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Debate a muerte en Nervión

Publicado el 07 enero 2020 por Trescuatrotres @tres4tres

Debe ser cierto aquéllo de que la cabra tira al monte, y, aunque intento evitarlo, el cuerpo me pide hablar de nuevo del Sevilla Fútbol Club. Y lo hago por las diferentes sensaciones que uno encuentra respecto al equipo.

Considero que Julen Lopetegui es un tipo con suerte. Suerte a pesar de las reticencias que generaba su fichaje. Primero porque esas reticencias siempre aparecen atenuadas cuando tu valedor es Monchi, y, segundo, porque aunque haya aficionados a los que ni Monchi detiene en su pensamiento, existe una corriente que defiende al entrenador sin fisuras. Ninguna ¿Qué habría sido de Machín si llega a ser el entrenador en el aciago partido de Éibar?

No cabe la menor duda de que, desde el punto de vista más objetivo, el Sevilla está cumpliendo metas. Ha alcanzado los 35 puntos en la primera vuelta, quinta mayor puntuación del equipo en el siglo XXI, y está en cuarta posición, empatado con el tercero, y, por lo tanto, en puesto Champions. Poco que añadir.

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Koundé marca frente al Bergantiños (fuente: andaluciainformacion.es)

En Copa del Rey superó, con problemas de relevancia, la eliminatoria contra el Bergantiños. 0-1 y pidiendo la hora ante el club gallego de Tercera División.

En Europa League el Sevilla formó parte de un grupo más que asequible junto con el Apoel, Qarabag y Dudelange, todos equipos de nivel limitado, por mucho que desde el banquillo sevillista se nos quisiera indicar lo contrario, en un evidente discurso institucional aprendido. Y acertado. En la primera eliminatoria en esta competición aguarda el Cluj rumano que no debería generar mayor problema que el ya intrínseco de este tipo de competición. El discurso será el mismo.

En resumen, objetivamente nada que objetar. Pero parece ser que sigue habiendo mayorías que no están por la labor de regalar el oído al ex entrenador del Real Madrid. Lo curioso del caso es que ha aparecido igualmente una especie de guarda pretoriana de la planificación y la labor deportiva que desprovee de razón y, lo que es peor, de inteligencia, a todo aquel sevillista que se atreve a ser crítico con Julen Lopetegui e incluso con Monchi.

Las dos Españas reducidas a las dos aficiones del Sevilla. Evidentemente, yo estoy alineado en una de ellas, pero no por ello debo dejar de reconocer circunstancias objetivas que favorecen tesis en contrario. El análisis es complejo y tiene muchas aristas. Intentaré exponer la complicada historia de Lopetegui en las tierras de Nervión.

Lopetegui ya generó rechazo a su llegada, simplemente, por el hecho de las extrañas circunstancias de su adiós a la selección española y su fichaje por el Real Madrid. Ambos hitos son valorados de forma muy negativa por la parroquia del Sevilla. Pero, añadámosle contenido deportivo, Julen Lopetegui fue fulminado en el Real Madrid por una crisis de juego y resultados evidente. Lopetegui es el entrenador que menos partidos ha dirigido al Real Madrid, solo superado por José Antonio Camacho, que, hemos de recordar, abandonó de forma voluntaria un proyecto con el que no comulgaba, es decir, Lopetegui es el entrenador al que han echado más rápido del Real Madrid.

¿Por qué? Crisis de juego, malos resultados y falta de gol. La racha de Julen cuando fue destituido era de cuatro empates y una derrota: 5 a 1 frente al Fútbol Club Barcelona en un clásico en el que no jugó Leo Messi. En Sevilla no se ha reproducido la crisis de resultados, el juego admite un debate, a mi juicio interesantísimo, y de la falta de gol, es una polémica abierta desde hace varias semanas.

Uno llevaba barruntando, y con esto ya queda claro a cuál de las aficiones del Sevilla pertenezco, que este entrenador generaba problemas de juego. Algunos de mis contertulios cercanos pueden dar fe de mis quejas, allá por agosto y septiembre, por la tendencia a la horizontalidad de su juego, por su carácter especulativo, por su defensa a través de la posesión sin más intención que la del paso de los minutos, de las reminiscencias a otro tipo de juego visto por Sevilla hace no mucho...

En mi retina tengo partidos aburridísimos de la selección española solo animados por la verticalidad de Vitolo. Ocampos hace las veces de Vitolo en este Sevilla. Existe un curioso dato que va indisolublemente unido a la vida de entrenador de Lopetegui: es un entrenador cuyo sistema minimiza el peligro que generan sus propios delanteros. El máximo goleador de su selección española fue David Silva. 21 goles marcó el Real Madrid de Julen en 14 partidos. 11 de los 21 se convirtieron en tres buenos partidos, que los hubo (en especial un 3-0 frente a la Roma), pero lo general era una dificultad evidente cara a gol. El Sevilla de Lopetegui ha marcado 24 goles en 19 partidos. Cifras pobres, objetivamente hablando.

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Luuk de Jong (fuente: elsevilista.com)

Además de esta horizontalidad, se ha producido una manifiesta racanería con la que es habitual pedir la hora, sufrir en exceso y dejar en el aficionado un sabor agridulce. No se cierran los partidos. Antes se estilaba decir aquello de se "ha ganado como un equipo pequeño", pero hemos de ser cuidadosos con el lenguaje y, simplemente, se puede indicar que la defensa del Sevilla gana puntos. Parece un dato también objetivo.

Finalmente, el otro defecto es la previsibilidad en ataque. El Sevilla es un equipo muy reconocible. Ya sea por mano de entrenador o por falta de variantes. Se ataca por bandas de forma continua, siempre inclinados hacia la derecha. Este carril está ocupado por un excepcional Jesús Navas y por una de las sensaciones del campeonato, Lucas Ocampos, que buscan una y otra vez el centro al área, zona que, casi siempre, está desocupada. Cuesta un mundo encontrar rematador. Las razones, falta de habilidad del delantero, falta de ocupación de los espacios por parte de los centrocampistas, que tienden a no entrar en el área, la ausencia de un segundo delantero... Sea cual sea la razón, este sistema carece de gol.

Pero tiene Lopetegui una pléyade de defensores que, además, están cargados de razones. Ya hemos hablado de los puntos acumulados, quinto récord del Sevilla en el siglo XXI para el mayor presupuesto de la historia. Pero además es el Sevilla un equipo de extraordinaria solidez. Jesús Navas, Fernando y Diego Carlos son jugadores de élite claramente, y en el equipo de Lopetegui defiende todo el mundo. El dinamismo defensivo y el sistema de coberturas es una virtud clarísima de este equipo. Sabe guardar la ropa y vivir en el filo.

Existe igualmente la recuperación del carácter competitivo. Se habrá podido desplegar mejor o peor juego, pero solo recuerdo dos desconexiones del equipo a lo largo de la temporada: la segunda parte en Éibar y 20 minutos aciagos en el Camp Nou. Esta regularidad competitiva es también seña de identidad y los jugadores vuelven a morder, a mostrar su rebeldía e inconformismo, parece que vuelve el hambre.

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El Éibar celebra su victoria frente al Sevilla (fuente: eurosport.es)

En el debe, las desconexiones entre grada y equipo, que con su juego horizontal no transmite esa adrenalina necesaria para generar los ambientes infernales de otros tiempos (a analizar qué parte de culpa tiene la grada). En el haber, la sensación de que los jugadores vuelven a sentir el gusanillo. El sistema y el entrenador deben ser la vía y la ayuda para lograr el éxito o, al menos para no impedirlo.

Vivimos tiempos convulsos en el que todos pecamos de llevar al extremo opiniones absolutas. Somos incapaces de admitir buenos argumentos en contra y, mucho menos, cambiar de opinión. El debate es deseable cuando el nivel del mismo se mantiene dentro de las reglas del juego. Enriquecedor cuando los argumentarios son inteligentes. Pero, sobre todo, merecen la pena cuando logran que las personas se escuchen, se respeten y acepten que, probablemente, quien está enfrente tiene, como mínimo, la capacidad suficiente como para hacerte recapacitar.


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