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Dejarlos sueltos

Publicado el 06 julio 2012 por Sfer

Cuando uno rastrea información sobre la crítica en la LIJ, encuentra que hay voces que se levantan porque "hay poca crítica en la LIJ", porque pocos medios les dedican un espacio de relevancia. Pero es que, en realidad, no es relevante.

¿Con qué derecho un crítico es capaz de persuadir a un padre o a un profesor para que éste a su vez persuada (o, más bien, obligue) a su hijo o alumno a leer un libro en concreto? ¿No hemos sido todos niños (niños todos con la misma escuela de clásicos de la LIJ) y sabemos ya que la crítica de la LIJ es algo que "nos importa un pepino"?

A un niño o a un joven sólo hay que dejarle suelto en la sección de LIJ o en la de cómics (que forma parte ya de nuestra formación cultural y de nuestra personalidad diferenciadora respecto a otros siglos anteriores) para que encuentre lo que necesita leer en ese momento, al margen de la crítica, al margen de la imposición de los medios.

[...]

Si bien toda crítica responde a argumentos filosóficos y analíticos, a exégesis o a una variante de aquellos comentarios tan necesarios en la Edad Media para llegar a comprender mejor los textos antiguos que llegaban vía escuela de traductores de Bagdad o Toledo, la crítica de la LIJ se nos antoja como algo más parecido a esas cucharadas que nos hacían tragar de pequeño, esas cucharadas a rebosar de cualquier alimento que nos llenaba la boca y sólo deseábamos escupir porque, sencillamente, no nos gustaba. Y si, ya de mayores, aprendimos a tragarnos las cosas (incluso a disfrutar de cucharas rebosantes) sin necesidad de lucha, eso no significa que determinadas lecturas tengan que ser impuestas ni obligadas. Si tienen que ser leídas, ya se leerán en su momento. Porque forzar y persuadir lecturas a un niño o a un joven sólo produce malos lectores.

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A través del blog Literatura infantil y juvenil actual llego al artículo de Jorge de Barnola "La crítica en la literatura infantil y juvenil", que pueden leer íntegramente en la revista online Factor Crítico, pero cuyo final, aquí reproducido, resume bastante bien el conjunto.

No sé qué pensarán ustedes. A mí me ha hecho bastante gracia (igual que me la hacen todos los que intentan épater le bourgeois), quizá porque es bastante evidente que parte de un error de base: si no existiera la crítica de LIJ, los niños y los mediadores estarían, efectivamente, "al margen de la crítica", pero bajo ningún concepto "al margen de la imposición de los medios". De hecho, estarían totalmente sujetos a la imposición de los medios, y sometidos al poder del más fuerte, el más listo, el más mentiroso o el más rico, según el caso. Por eso me río. Mi conciencia de crítica de LIJ está tranquila: yo no intento persuadir a nadie de que lea ni de que obligue a leer nada... yo leo y opino y si alguien se fía de mis opiniones más que de las mesas de novedades de El Corte Inglés, que actúe en consecuencia...


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