Revista Opinión

Decadencia jenízara en Cataluña

Publicado el 10 noviembre 2015 por Vigilis @vigilis
Más allá de la pegajosa pomposidad empalagosa y de la pretenciosa solemnidad impostada, lo de los cleptócratas en su "unholly alliance" con los retardocomunistas nacis me remite a la corrupción intelectual de la que escribía Monsalvo el otro día. La palabra "intelectual" tiene cierta carga positiva que yo no aplicaría a los émulos catalanes de la Camorra y sus partenaires Sturmbannführer en alpargatas, pero me sirve para salir del paso y no andar en jerigonzas.
Decadencia jenízara en Cataluña
Una vez disparadas unas cuantas palabritas que me quemaban, ya puedo seguir hablando en un registro que entenderán tanto las víctimas de la LOGSE como nuestros cerriles habituales. Esos cerriles que han derivado de un proceso de decantación que durante décadas obtuvo en nuestros turnistas su mejor catalizador.
Aprobaron los nacis el otro día en el parlamento catalán:

El Parlament de Catalunya, com a dipositari de la sobirania i com a expressió del poder constituent, reitera que aquesta cambra i el procés de desconnexió democràtica de l'Estat espanyol no se supeditaran a les decisions de les institucions de l'Estat espanyol, en particular del Tribunal Constitucional...
El Parlament de Catalunya insta el futur govern a complir exclusivament aquelles normes o mandats emanats d'aquesta cambra, legítima i democràtica...

Estas perlitas nos remiten al problema de la autodefinición. Yo siempre digo que cómo te definas tú no le importa a nadie. La única definición relevante es la que no sale del objeto definido. Este problema del lenguaje lo hemos visto en muchas ocasiones. Por ejemplo, cuando alguien dice que es liberal y luego rascas y resulta que ciertas personas no les parecen merecedoras de iguales derechos que otras. O cuando alguien dice que es del Dépor pero los partidos que no perdona son los del Real Madrid.
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No digo que sean los actos los que definen a la persona, sino más bien la coherencia. Hay definiciones que no están relacionadas con actos, como cuando se acusa a alguien que trabaja para el estado de no poder ser liberal. Como si el pensamiento liberal implicara la obligación de una conducta (es más, como si cualquier pensamiento implicara cualquier conducta: es el caso también de quienes dicen que los comunistas no pueden ser millonarios). No quiero detenerme en este tema pero dejo apuntada la relación entre lenguaje (definiciones, significados) y moral.
La resolución aprobada (y ya recurrida por el gobierno al TC) por una institución del estado como es el parlamento de una comunidad autónoma dice que esa institución deja de depender del estado. Esto es bastante gracioso si lo comparamos con la intención del gobierno de no suspender la autonomía de Cataluña. Es decir, quienes al final se van a cargar la autonomía catalana son los propios nacionalistas. Es graciosamente irónico todo esto si recordamos las reclamaciones populares de los años de la Transición: la reclamación de un cambio en España que implicara mayores cuotas de libertad política iba de la mano en Cataluña del acceso a la autonomía. Cito a Montano:
Una percepción bonita es que la senyera aparece ahora, por contraste, como pulcramente constitucional. Algo así como la bandera española sin aguilucho.

En su huída hacia ninguna parte los nacis están rompiendo tantas cosas que ni se dan cuenta de los restos que dejan en el camino. El separatismo es una posición tan maximalista (no cede ningún espacio político al que tiene enfrente, con lo que se carga la política) que ya no hay vuelta atrás. Los diputados del Partido Único (CDC+ERC) ya no pueden decir que todo era bromi, que a ver si les dejan ser pata de algún gobierno turnista. Han quemado los barcos, han descartado los comodines.

Decadencia jenízara en Cataluña

El parlamento de Cataluña el pasado lunes.

Hace quince años alguien que estuviera en contra  de la transferencia competencial a las CC.AA. realizada por el gobierno que quitó la mili diría que la única forma de revertir el estado de las autonomías sería con un gobierno nacional jacobino respaldado por una mayoría de votantes. Las vueltas que da la vida. Al Estado de las Autonomías se lo están cargando los propios nacionalistas que prosperaron bajo su paraguas.
Es rarísimo esto porque el libro de Vizcaíno Casas "Las Autonosuyas" uno se lo imagina en la mesita de noche del editor de El Imparcial o La Gaceta y no en la biblioteca de un batzoki catalán. Las vueltas que da la vida, insisto.

Decadencia jenízara en Cataluña

A ver quién es el guapo que vende 127.000 ejemplares hoy.

Al "desconectar" una institución del estado del estado, eso deja de ser una institución y se convierte en un garaje donde hacer botellón. Un garaje muy bonito, con banderitas y cuadros, eso sí, pero un garaje. No es el malvado PP atacando los "intereses del pueblo de Cataluña" ni es la Brunete sorteando los baches de la Diagonal los que se cargan la autonomía catalana. Tampoco es una resolución del TC la que corta las alas al autogobierno catalán. Son los nacis los que estúpidamente decidieron cargarse la autonomía.
Además, una de las razones que emplean es el recurso al Estatuto del 2010. No les gustó que les corrigieran el estatuto y por eso han decidido simplemente no tener estatuto y reclamar, no sé, el mismo autogobierno que el Peñón de Alhucemas. Son unos genios. Y cuando digo "genios" estoy siendo sarcástico, víctimas de la LOGSE.
Hay más en este proceso de idiota autodestrucción. Resulta que para volver a colocar al botones del clan Pujol en la presidencia, los del Partido Único Tarado Arribista —cuyo acrónimo me niego a escribir—, necesitan los votos de los Sturmbannführer de la alpargata. Estos, antes de votarle, pidieron aprobar la resolución que cito unos párrafos antes. Los del Partido Único han votado esa resolución alegremente —cometiendo así unos cuantos delitos— y los de la alpargata resulta que se niegan a votar al botones Sacarino como presidente.  Es decir, y para no liarnos, que los del Partido Único son tan tontos como Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina.
Si estuviera loco y fuera un secesionista racista, estaría muy preocupado por que esta banda de analfabetos quisieran dirigir el proceso de separación. Violentar la ley de un país como España es algo muy complicado y esta gente no es capaz de unir sujeto y predicado.

Si desplazamos el foco de Cataluña a otras partes de España, lo que están consiguiendo los cerriles habituales es no sólo cargarse el autogobierno de su región sino que, imitados, ahogar la capacidad de maniobra de otras bandas de reaccionarios nacionalistas. Una vez que uno deja de ser autonomista para volverse secesionista, deja de actuar protegido por la ley y por los derechos de representación política que están garantizados por nuestra Constitución. Es decir, agota el espacio político. Y fuera de la política ya no tenemos debate, argumentos, diálogo, negociación; sino el Código Penal.
Al menos ya podemos decir que está todo dicho. Quienes deciden situarse fuera de la protección que les da la ley deciden que ya no es tiempo de política sino del Código Penal. Antes no había nada que debatir y ahora tenemos sus bonitas firmas en un documento en el que se niegan a debatir. Rajoy por fin puede fumarse un puro y dejar el asunto en manos de la policía.

Decadencia jenízara en Cataluña

Actual sistema político en Cataluña. Dramatización.

Ah, amigo, pero no será así. La apología de la diferencia y la xenofobia enquistada en una sociedad enferma como la catalana no es asunto que dependa de un clan mafioso o de un grupúsculo nazi. Les rebasa, y eso, tener dentro de nuestra sociedad a un millón de seguidores de Adolf Hitler, sí es un problema político para cualquier gobierno de España. Hay que pensar por tanto más allá de la cuestión policial que se circunscribe a unas docenas de cerriles y pensar cómo reincorporar a ese millón de personas a nuestro primer mundo con nuestros métodos democráticos, nuestra libertad de expresión, nuestra tolerancia y nuestra libre empresa. Los americanos consiguieron algo mucho más complicado en pocos años en Alemania. Creo que en España también podemos conseguirlo aunque mucho me temo que la actual generación política, tan lastrada por los ecos del pasado, no sea la adecuada para dirigir el proceso.
Es tiempo por tanto de colaborar con los catalanes normales, de decirles que no están solos y de cooperar para desprestigiar el racismo que infecta nuestra sociedad. Y como somos simios que no soltamos una rama sin tener agarrada la siguente, el desprestigio del racismo debe venir acompañado del prestigio de otra cosa. Y esa cosa es...
Esto se está alargando así que continuaré otro día.

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