Deportes de riesgo en Singapur

Esta cara de cabreo fue la que se le quedó a Samantha Lo cuando le dijeron lo de la multa. Abajo algunas muestras de su arte

Uno de los deportes de riesgo más peligrosos que se practican en Singapur es la pintada de graffitis. Y si no, que se lo digan a Samantha Lo a la que se le ocurrió pintar en varias calles “My Grandfather Road” (“El camino de mi abuelo”) y poner en los semáforos pegatinas que decían cosas como: “Apretar para el nirvana”, “Aprieta un poco más” o “Aprieta para viajar en el tiempo”. Yo soy un clásico y hay cosas del arte moderno que no entiendo. Algo parecido le pasa al gobierno de Singapur. La diferencia es que, mientras que yo digo “chorradas” y sigo con mis asuntos, las autoridades singapureñas lo llaman vandalismo y llevan a la autora ante los tribunales. La broma por lo pronto ya les ha costado a Samantha y a su cómplice, un tal Cho, en torno a 2.000 euros que es lo que costó limpiar lo que ensuciaron.
Las autoridades singapureñas puede que no entiendan de arte moderno, pero sí que no se pierden una sobre la marcha de la sociedad. El Festival Callejero de Singapur de 2012 (Singapore Street Festival) ya convocó un concurso de graffitis, donde los graffiteros previamente domesticados tenían que someter con carácter previo sus diseños. Mejor todavía, un grupo vinculado al Festival ha lanzado un curso de técnicas de graffiti. Por el módico precio de 2.000 euros, más o menos lo que le costó a Samantha limpiar las paredes que había manchado, uno puede aprender a emborronar paredes. Las condiciones no dicen si en el precio del curso se incluyen las tarifas del abogado defensor, que seguro que necesitarán los alumnos más aventajados. 

A éste y al de abajo, no les multaron, sino que les premiaron en el Festival Callejero, aunque todo se andará.