En 2023 complimos 30 años como profesional de la fisioterapia. Hace unos meses hablábamos de ello en una entrada, lo consideramos relevante, digno de ser contado en el marco de esta bitácora.
No se trataba de alardear de veteranía, madurez o experiencia. Fue una manera de exponer brevemente el camino de un fisioterapeuta a lo largo de unos años de crecimiento y cambios transcendentales de nuestra disciplina, vividos en primera persona.
En el presente año cumplimos otro decenio. Y van dos, de ahí el plural del título de esta entrada. En 2004 comenzaba a prestar sus servicios el Hospital Universitario de Fuenlabrada. Como singularidad, un régimen jurídico y laboral distinto al de la mayoría de los hospitales públicos de la Comunidad de Madrid. Se sumaba al Hospital Fundación de Alcorcón, que con sus peculiaridades también se diferencia de los demás. No por ello dejan ambos de ser hospitales cien por cien públicos.
En estos 20 años han pasado muchas cosas en el ámbito social, político, científico y sanitario. Todo ello ha afectado, más o menos, al devenir del funcionamiento de nuestro hospital. Hemos crecido en servicios, profesionales, publicaciones, investigaciones. Se han aumentado sus instalaciones, como la construcción de un edificio oncológico o un nuevo servicio de urgencias. Se le ha dotado con tecnologías punteras, como los sistemas de radioterapia o intervenciones en distintas especialidades médicas. Hemos sufrido y luchado, como el resto de profesionales sanitarios, contra el coronavirus y las mil gripes, hemos recibido los aplausos de los ciudadanos con humildad y orgullo. Acogemos y formamos a residentes y estudiantes de distintas profesiones, sanitarias y no sanitarias. Hemos organizado multitud de jornadas y encuentros como aportación al conocimiento.
Somos uno más de los integrantes de la red de asistencia sanitaria pública. Sin complejos, un hospital «mediano», que no suele aparecer en los listados de los «mejores hospitales». Quizá nos gustaría, pero nos conformamos con el convencimiento de intentar ser (el) mejor, sin ambición competitiva, simplemente como actitud de servicio hacia nuestra población y el resto de usuarios que se pueden beneficiar de nuestros servicios e instalaciones.
Y en fisioterapia (y terapia ocupacional) no queremos ser menos. Hemos tenido distintos supervisores, profesionales que perduramos desde el principio, otros que pasaron, cientos de estudiantes. Hemos integrado asistencia, docencia y (poca) investigación. Hemos sido pioneros en algunas formas de gestión y procedimientos, hacemos de la formación un continuo, hemos organizado eventos como las Jornadas Interhospitalarias de Fisioterapia durante cinco ediciones, nos sentimos reconocidos y valorados por los compañeros sanitarios y no sanitarios. Somos conscientes de nuestra posición y de la necesidad de avanzar hacia una fisioterapia integral e integrada en distintos servicios y unidades. También de que, si nos lo piden, si nos dejan, podemos aportar todavía más y con más calidad a los servicios que prestamos a los usuarios.
En el ámbito personal, del que no tenemos ninguna duda, el hospital es nuestro hogar, nuestra segunda casa. Es el entorno en que nos sentimos realizados profesionalmente. Encontramos en él compañeros y amigos, de distintas profesiones. Sentimos que nuestros pacientes se sienten bien tratados, aunque siempre haya necesidad de mejora. Y también nosotros, sin quererlo, nos sentimos igualmente bien tratados cuando desgraciadamente recibimos, o nuestros familiares, los cuidados de los compañeros. Sentimos suerte de contar con ellos.
No habrá otros 20 años, suponemos. Ni como fisioterapeuta ni como empleado de nuestro mediano gran hospital. En lo que nos quede, que no es poco, esperamos, eso sí, seguir sintiendo que acudir a aquella convocatoria pública del primer «hospital sin papeles» fue otro de nuestros grandes aciertos vitales. Gracias #hfuenla.
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