En esta posición puse a mi peluquero Cristian, cuando el tío se entero que hacía fotos a zapatibambolas. Se las compró en Candem (London) y bueno, aunque a mi no me matan, es mi peluquero desde que vine a vivir a Barcelona hace mucho tiempo y le debía una foto.
El caso es que al llegar después de verano a la pelu con mi melena al viento me tuve que poner de “luto”. ¡Había chapado! Esto desencadenó que pasara un mes vestido de negro y pareciendo un león. Pero al final todo salió bien, he podido volver a vestime de colores gracias a unas amigas que me recomendaron un buen peluquero en el barrio de Gràcia. ¡Gracias Patricia y Ester!
Me puedo echar un cortado en cualquier cafetería, pero la verdad es que con pelo me cuesta cambiar.
Bambin@s, ¡confesad algo que os cree dependencia!