Revista Cine

Del revés (Inside Out)

Publicado el 17 agosto 2015 por Pablito

En la sala de cine se apagan las luces y comienza la proyección. A los pocos segundos el rostro de un bebé con rasgos inequívocamente humanos invade por completo la pantalla mientras le pregunto a mi compañero de butaca: “¿Nos hemos equivocado de película? Veníamos a ver una cinta de animación”. Mi acompañante no tarda en advertirme que hemos entrado en la sala correcta y que, efectivamente, estamos ante una película de dibujos. Mi confusión duró apenas unos instantes, pero bastó para percatarme de la genialidad de la nueva obra de Pixar en colaboración con Walt Disney Pictures: Del revés (Pete Docter & Ronaldo del Carmen, 2015). En efecto, me sorprendí a mí mismo que a través de un ordenador se pudiesen crear imágenes tan perfectas y tan brillantes técnicamente hasta el punto de hacer dudar al espectador si lo que estaba viendo era un mero dibujo o una imagen de carne y hueso. Y es que cuando pensábamos que esta fábrica de obras maestras que es Pixar no nos podía sorprender, va y pega un nuevo golpe de autoridad en la mesa con el que, sin duda, es su proyecto más ambicioso -lo cual, viendo sus excelsos precedentes, es en sí una locura-.

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Producida por John Lasseter, director creativo de la compañía y responsable de trabajos como Bichos o las dos primeras partes de Toy Story, Del revés cautivó a la crítica desde su proyección fuera de concurso en el Festival de Cannes. Desde entonces, no son pocos los críticos que advirtieron que estábamos ante la cima de una compañía alérgica a los conformismos y empecinada en romper barreras técnicas y artísticas con cada trabajo. Personalmente no sé si estamos ante la mejor criatura que ha parido Pixar, pero desde luego sí que es la más cara -casi 200 millones de dólares- y la que más tiempo ha llevado -5 largos años-. Del revés, además, es la más compleja a nivel temático y, probablemente, de la que más jugo se puede extraer. Sus responsables abordan temas tan complejos como el paso de la infancia a la adolescencia, lo importante que es saber dominar las emociones o el peso que tienen los recuerdos a lo largo de nuestra vida a través de la historia de Riley Anderson, una niña de 11 años cuya vida pega un vuelco de 180 grados al mudarse a vivir con sus padres a San Francisco. Riley intentará sobrellevar lo mejor posible este cambio de ciudad, lidiando siempre con las cinco emociones que habitan su mente -Alegría, Tristeza, Ira, Asco y Miedo- y que marcarán sus actos y su personalidad.

Rodada en 3D, Del Revés se cimenta sobre uno de los grandes secretos del éxito que siempre ha caracterizado a Pixar, incluso antes de ser absorbida por Disney en 2006: no subestimar la inteligencia de los niños. O, lo que viene a ser lo mismo, no tomar a los más pequeños por idiotas. Sí que es cierto que Del revés es una obra eminentemente adulta, trufada de mensajes y guiños que exigen de un segundo visionado para captar toda su esencia, pero eso no significa que los niños no pueden verla, incluso entenderla. Algunos, seguro, serán los que tengan que explicar a sus padres muchos aspectos de la película. Si tuviera que quedarme con un fragmento lo haría sin duda con sus 10 primeros minutos, todo un prodigio en cuanto a montaje paralelo. Pocas veces el cine ha mostrado con más claridad y lucidez el funcionamiento de la mente humana como en este prólogo en el que ya se deja claro que debemos estar con los 5 sentidos a pleno rendimiento para entender y descifrar una película compleja, en la que el asesoramiento de estudiosos de la mente humana fue más que indispensable. A nivel técnico sobran los calificativos: los de Pixar vuelven a ofrecer un despliegue visual con escasos precedentes en el cine -animado o no- y dominan la paleta de colores como nadie, regalándonos unos fotogramas adornados con mil detalles que aspiran a hacer del film no ya un trabajo perfecto, sino pluscuamperfecto. Y ojo a los títulos de crédito finales, en los que podemos ver cómo se manejan las emociones en las mentes de otros protagonistas de la película.

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Rodada con convicción y pulso, el verdadero mensaje de Del revés no es intentar abatir a la Tristeza, como algunos apuntan, sino demostrar que se puede estar alegre en medio de la tristeza. Y el mejor arma para conseguir esto es la madurez, que es el camino que recorre el ser humano desde que nace. Es una pena que la película flojee en algunas ocasiones, así como el exceso de protagonismo de Alegría -haciendo que sentimientos como Asco pasen casi desapercibidos-, o el hecho de no dar más prioridad a las escenas que transcurren en el exterior de la mente que en el interior, pero en líneas generales hay que aplaudir este retorno a la infancia dirigido a los devotos del cine inteligente que brilla en su funambúlico equilibrio entre lo festivo y lo melancólico, entre las risas y las lágrimas -ojo a la candidez que desprenden momentos como la despedida de Bing Bong o la presentación de la niña en mitad de clase-. Ya quisieran muchos trabajos de imagen real bucear por las emociones humanas como se hace aquí.


Del revés (Inside Out)

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