasta las siete te quedarás aquí! La niña va a protestar pero no se atreve, la mirada de la profesora es lo bastante autoritaria para no rechistar. Se sientan las dos.

  ¡Exámen! Es lo mejor, no tiene ganas de dar clase y necesita pensar. Se ha precipitado en el castigo. Tenía planeado salir deprisa para recoger el vestido, ese ceñido y con escotazo que tenía reservado. Busca con la mirada a F. ¡Cómo se parece la puñetera a su padre! Desde el primer día que lo vió está deseando tirárselo. Esta noche, sin duda, cae.

  Cómo hacer. No puede levantar el castigo, perdería toda su autoridad. Qué hacer. Podría dejar a la delegada en su puesto, q se joda, ¿no le gusta tanto serlo y marimandonear a las compañeras? No, se puede armar una...

  Decide dejar a la gafotas paliducha encerrada en clase mientras ella se acerca a la tienda. No tardará mucho. Así lo hace.

  A las siete está de vuelta . Abre la puerta de la clase. Busca con la mirada a la niña. Ésta se ha quitado las gafas y tiene la cabeza apoyada en el pupitre. Hay vómito en el suelo. ¡Lo que le faltaba!. Quiere llamar a la niña por su nombre, pero no lo recuerda.  Tira el bolso y la bolsa con el vestido al suelo. Se acerca y la sacude. Pero la niña no responde. El corazón empieza a latir le deprisa. Le golpea con fuerza el pecho. Levanta la cabeza de M.  

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