Democracia es más

Con 34 años a sus espaldas, esta democracia, que celebrará su fiesta grande el próximo 20N, no encuentra trabajo y vive todavía con los padres. Está bien preparada, con una base social apoyada en las clases medias y trabajadoras que confiaron y apostaron por ella desde el principio, que la han arropado y le han dado todo tipo de facilidades para que fuera un sistema mejor que el anterior, unos ignominiosos 40 años de dictadura. Ahora, a sus 34 años, esta democracia envuelta entre algodones todavía vive en casa de los padres y no es capaz de apañárselas por su cuenta y utilizar todos los recursos propios puestos a su alcance. Y ya no es tan joven. No se le está pasando el arroz, si se la compara con sus reflejos en el resto de Europa, pero el tiempo pasa y ya va siendo hora de que deje el nido y despegue, dejando los miedos a un lado. ¿Por qué no lo hace? Seguramente, aunque muy bien preparada, con la base necesaria y todo un futuro por delante, porque está en paro y así no hay manera de tener un proyecto de futuro, un sueño, una meta hacia la que dirigirse, una luz al final del túnel. El debate de esta noche entre el futuro presidente y el futuro líder de la oposición (el pescado ya está vendido) va a ser un buen ejemplo. Sin espacio para la controversia ni para la espontaneidad y con un formato y un contenido encorsetados en tres bloques temáticos, dos árbitros cronometrando los tiempos, un gasto de 500.000 euros, este ejercicio práctico de debate es un exponente de esta pseudodemocracia que nos quieren vender como auténtica cuando no es más que una marca blanca, tan blanca como el decorado del plató de esta noche.  La democracia va más allá de dos bustos parlantes que, en unos minutos, nos intentan embaucar con promesas supeditadas al visto bueno de Bruselas, el Banco Central Europeo y el FMI. También va más allá, mucho más, que pedir el voto cada cuatro años para renovar mandato y privilegios con espacios muertos y tiempo perdido en el camino. Nos intentan dar gato por liebre para que olvidemos que hubo un día, un país, en el que sus ciudadanos acudían a la urna convencidos de que todo iba a ir a mejor. Democracia es más que darse un paseo hasta el colegio electoral un domingo por la mañana. Es un modo de vida, una actitud, un deseo. Para madurar, tiene que emanciparse y crecer, valerse por sí misma y salir del paraguas protector de papá y mamá.

Me gustas, Democracia, porque estás como ausente
con tu disfraz parlamentario,
con tus listas cerradas, tu Rey, tan prominente,
por no decir extraordinario,
tus escaños marcados a ocultas de la gente,
a la luz del lingote y del rosario.

Me gustas, ya te digo, pero a veces querría
tenerte algo más presente
y tocarte, palparte y echarte fantasía,
te toco poco últimamente.
Pero, en fin, ahí estás, mucho peor sería
que te esfumaras como antiguamente.
(Javier Krahe)