Revista Espiritualidad

Deja tus armas antes de entrar al templo

Por Chocobuda

En la antigüedad se pensaba que los templos eran lugares sagrados donde se acudía a hacer reverencia a alguna deidad o iluminado. La gente entraba en comunión con el mundo espiritual, que siempre ha sido parte innata del ser humano. Se mostraba respeto, interés y, por sobre todas las cosas, la voluntad de estar en armonía con la comunidad y el mundo al rededor.

Independiente al credo, la búsqueda interna por ser mejor y tener buena calidad de vida, son nuestra naturaleza. El mundo y la civilización humana han cambiado mucho y ahora la espiritualidad se reduce a un puñado de apps y compras sin sentido. Pero eso es tema para otro día. De origen siempre hemos buscado la paz y tranquilidad en lo espiritual.

Y en casi todas las culturas, a la entrada de los templos, se podía leer esta advertencia:

Deja tus armas antes de entrar al templo.

Siendo lugares sagrados, los templos no aceptaban utensilios para erradicar la vida o dañar a alguien.

El budismo Soto Zen no es diferente a otras filosofías en el sentido de que necesitamos un lugar para congregarnos y practicar en grupo. Es decir, los templos son parte de la cultura zen. Dejar las armas fuera también es valor requerido para acceder al templo.

A pesar de que existen muchos templos zen en el mundo, hay un concepto hermoso con el cual practicamos diario: tu cuerpo-mente es tu templo.

Cuerpo-mente es una palabra única, sin división. Está formada de dos conceptos que hemos dividido con el paso del tiempo, pero siempre ha sido una sola cosa. Es una amalgama perfecta que nos empeñamos en destruir.

Tu cuerpo es el vehículo con el cual te mueves por el mundo. Con él trabajas, juegas y experimentas las sensaciones que trae estar vivo.

La mente es el conjunto de cualidades cognoscitivas con las que entiendes el universo al rededor y te dan personalidad, producto de millones de años de selección natural.

Cuerpo-mente eres tú. Tú eres tu templo y es hermoso.

Entonces, ¿por qué nos empeñamos en violarlo una y otra vez con armas?

Existen armas “duras” como pistolas o cuchillos. Esas están diseñadas para extinguir templos.

Pero me refiero a otras armas más letales, capaces de producir muchos mayores daños y sufrimiento. Estos son algunos ejemplos de las armas más comunes que usamos en nuestra contra:

Los tres venenos: Ignorancia, Apego y Aversión

Estos venenos son naturales al ser humano. Ignorancia no se refiere a falta de estudios, sino a la capacidad que tenemos de ignorar la realidad y el sufrimiento de los demás. Apego son deseos, avaricia y obsesiones. Aversión es el reflejo de todas las cosas que rechazamos y que odiamos. Cuando los tres venenos dominan, la mente y el corazón se rompen y dejamos de ver las cosas como son.

Ira

Sentir ira de vez en cuando es normal y hasta sano para algunas personas. Se convierte en un arma cuando nos abrazamos a ella y no la soltamos.

Abuso físico

El cuerpo humano es una máquina que necesita cuidados y mantenimiento. No hay por qué abusar de él o del cuerpo de los demás.

Sustancias tóxicas

Drogas de todo tipo nublan la mente y arruinan la experiencia de la vida. Son armas muy poderosas que cuesta trabajo sacar cuando la adicción está presente. Pero es posible.

Nutrición errónea

Es impresionante lo que una nutrición adecuada puede hacer. Pero también es estremecedor ver lo que los alimentos dañinos pueden causar. Todo se puede resumir a esto: La comida natural te cura. La comida de fábrica te enferma.

La lista puede seguir por cientos de posts. Hay tantas armas contra nuestro templo como estrellas en la noche.

El punto es: ¿estás dispuesto a meter armas al templo? ¿Vale la pena?


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