Revista Opinión

DEBATE: Elecciones en Brasil

Publicado el 25 octubre 2014 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

debate1El gigante americano se enfrenta a unas de las elecciones más reñidas de su historia. Un solo voto, sea el del mayor millonario del país o del más pobre ribereño de la Amazonia, sería capaz de decidir el resultado final. Frente a frente, dos modelos distintos: el socialismo populista de una Dilma Rousseff que ha sabido aprovechar el buen pasado que le dejó su antecesor Lula, y la propuesta socialdemócrata de Aécio Neves. A lo largo de la campaña, las encuestas han reflejado un empate que ha dividido al país en dos extremos casi irreconciliables.

En el tramo final de la campaña electoral se ha elevado el tono y los dos candidatos se han atacado duramente. El escándalo de corrupción en Petrobras ha sido utilizado por Aécio Neves para intentar manchar la imagen de Dilma Rousseff, aunque ésta aun mantiene una ligera ventaja de dos puntos, a dos días de las elecciones. Cuando los números finales se conozcan sabremos si habrá una tercera gestión consecutiva del Partido de los Trabajadores (PT) o si el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) regresará al Palacio del Planalto.

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A continuación, cada participante aporta sus ideas sobre el tema que se está debatiendo: ‘Elecciones presidenciales en Brasil’. También se puede seguir el Debate a través de Twitter con la etiqueta #DebateEOM

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Germán Aranda es periodista freelance afincado en Brasil. Actualmente trabaja para El Mundo

Después de una campaña electoral con más reproches que propuestas, el elector indeciso tendrá que decantarse por la continuidad o el giro a la derecha. Vista la poca simpatía que despierta Aécio Neves en las regiones más pobres y dado el tejido social del país, Dilma parte como favorita. Si Neves consigue recuperar Minas Gerais, el tercer estado más poblado y donde perdió en la primera vuelta pese a haber gobernado durante ocho años, le pondrá las cosas difíciles a la presidenta, que domina el norte y el nordeste y, por poco, en Rio de Janeiro. Sao Paulo, estado más rico y poblado, es holgadamente de Neves, así como el desarrollado sur del país. En los programas electorales y debates no se han visto muchas diferencias ideológicas, si bien está claro que la apuesta del PSDB, centrista liberal pese a tener la socialdemocracia en el nombre, es de un estado menos costoso y mayor libertad de mercado. Los inversores, como los principales medios de comunicación, están claramente con él y también Marina Silva que, ella sí, puede llevarse algunos votos para Neves de los que consiguió en la primera vuelta. Con todo, el votante de Marina no tiene porque seguir a la ex candidata y Aécio no ha conseguido ganarse aprobación entre las capas más bajas de la población, agradecidas con las ayudas sociales de Lula y Dilma, que al frente del país han combatido con firmeza la pobreza. El refuerzo a las rentas más bajas, tanto en forma de vivienda social como de ayudas económicas, ha asfaltado el camino para que el crecimiento del país haya sido cosa de todos y no sólo de las elites del país. No obstante, la gran cantidad de casos de corrupción, la creciente cerrazón un Partido de los Trabajadores cada vez más alejado de sus bases que son sus orígenes y también la pésima calidad de los servicios públicos son factores que despiertan ganas de cambio en gran parte de la sociedad. La alternativa, a la derecha del PT y partícipe también del bipartidismo tradicional, no convence a las masas más críticas ni a las más populares, pero sí a gran parte de la clase media y de las elites. El resultado, que se sabrá este domingo, será sin duda muy ajustado. La última encuesta previa a la jornada elección da cuatro puntos de ventaja a Rousseff (52 contra 48%).
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Andrés Del Teso Garau  

Al filo de la jornada electoral, la última tanda de encuestas parece desenquistar la situación de empate técnico entre Dilma Rousseff y Aécio Neves tan pronosticada hasta ahora. Con estimaciones que oscilan entre un 53% y 54% de los votos para la candidata del Partido de los Trabajadores, podemos hablar de una previsible prórroga al ciclo político abierto por Luiz Inácio Lula da Silva tras su primera victoria en 2002. El despiece de Marina Silva, efímera favorita en la carrera por la primera vuelta, así como la capacidad de sobreponerse finalmente al fuerte envite del PSDB de Neves –con el apoyo explícito de Silva– ponen de manifiesto la persistente hegemonía del PT en tablero político brasileiro: su capacidad para generar discursos y sentidos políticos, especialmente en las mayorías más humildes, garantiza la continuidad del proyecto post-neoliberal encabezado por Rousseff.

No obstante, cabe constatar cómo, de cumplirse las previsiones, estaríamos ante la victoria más tenue desde la llegada de Lula, fruto de diferentes brechas y descontentos que asaltan a la administración petista. La movilización urbana a la que asistimos antes y durante la pasada Copa Mundial de la FIFA es una clara expresión de cómo amplios sectores de la sociedad empiezan a desligarse complacencia de la que gozó el PT de la era Lula. Tras una década de polarizada confrontación entre el proyecto petista y la vuelta al neoliberalismo defendida por tucanos (partidarios del PSDB), que benefició un cierre de filas de movimientos sociales y fuerzas progresistas en torno al PT, el binomio parece quebrarse. Sin embargo, a falta de una alternativa de signo progresista y ante el fuerte trabajo de campaña de las fuerzas conservadoras, la principal beneficiada de este fenómeno de momento es la derecha.

Es clarificador observar cómo, tras la primera vuelta de las elecciones, han descendido casi un 50% los asientos del congreso ocupados por representantes sindicales, mientras que acrecientan su presencia fuerzas evangélicas o las vinculadas a los grandes terratenientes –donde destaca el Frente Parlamentario Agropecuario–. Por su parte, el PT pierde presencia relativa respecto al PMDB, su principal aliado en el legislativo y de carácter conservador; partido que parece especializado en el rol de socio de gobierno gane quien gane, y que no presenta candidato presidencial desde 1989 pese a ser actualmente segunda fuerza en el congreso y primera en el senado. Esto podría incentivar un viraje hacia un modelo más liberal, especialmente con la progresiva desaparición del marco económico favorable que posibilitó el despliegue de las políticas lulistas sin profundos cambios estructurales.

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