Revista Comunicación

Deontay Wilder, campeón del mundo

Publicado el 27 enero 2015 por Jamesnava123
Deontay Wilder, campeón del mundo

Es sin duda una de las noticias deportivas del momento y lo será de este año 2015. Deontay Wilder se ha proclamado campeón del mundo de boxeo de los pesos pesados. Después de ocho años, Estados Unidos vuelve a tener un campeón en la máxima categoría, tras los últimos, Hasim Rahman en 2001, y Shannon Brigs, que se alzó con el triunfo en 2006.
Deontay Wilder, de Tuscaloosa, Alabama, medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Pekín (2008), un prodigio físico, letal en el cuadrilátero, se ha llevado el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo tras vencer a Berman Stiverne por decisión unánime a los puntos (118-109, 119-108 y 120-107). Wilder llegó a la pelea con una impresionante racha de 32 victorias en 32 combates y todas ganadas por KO. Hasta ahora, no le había hecho falta llegar al quinto round, pero en el combate celebrado en el MGM de Las Vegas supo aguantar los 12 asaltos hasta el final, tras ganar los primeros claramente.
Más allá de su talento como boxeador, que es mucho, encontramos una historia humana y americana de superación y esfuerzo, con una situación familiar dolorosa, ya que Deontay entró en el boxeo para pagar los tratamientos médicos de su hija, que padecía espina bífida, una grave enfermedad.

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El “Bombardero de Bronce” sucede así a otras leyendas de este deporte, como Mike Tyson (27-0), Lennox Lewis (22-0) y Evander Holyfield (24-0), y tras este triunfo suma 33 victorias (32 de ellas por KO… y 18 en el primer asalto) y sigue invicto. El cinturón de campeón de los pesados del Consejo Mundial, que dejó vacante Vitali Klitschko para dedicarse a la política en Ucrania, ya tiene nuevo dueño.
Deontay Wilder, 29 años y 2,01 m. de estatura que es puro músculo y potencia, velocidad y pegada poderosa, ya apuntaba a estrella del baloncesto y del fútbol americano cuando logró una beca en la Universidad de Alabama. Pero el destino le reservaba otro papel en el ring. Con 19 años fue padre y su hija nació con una grave enfermedad; dejó la universidad y se dedicó en cuerpo y alma al cuidado de su pequeña Naieya, nombre que lleva tatuado en el pecho. Se puso a trabajar para conseguir ingresos para pagar el tratamiento de su hija y mantener a su familia, y entretanto se enfundó los guantes de boxeo.
Ya es campeón mundial de los pesos pesados. Es una historia que no ha terminado, escrita con sacrificio y disciplina, con talento y combate cuerpo a cuerpo hecho arte.

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