Revista Opinión

Debate: ¿Qué consecuencias podría tener la victoria de Syriza en las elecciones griegas?

Publicado el 23 enero 2015 por Polikracia @polikracia

Tarek Jaziri Arjona

En unos días se celebran las elecciones en Grecia, sin duda lo que ocurra en el país heleno puede ser un punto de inflexión para Europa. He podido apreciar que a medida que los partidos situados en la extrema izquierda se acercan al poder, comienzan a moderarse. El problema es si son creibles o no, no sabemos si es una táctica electoral o realmente defienden lo que ahora proponen y que antes renegaban.

Antes que nada hay que entender el contexto griego, el PIB del país ha caído un 25% desde el año 2008; la tasa de paro sigue estando por encima del 25% y las pensiones han sido recortadas un 30%. Es evidente que la austeridad no ha funcionado a corto plazo, cómo tampoco ha funcionado en ningún país.

Tampoco podemos olvidar que en 2009, cuando el PASOK llegó al poder, descubrió que el déficit real era de un 12,5% y no de un 3,7% cómo afirmaba Nueva Democracia, que manipuló los datos macroeconómicos con la ayuda de Goldman Sachs. Por lo tanto el problema de Grecia no ha sido causado ahora durante la crisis, sino que ya en tiempos de bonanza tenía una deuda pública  (año 2000: por encima del 100% del PIB) enorme que no dejaba de aumentar y un déficit insostenible. Es inexplicable cómo dejaron que Grecia entrase en el euro.

Teniendo en cuenta que Syriza puede ganar las elecciones y formar gobierno, hay que contemplar las posibilidades que tienen. Tsipras defiende una quita de la deuda, lo cual tiene lógica, pero no olvidemos que ya en 2012 Grecia logró una quita de su deuda de unos 100.000 millones de un total de 350.000 millones de euros. Por lo tanto cualquier posible quita debe ser negociada con la temida `troika´.

Tsipras no puede olvidar que Grecia se financia únicamente a través del BCE y del FMI, los mercados no financian a Grecia. Por lo tanto Tsipras no tiene mucho margen de maniobra, porque si quiere financiarse al margen de la troika tendrá que pagar unos intereses elevadísimos.

Syriza tiene las siguientes opciones para llevar a cabo su programa (excluyendo nacionalizaciones e impagos imposibles): mejorar la recaudación de impuestos, distribuir el gasto público (donde recortar y donde no) y negociar con Bruselas.

Respecto a esto último creo que harán falta grandes dosis de sensatez por parte de todos. Tsipras no debe olvidar que no esta solo en Europa para cambiar las políticas de austeridad y que este es un año electoral en Reino Unido y en España, países clave en el funcionamiento de la UE.

En el corto plazo Alemania no va a ceder, para no darle alas a países cómo Italia o Francia y pese a que en las últimas semanas Merkel contemple la posibilidad de que Grecia se salga del euro, eso no es posible y sería el peor de los posibles escenarios. En conclusión, Syriza tiene muy poco margen de maniobra y tendrá que esperar a tener más aliados mientras trata de renegociar las condiciones del rescate con la `troika´.

P.D.: Grecia paga de promedio un 2,4% de intereses, mientras que Alemania paga un 2,7%.


Alex Sainz de Vicuña Prat

Las elecciones griegas se han convertido en el primer “round” de la pre-campaña electoral Española, el 25 de enero se celebran algo más que los comicios griegos, en clave nacional es el primer test para los partidos españoles. Podrán comprobar como responde la población helena frente a un contexto (manteniendo siempre las distancias) parecido: crisis económica muy dura, alta tasa de paro, “pequeños síntomas” de mejora estos últimos meses y la aparición de un partido de izquierdas (Syriza, más longevo que Podemos eso sí, fundado en 2004) dispuesto a poner en jaque al bipartidismo existente en el país (ND-PASOK), con unas propuestas rompedoras y el cambio como bandera.

A una semana vista los últimos sondeos siguen la misma senda dando como favorito a Tsipras con aproximadamente un 35% de los votos frente el 30% de Nueva Democracia. Parece que Syriza se acercaría a la mayoría absoluta, aunque cabe esperar que finalmente el vencedor lo hará bajo unas circunstancias de minoría parlamentaria, lo que equivale a disponer de poca libertad, poco margen para aplicar un programa (elemento indispensable para Syriza si quiere poder desarrollar el suyo soportando las presiones internas y externas).

Entrando más de lleno en la pregunta que se nos plantea, primeramente creo que una derrota del primer ministro griego (Antonis Samarás, del partido conservador Nueva Democracia) supondría un varapalo importante para el líder popular de puertas para dentro (en su orgullo), dado que la lejanía, el poco conocimiento y el hecho que se trata de un líder internacional de “segunda”, puede amortiguar el efecto de dicha derrota a ojos del gran público español (a pesar del riesgo que tomó nuestro presidente al viajar a Grecia la semana pasada para apoyar a su homólogo y implicarse de lleno en el devenir de las elecciones).

Para Podemos si se trata verdaderamente de una prueba de fuego y más si se materializan los pronósticos y se alza con al poder Syriza (están en el foco político de toda Europa), en ese caso las consecuencias serían a mi modo de entender, que Grecia actuaría como un banco de pruebas de la viabilidad de Podemos, se observaría con lupa si el cambio propuesto por ambas formaciones es viable y plausible en la Europa y en el contexto internacional vigente hoy en día.

Se tiene que entender que el Partido Popular y el PSOE son ya estructuras muy consolidadas en nuestro país, con unas bases muy sólidas y unos programas “estándars” probados. Resultan elementos tradicionales de nuestra democracia y se hallan en un momento de su ciclo vital más maduro que Podemos. Este hecho se puede traducir en la capacidad “amortiguadora” (de soportar mejor algunos traspiés, situaciones adversas, etapas de crisis etc.) que poseen ambos partidos (ejemplo los casos múltiples de corrupción, ¿creen que Podemos podría soportarlos?).

El partido liderado por Pablo Iglesias se trata de una nueva formación política, en fase de creación, no sólo de las estructuras internas, sino que también de la base de su electorado, por lo que no dispone de ese cojín (esa capacidad), lo que supone estar más expuesto a las condiciones y condicionantes externos. Se halla en una fase más débil y cualquier atisbo de error o flaqueza puede resultar fatal de cara a la pérdida de confianza y réditos electorales y eso es en lo que pude desembocar la victoria de Syriza, en una pérdida de confianza hacia Podemos.

La complejidad del tablero político griego (acompañado de la ya famosa presión de la “Troika”) puede torpedear todo intento de cambio propuesto por el partido de Alexis Tsipras y esto puede afectar negativamente a los intereses de Pablo Iglesias (relación: si Syriza no puede Podemos tampoco podrá), algunos sectores de la población española indecisa o votantes débiles se pueden frustrar, haciéndoles optar por opciones más comedidas en futuras elecciones.

Finalmente añadir que creo que si hubiese estado en la mano de Podemos elegir la fecha de las elecciones helenas, hubiesen deseado que fuesen después que las generales españolas, siendo así ellos los “primeros” en someterse a la voluntad del pueblo, los conejillos de indias del cambio en Europa.

Quizás el gran beneficiado de una victoria de Syriza será el PP.


Alberto Ginel Saúl 

Mi aproximación a las inminentes elecciones griegas no tiene por objeto realizar un análisis del escenario político de aquel país, ni –estrictamente- analizar la irrupción (o la confirmación de la irrupción para quedarse) de la fulgurante Syriza; tampoco analizar si se cumple en ellos el teorema de Baglini, ni establecer un paralelismo con la situación española a partir de las similitudes -y diferencias- de ambos países y el “disputado apoyo del señor Tsipras”, que reparte generoso entre Izquierda Unida y Podemos…

Mi aportación, modesta en fondo y forma, viene a poner el foco sobre una frase que recogía a principio de año Der Spiegel y que proyectaba una triste imagen sobre el “estado de la Unión”, principalmente en su versión monetaria (aunque no solo).

La frase en cuestión procedía del entorno del gobierno Merkel y afirmaba que Alemania estaba dispuesta a “dejar caer” a Grecia si Syriza alcanzaba el poder y planteaba quita o impago, asumiendo la salida del euro del país heleno (el “eslabón más débil de la cadena” comunitaria) como algo probable y que además, tendría como efecto el fortalecimiento general de la cadena.

Más allá de poder enmarcar frases como esta en el imaginario construido en torno a los “hombres de negro” (ubicados en la zona gris entre el matonismo y la política económica), la frase arroja un diagnóstico preocupante sobre la Unión y sus principios más básicos y fundacionales, empezando –evidentemente- por la idea de unidad.

Y es que la metáfora de la cadena y el eslabón ya la habíamos oído más veces a lo largo de estos largos años de “esfuerzo”, pero justamente en su sentido opuesto: no en el de que arrancando el eslabón más débil la cadena puede salir fortalecida y seguir funcionando, sino en el de que –más o menos- somos tan fuertes como lo es nuestro eslabón más débil (parafraseando al filosofo de la Ilustración escocesa Thomas Reid) y que la amputación de Grecia de nuestra unión monetaria no debía ser siquiera contemplada por suponer un grave fracaso colectivo o incluso el principio del fin.

Y es que años atrás, el sempiterno optimista J. Rifkin hablaba en su “Sueño Europeo” de la naturaleza de “red” europea y de la solidaridad, la interdependencia y el destino compartido en un mundo global como notas características –irrenunciables- de la UE en todas sus dimensiones.

La “racionalidad económica” en que se basa el austericidio europeo aparece tan desprovista de racionalidad, que es capaz de “dejar caer” países -con sus ciudadanos degradados más allá del umbral de la pobreza- y de dinamitar las propias bases del “sueño europeo”. El enroque dura ya demasiado tiempo y el miedo cerval a lo que pueda salir de las elecciones griegas no parece que vaya a relajar la disciplinada tensión de Frau Merkel y otros…


 Carlos Morado Vázquez

Syriza no es otra cosa que el producto de una crisis –o estafa- económica y social que con Grecia se ha ensañado de forma especial. Por su parte, las devastadoras políticas de recortes y austeridad han generado una verdadera crisis humanitaria en el país. Desde el comienzo del crac, el país heleno ha presenciado la estrepitosa caída del bipartidismo con el marcado fracaso del PASOK, que pasó de acumular un 43,9 % de los votos en 2009 a esperar en torno a un 4,7 % de los sufragios en las inminentes legislativas. La alternancia se daba entonces, durante los años de bonanza, entre el PASOK y el partido Nueva Democracia, feudo conservador dirigido por Antonis Samarás, que se perfila ahora como segunda fuerza política y mayor competidor del partido izquierdista de Alexis Tsipras.

Nueva Democracia y Syriza. Samarás y Tsipras. Esta antítesis va más allá de lo puramente ideológico. Samarás es el candidato de Rajoy, de Merkel y de esa élite europea que lleva años promoviendo el modelo de subordinación del sur, de los recortes y la desigualdad. Tsipras, por otra parte, representa la esperanza de cambio. De cambio de modelo democrático, social y económico en Grecia y Europa.

El dramático aumento de la deuda pública griega, que alcanza un impagable 175 % del PIB, ha hecho que partidos como Syriza –apoyado por numerosos economistas y gran parte de los griegos- defiendan la reestructuración y renegociación de esta para poder afrontarla sin llevarse por delante la dignidad de los ciudadanos. En contraste, Nueva Democracia se ha situado del lado de los acreedores y ha promovido una costosa política de austeridad que ha acabado por mermar la demanda interna. Esto sumado a la creciente deflación europea ha convertido el pago de la deuda en una misión imposible, hundiendo al pueblo griego en la miseria.

Este particular eje del mal europeo ha tratado continuadamente de influenciar, de infundir miedo en la población griega. Desde Rajoy hasta Samarás –este último utilizó incluso los atentados yihadistas en París para atacar a Tsipras- la ‘campaña del miedo’ contra Syriza ha marcado el día a día de las polis griegas. Merkel advertía de un posible Grexit -la salida de Grecia del euro- en el supuesto de ganar Tsipras las elecciones. Una gran mentira, una de las muchas con las que se pretende asustar a los votantes y todo un ataque a la soberanía nacional griega.

Este domingo los griegos tendrán que elegir entre la austeridad y el cambio, entre el inmovilismo y el regeneracionismo, entre la subordinación y la soberanía, entre el miedo y la democracia.

Salvando mis diferencias con algunas de las propuestas de Syriza, esperemos que, de ganar los comicios, acabe demostrando que las cosas se pueden hacer de otra manera, en Grecia y en Europa.

“Creo que los dirigentes europeos deberían entender que los partidos como Syriza son partidos internacionalistas, proeuropeos, que piden otra Europa. (…) Hay que ayudarles a construir una refundación democrática de Europa y de la zona euro que todos necesitamos”.

–Thomas Piketty


Pedro Calzada 

La solución a un problema de números rara vez pasa por romper el libro de matemáticas. Grecia se enfrenta el próximo 25 de enero a unas elecciones que serán analizadas en toda Europa, especialmente en nuestro país. Parece que soplan vientos huracanados de cambio en la vieja Europa y, está vez, vienen de los países del Sur.

Esta crisis económica ha sido un terremoto que se ha llevado por delante la estructura social de Grecia. Una crisis que ha significado años de penalidades para miles de griegos que han visto cómo las políticas basadas en la austeridad han supuesto esfuerzos inasumibles en muchos casos. La situación de caos económico y social queda bien retratada en el libro de la periodista italiana MariangelaPaone: Las cuatro estaciones de Atenas; hambre y penurias en un país que mintió acerca de su economía para entrar en la Unión Europea. Está claro que toda la culpa no la va a tener Alemania…

Dicho esto, miremos hacia el futuro, hacia este próximo día 25 en el que los griegosejercerán su derecho a voto para decidir el rumbo que quieren para su patria. Parece que la formación Syriza, y su líder Alexis Tsipras, parten comofavoritos en las últimas encuestas de opinión. El discurso que utilizan (muy parecido a otros que resuenan por las televisiones españolas) es, a la vez, atractivo y osado; repleto de incógnitas, críticas y halagos. Si analizamos punto por punto el programa electoral de la formación, vemos que hay medidas de sentido común en el marco de un Estado de Bienestar como la de proporcionar Sanidad 100% gratuita a personas con necesidades sociales, o la de ofrecer rebajas fiscales para los productos de primera necesidad. Sin embargo, hay otras medidas que no son más que respuestas fáciles que no han demostrado ser eficaces a lo largo de la historia. Véase la nacionalización de los bancos, o la subida de impuestos a las rentas más altas hasta un 75%. Medidas difícilmente realizables con las que se pretende condenar el capitalismo de una manera simplista y que no refleja la realidad.

Querer ser más listos que el resto suele llevar a darte de bruces con la realidad. No se puede vender a una población que demanda cambios, soluciones imposibles a problemas reales. Muchos electores en Grecia ven la oportunidad de hacer las cosas de manera diferente y la cuestión es: ¿Será capaz Tsipras de gobernar de manera diferente?

La respuesta es un No rotundo, por muchas buenas intenciones que tenga (que no lo juzgo). Si el día 26 leemos en los periódicos que el señor Tsipras es el nuevo líder griego, dad por hecho que no veremos una Grecia dándole la espalda al Euro, ni a la Unión Europea. Tampoco veremos impuestos desmedidos a las rentas más altas, ni la deuda griega dejando de ser pagada… Grecia, no puede vivir al margen de la Unión Europea, este mundo es ya demasiado complejo como para hacer cada uno la guerra por su cuenta.

Probablemente Syriza incida en medidas sociales que serán muy bienvenidas por parte de la población. De hecho, ojalá muestre una especial sensibilidad por los más afectados por la crisis, espero, al menos, que en este aspecto no defraude a nadie. Sin embargo, no podemos destruir lo que ha costado tanto construir: una Europa rica y próspera basada en el comercio y la colaboración entre todos. Debemos seguir en esa dirección y Grecia debe saberlo.


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