Revista Sociedad

Democracia. Un castillo de Naipes

Publicado el 21 marzo 2017 por Salva Colecha @salcofa

¿Qué debería ser más importante, la justicia o la democracia? La pregunta, así a bote pronto, puede que quede un poco tremendista pero es que a la vista de lo que estamos
viendo en
políticos en toda Europa, no sólo en Murcia es como para pensárselo. El Democracia. Un castillo de Naipespresidente de Murcia dice que lo persiguen, Fillon que es víctima de martirio, LePen que ya vale de hurgar en su cartera, Mariano que son casos aislados. Todos dicen que les persigue la justicia para evitar que puedan hacer su trabajo (por lo visto en neolengua arramblar con todo es una función más de la política). Parece ser que, según ellos, debe prevalecer la democracia a la justicia, lo cual, si te paras a pensar es una verdadera salvajada. Algunos se han creído (y mucho) que ser político te convierte en una especie de intocable que podría cometer todos los delitos, desde la A a la Z impunemente. Parece que andaba yo bastante equivocado al pensar que política y justicia deben ir unidos en un país medianamente civilizado porque forman parte de una estructura que llamamos Democracia y nos gusta. Está visto que no.

Con estas maniobras de prestidigitación barata en la que se ningunea a la justicia puede

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que no estén dándose cuenta de que se juega con fuego. A mi por lo menos me convencieron de que la justicia es el pilar que sustenta a una democracia y un Estado de Derecho (para algo se le llama “de derecho”), ¿no?. Si no existe confianza en la justicia porque tenemos el convencimiento de que es algo así como “la farsa monea” de la copla, el pilar falla y el castillo se cae.

Parece que nuestros políticos andan desesperados intentando darle la vuelta a todo, como un calcetín. Están judiciadizando la política y politizando la justicia, ahora ya no sabemos ni siquiera que es arriba y que es abajo. Perfecto para que sigan tomándonos el pelo. La

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política ha asaltado el gobierno de los jueces con fines partidistas, se recurre a un tribunal como el TC prácticamente por cualquier cosa, de forma que ha perdido hasta su brillo, de puro desgaste, y lo más importante, ha perdido su seriedad y excepcionalidad. Nuestra clase política se ha transformado en una especie de “Clase tertuliana” de esa que abunda en la tele con señores que parecen la reencarnación de Leonardo (porque pontifican absolutamente de todo) y se pone a criticar las decisiones judiciales, ya sean a favor o en contra, con una voracidad que hasta dificulta que nos las tomemos en serio. Mal andamos.

A fuerza de esperpento se ha dañado la presunción de imparcialidad de la justicia y a estas horas ya no nos fiamos ni de la justicia ni de la política y así no podemos seguir. Lo

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de la infanta no ha sido más que una gota más en la que nos han enseñado como se puede manejar la justicia según el antojo del mandamás de turno. Hemos visto como se trasladaban fiscales, como se apartaban jueces disonantes, como la fiscalía se retiraba en el último momento ante escándalos del clero, como se dictaban sentencias a las que se les podía poner letreros de neón en los que pusiese “INJUSTICIA” y como tenemos el convencimiento de que a la justicia ciega le han operado de cataratas porque después de ver que en algunos casos basta por pasarse por tonta (o hacérselo) para salir indemne de cualquier delito, sabemos que no se nos va a medir por el mismo rasero a nosotros, los robaperas.

Lo malo en todo esto es que el desastre democrático todavía no ha acabado, quedan

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todavía muchas sentencias y muchos casos por dirimir, causas que van a ser medidas desde a desconfianza y el recelo y que serán debatidas desde la malicia y el utilitarismo. Es la tragedia de un orden democrático que se nos va a la porra a manos de unos políticos sin nivel que necesitan instrumentalizar y corromper todo lo que se les ponga a mano para poder seguir adelante aunque con ello perdamos todos ¿Nos arrepentiremos de ello cuando nuestra democracia se derrumbe como un castillo de naipes?.


Democracia. Un castillo de Naipes

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