Revista Política

Democracia morada

Publicado el 14 febrero 2017 por Alejandropumarino

Democracia morada

Un diario digital de ámbito nacional publicó la anterior noticia, que no es totalmente cierta, aunque se sospecha la maniobra del líder podemita. Llegados a este punto, le aslatan a uno las dudas sobre las relaciones sentimentales que mantienen nuestros dirigentes; así, se criticó ácidamente desde el PP la designación de Carmen Romero, a la sazón esposa de Felipe González, como número uno por Cádiz, obteniendo de este modo entrada en política por la puerta del Gongreso de los Diputados, sin necesidad de hacerla giratoria, naturalmente. No tardó Jose María Aznar en hacer bueno a su predecesor en el cargo, consiguiendo para su cónyuge la alcaldía de Madrid y de las “cup of coffee with milk” con que nos obsequió la edil capitalina. La izquierda progresista y militante, solidaria y comprometida, siempre se echó al monte con estas designaciones, a todas luces y cuando menos, irregulares; sin embargo, cuando alcanzaron cuota de poder, hemos asistido a un espectáculo curioso: Los familiares y allegados de Ahora Madrid y Doña Carmena, han sido colocados en cargos de confianza, y de libre designación por supuesto, con remuneraciones nunca inferiores a cincuenta mil euros al año; Kichi alcanzó la alcaldía de Cádiz por ser novio de su novia, o sea; y Tania Sánchez primero e Irene Montero ahora, están llamadas a ocupar puestos preeminentes en la organización morada, demócrata hasta las entrañas, hasta las entrañas de los laminados por Pablo Iglesias, quiero decir.

Uno, en su torpeza, no puede dejar de creer en la bondad infinita del pensamiento políticamente correcto, y entender que las designaciones de ciertos cargos siempre se hacen en función de la capacidad de la persona y de la valía que demuestra, y nunca por ser “pareja de”; también reconozco que la democracia reina entre los conspicuos de la formación morada y que, si vemos rodar la cabeza de Iñigo Errejón por el suelo, será por traicionar los principios fundacionales del partido y no por un enfrentamiento ideológico con su carismático líder; aunque no puede uno dejar de creer que, tal vez lo que le sucede al becario, es que no tiene tetas.


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